En el programa piloto participaron inicialmente 15 personas del Centro de Desarrollo Personal Integral "El Camino", en Bogotá, desde julio hasta octubre de 2014, en un total de 24 sesiones de una hora.
El programa de musicoterapia estuvo bajo la realización de la investigadora Claudia Camacho, estudiante de Maestría de la Facultad de Artes, dirigido a adultos habitantes de calle en proceso de rehabilitación, con el objetivo de aumentar, a través de la música, valores de perseverancia, responsabilidad y creatividad.
El último censo de habitantes de calle en Bogotá, hecho en el 2011, registró un total de 9.614 personas en esta condición, y aunque muchos pertenecen a programas de resocialización, muy pocos lo culminan.
"La persona habitante de calle, debido su condición de vida, se caracteriza por la irresponsabilidad, deshonestidad y la falta de objetivos y metas", comentó la estudiante. Además, agregó, se adelantó la terapia con música, porque está comprobado que mejora la salud y desarrolla al máximo el potencial de cada persona.
Los participantes de este trabajo terapéutico fueron hombres con edades entre los 26 y los 54 años, quienes ingresaron al programa por estar en condición de habitabilidad de calle con abuso de consumo de sustancias psicoactivas como marihuana, bazuco e inhalantes.
"Queríamos probar si a través de la música se podían promover valores asociados a la rectitud, y que los habitantes de calle se proyectaran a futuro, reconocieran sus falencias, asumieran las consecuencia de sus acciones e intentaran transformar el concepto que tienen sobre sí mismos", añade la investigadora.
El proceso constó de tres etapas: diagnóstico, intervención, evaluación y cierre. En el diagnóstico se recopiló información de la historia musical de cada participante y la vinculación que han tenido con la música.
Posteriormente, se llevaron a cabo actividades de improvisación para que expresaran sus sentimientos por medio de instrumentos de percusión.
Asimismo, componían canciones basados en los valores sobre familia y la importancia de establecer metas. "Crear una nueva canción era la oportunidad para que reforzaran sus capacidades, fortalecieran su autoestima y aumentaran su desarrollo personal", cuenta la investigadora.
Los métodos musicoterapéuticos usados fueron de recreación y composición. Cada sesión partía de una canción conocida y al final se cambiaba la letra, conservando la melodía y el ritmo.
Al finalizar, los participantes grabaron siete canciones entre las que se encuentran: "Nosotros somos", una composición que habla de ellos mismos, además describe aspectos negativos y positivos.
"Si no luchas nada ganas", una pista de rap con letra compuesta por varias voces, que explican las opciones que se tienen frente a la vida, la agresividad, el trabajo y el suicidio. Y "Los caminos de la musicoterapia", que fue el resultado de una improvisación, y trata sobre los valores trabajados a lo largo del proceso.
Luego de cuatro meses, se logró ver una mayor tolerancia por parte de los habitantes de calle y una disminución en las actitudes de apatía y desinterés.
Al final, cada uno recibió un CD con las canciones e incluso ellos mismos diseñaron la carátula. "Todos sintieron que habían cumplido una meta y estaban recibiendo un reconocimiento por ese esfuerzo. Entendieron que es importante no rendirse y vieron todo el aprendizaje materializado", concluye.