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Salud

Nueva intervención en Psicología reduce el consumo de sustancias psicoactivas en universitarios

    La estrategia se basa en la economía del comportamiento y busca promover, por 4 semanas, decisiones más saludables en situaciones de incertidumbre relacionadas con el uso de alcohol y cannabis. Su implementación en 47 jóvenes redujo el consumo de alcohol del 12,1 al 1,84 %, y el de cannabis del 8,4 al 1,3 %, que en un escenario de legalización podría aumentar.

    Indagaciones previas de la psicóloga Ángela Janeth Pereira Morales, doctora en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), revelaron que el consumo de alcohol y cannabis entre jóvenes universitarios de 18 a 24 años está estrechamente vinculado a factores como la ansiedad, la depresión, el precio tanto monetario como no monetario de las sustancias y la facilidad de acceder a ellas.

    Además, muchos de estos jóvenes tenderían a combinar el consumo de estas sustancias, especialmente en eventos sociales, lo cual representa un patrón de consumo más riesgoso porque indicaría mayor dependencia y efectos negativos a la salud.

    Para abordar este problema, la psicóloga Pereira desarrolló una intervención basada en la economía comportamental, una disciplina que combina principios de la Economía tradicional con la Psicología para entender cómo las personas toman decisiones en contextos reales, alejándose del supuesto de un comportamiento completamente racional.

    “En situaciones de incertidumbre, los humanos evitamos el riesgo cuando vemos una posible ganancia, pero buscamos asumirlo cuando enfrentamos una posible pérdida. Preferimos los beneficios inmediatos sobre los incentivos de largo plazo, aunque intuimos que esa elección puede representar detrimentos para nuestra salud”, explica.

    Un ejemplo de ello es que los consumidores frecuentes de estas sustancias psicoactivas tienden a valorar más el placer inmediato del consumo que los posibles riesgos a largo plazo para su salud.

    Tras implementar su propuesta de intervención, la profesional encontró que tenía gran potencial, pues el consumo de alcohol, que inicialmente promediaba el 12,1 %, después de la intervención se redujo al 1,84 %, y el tiempo dedicado a su consumo disminuyó de 9,2 a 1,7 %. Así mismo, el consumo de cannabis bajó del 8,4 al 1,3 %, y el tiempo dedicado a su uso se redujo de 5,9 a 1,38 %.

    Diseño de la intervención

    La intervención, que tuvo mención meritoria, incluye varios componentes clave. El primero de ellos fue el manejo de contingencias, que les ofrecía a los participantes una recompensa económica si lograban mantenerse abstinentes del consumo de alcohol y cannabis durante las 4 semanas que duraba la intervención. Es decir, los jóvenes podían ganar hasta 50.000 pesos si lograban completar el programa sin recaer en el consumo.

    Otro componente aplicado fue la creación de una “lotería” diseñada para analizar la tendencia de los participantes a preferir recompensas inmediatas, aunque estas implicaran un alto riesgo de perder el incentivo.

    Según comenta la experta, “les decíamos que estaba la opción de retirar el dinero acumulado durante cada semana, solo si respondían las encuestas, asistían a las intervenciones y contestaban los cuestionarios de consumo, pero para hacerlo debían jugar a la lotería, en la que había una gran probabilidad de perder”.

    A pesar de las expectativas, ningún estudiante optó por participar en este juego, lo que, según la investigadora, demuestra el poder del incentivo económico y el deseo de los jóvenes de obtener recompensas garantizadas.

    La intervención también incluyó una sesión llamada “pensamiento episódico futuro”, en la que los participantes reflexionaban sobre sus metas de largo plazo, como graduarse o avanzar en sus estudios, y cómo el consumo de sustancias interferiría con esos objetivos.

    En paralelo se hizo una tarea computarizada que presentaba imágenes cotidianas, junto con otras de personas consumiendo alcohol o cannabis. El estudio reporta que al inicio quienes tenían mayor riesgo de consumo las seleccionaban más rápido estas últimas, pero al cumplir las 4 semanas de intervención comenzaron a elegir más lentamente las imágenes cotidianas, prefiriendo otras de actividades no relacionadas con el consumo.

    Pese a estos logros, el estudio también enfrentó importantes desafíos, ya que de los 160 estudiantes iniciales solo 47 completaron el programa. Según la doctora Pereira, esta alta tasa de abandono obedeció en parte a la resistencia social de los jóvenes a reducir su consumo en entornos donde el alcohol y el cannabis son parte integral de la vida social.

    “La presión social fue uno de los mayores obstáculos. Para muchos dejar de consumir significaba perder la oportunidad de socializar con sus amigos y eso está socialmente castigado”, precisa.

    Implicaciones para la regulación del cannabis

    Para la psicóloga era importante analizar la relación entre la legalización del cannabis y el consumo de otras sustancias, y por eso, como parte de su estudio, también simuló un escenario hipotético en el que el cannabis fuera completamente legal en Colombia, permitiendo su compra en dispensarios y su consumo en espacios públicos.

    Las respuestas indicaban que el consumo de cannabis aumentaría significativamente entre los jóvenes que ya consumen tanto alcohol como cannabis.

    “Es importante que los formuladores de políticas públicas consideren cómo la regulación del cannabis puede afectar el consumo de alcohol y viceversa. La legalización del cannabis no implica necesariamente un aumento generalizado del consumo, pero sí puede tener efectos sobre ciertos grupos en riesgo como los estudiantes universitarios que ya consumen ambas sustancias de manera concomitante”, concluye la doctora de la UNAL.

    El estudio fue dirigido por el profesor Javier Eslava Schmalbach, de la Facultad de Medicina de la UNAL.