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Ciencia y Tecnología

Nuevas tecnologías ofrecen luces para el conocimiento de los corales y su genética

    Estos animales marinos, que sirven de hogar a peces y algas, tendrían la clave para entender por qué hace cerca de 500 millones de años los seres vivos empezaron a desarrollar, en etapas tempranas del embrión, capas diferenciadas para piel, músculos, órganos y hueso. Aunque por muchos años se creyó que esto era imposible de identificar, nuevas tecnologías indican lo contrario y son la clave para comprender el origen de estos genes desconocidos.

    Una de las razones de este vacío en el conocimiento sobre los corales tiene que ver con la creencia de que una serie de moléculas de ácido ribonucleico (ARN) –clave en la información genética de cada ser vivo–que son basura por no producir proteínas, que es una de sus funciones principales; alrededor del 97 % no se encarga de esta tarea, por lo que se ha desechado o visto como algo que no cumple un objetivo importante.

    No obstante, hace cerca de 30 años la tecnología empezó a dar pasos agigantados en este tipo de investigaciones, y gracias a ello se empezó a descubrir que estas moléculas no eran tan pasivas como se creía, sino que cumplían importantes tareas en enfermedades como el cáncer o el alzhéimer, pero había un vacío en otros temas relacionados con especies marinas como los corales, cuya antigüedad en la Tierra los hace un punto muy interesante para seguir navegando en este mar de incertidumbres.

    Yamile Rodríguez Riascos, magíster en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se preguntó por la etapa de gastrulación del embrión en dos especies de coral (Alternaria tenuis y Acropora digitifera), que es una de las primeras de su desarrollo y en la que al parecer estarían implicados estos genes.

    En su análisis de la información encontró 8 candidatos que serían una pequeña pieza para el gran rompecabezas del funcionamiento de los corales.

    “Algo interesante es que se les llama genes ‘ortólogos’, cuyo significado quiere decir que están emparentados o se comparten entre individuos de una misma familia de animales, en este caso los corales. Hace 500 millones de años se separaron de sus congéneres que tenían esta misma genética, la diferencia es que desarrollaron 3 capas: el ectodermo (en la que está la piel), el endodermo (sistema respiratorio y órganos internos), y el mesodermo (músculos y huesos).

    “El filo –o división en el reino animal– de los corales es uno de los más antiguos; de él también forman parte las anémonas y las hidras, de ahí que sea tan importante determinar en qué momento tuvieron las características que las diferencian y las hacen lo que son hoy, es una forma de entender la evolución de la vida”, asegura la investigadora.

    Para determinar que estos 8 genes eran los que incidían en la formación del embrión de los corales, la magíster estudió 5 etapas principales de este desarrollo, pero solo tomó en cuenta la gástrula, ya que sospechaba que allí habría una implicación mayor por parte de las moléculas de ARN cuya función era desconocida.

    Un computador fue todo lo que necesitó para hacer el análisis de la genética de estos corales, ya que gracias a softwares especializados simuló la estructura de las secuencias presente en estos animales, una especie de imagen en 2 y 3 dimensiones en las que se observan los genes específicos que se activan o expresan durante la etapa protagonista en el estudio, o sea la gástrula, que será la base para que se creen el tejido y los órganos fundamentales para la vida humana.

    Las muestras de estas dos especies de corales se tomaron en Japón, ya que fue un trabajo conjunto con la Universidad de Okinawa; allí, expertos tuvieron que bucear y extraer la información de estos animales, y luego estos datos eran llevados a la Universidad de la Amazonia, en donde se aportó al análisis y la caracterización de las muestras.

    Usted se preguntará, ¿por qué utilizar muestras de Japón si los corales están en el Caribe? la respuesta es más sencilla de lo que parece: porque tener especies emparentadas de Cartagena con las de Japón significa que la genética (y recuerde el concepto “ortólogo” o de genes compartido), cambió de la misma forma a lo largo del tiempo, lo que quiere decir que sigue explicando el porqué del desarrollo de las capas en la fase embrionaria.

    “Es un aporte desde la investigación básica de la historia y la evolución, un pasado que, aunque ya quedó atrás, sigue en construcción, y en el que los hallazgos de la genética de los corales son solo un primer paso para el mar de posibilidades por encontrar”, destaca la magíster, cuyo trabajo fue dirigido por los profesores Clara Bermúdez Santana, del Departamento de Biología, y Alejandro Reyes Bermúdez, de la Universidad de la Amazonia.