Mujeres no denuncian violencia de género por desconocimiento o miedo
“Las distintas violencias contra la mujer surgen desde los ámbitos académicos, laborales y sociales, en parte por el desconocimiento de ellas ante los casos que atentan contra su integridad física y mental. Incluso, no solo los hombres subvaloran el rol de la mujer, sino que ellas mismas también replican comportamientos misóginos sin darse cuenta”, advierte la decana.
Recuerda además que, según el destacado sociólogo francés Pierre Bourdieu, la “violencia de género simbólica” se caracteriza por ser una violencia indirecta (no física) en contra de la mujer, quien no la distingue claramente y no es consciente de dichas prácticas.
Por su parte María Piedad León Cáceres, representante del Sindicato Mixto de Trabajadores de las Universidades Públicas Nacionales (Sintraunal), considera que “es importante entender que la violencia simbólica lleva a la física, y que pasan rápidamente de los primeros signos de alarma a las agresiones graves”.
Aunque en Colombia se han emitido leyes para disminuir la brecha de género y violencia contra la mujer, el proceso es lento y las deja en posición de vulnerabilidad frente a su atacante.
Estos fueron algunos de los planteamientos surgidos en el conversatorio “Violencias de género en escenarios laborales y educativos”, organizado por la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que se celebra el 25 de noviembre.
“Las mujeres prefieren no denunciar porque no pasa nada, entonces el entorno se vuelve impune”, afirma Ana María Lopera, representante estudiantil del Observatorio de Asuntos de Género de la UNAL.
Por su parte la abogada Mariluz Basante Urbano, magíster en Derecho Penal de la UNAL Sede Bogotá, después de estudiar la construcción del discurso penal sobre el feminicidio, asegura que “se evidencia el fracaso del derecho penal para resolver fenómenos estructurales y sociales”.
El país sigue teniendo una cultura patriarcal en la cual la mujer queda relegada a espaldas del hombre y sujeta a condiciones de menosprecio por parte de este.
En campos educativos y laborales el rol de la mujer se ve invisibilizado, sumado a las brechas de género que aún persisten. Incluso en los salones de clase se reflejan señales de violencia simbólica que no se corrigen.
“Aún pasa que en muchos lugares de trabajo obligan a las mujeres embarazadas a renunciar mientras pasa su periodo de licencia, además de recibir menos salario que los hombres por su condición de mujer”, recalca la representante de Sintraunal.
“Existe una jerarquía de orden social que posiciona al hombre y a la mujer en ciertos espacios en los que se supone deberían permanecer”, señala la profesora Verónica Botero Fernández, decana de la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín.
“Aún hay acoso sexual entre los estudiantes o profesores, que las mismas mujeres consienten”, indica la estudiante Lopera, y agrega que “expresiones como ‘el hombre llega hasta donde la mujer lo permite’, o ‘calladita se ve más bonita’, aún subsisten en el lenguaje educativo”.
Por eso es importante crear herramientas que generen un cambio en las costumbres socioculturales tendientes a reproducir el problema estructural de desigualdad entre hombres y mujeres, y la perspectiva psicológica de inferioridad de la mujer.
“Hace falta hablar más sobre el tema en espacios universitarios, para que las mujeres reconozcan cuándo son víctimas de maltratos o abusos de género”, explica la decana Vásquez.
“Más allá de crear políticas y normas, se deben generar acciones y estrategias dentro de la universidad, con profesionales en temas de género, que apoyen a las mujeres atacadas sin revictimizarlas, y crear una red de información para que las estudiantes entiendan los tipos de violencia y no acepten más estos tratos”, concluye la docente.