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Política y Sociedad

Mujeres del Caribe, constructoras de paz

    “La paz sin las mujeres no se da, por eso hacemos esfuerzos para levantar nuestra voz y lograr que nos tengan en cuenta en la toma de decisiones”.

    Con esta frase, María Ruth Mosquera, integrante de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición (CEV) regional La Guajira y Magdalena, se refirió a la Instancia Especial de Mujeres para el Enfoque de Género en la Paz.

    “Este organismo de la sociedad civil, con autonomía política y conformado por 16 mujeres de diferentes partes del país, surgió del Acuerdo de Paz para que ellas incidieran en la inclusión del enfoque de género antirracista, étnico, en todas la políticas, planes y proyectos del Acuerdo”, recuerda Rosa María Brito, una de sus integrantes.

    “Es la primera vez en la historia de Colombia que en este tipo de acuerdos se ha tenido en cuenta a la mujer y el enfoque de género”, destacó la lideresa en la tercera sesión del conversatorio “El rol de la mujer en la construcción de paz”, organizado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz.

    La vinculación de nuevas generaciones, el apoyo educativo, la pedagogía para entender el papel de la mujer y los jóvenes en la sociedad, la información contextualizada que pone a las nuevas generaciones en un proyecto esperanzador, fueron algunos de los elementos mencionados en esta sesión del conversatorio “Conversaciones para la construcción de paz”.

    Este evento, realizado en el marco de la conmemoración de la lucha por los derechos de las mujeres, también contó con la participación de Yerlis Carbonell, integrante del Movimiento Juvenil Campesino del Cesar; Carolina Vargas Cabrera, presidenta del grupo de género Tierra Grata, y Lucía Eufemia Meneses Lucumí, docente de la UNAL Sede de La Paz y moderadora.

    Las lideresas hablaron de sus visiones, retos y oportunidades frente a la construcción de paz desde los roles que desempeñan en cada una de las organizaciones que lideran.

    Yerlis Carbonell contó que su movimiento surgió para apoyar causas sociales y defender los derechos humanos por los que venían trabajando sus padres en aspectos como el derecho a la tierra, a la cultura campesina y otros procesos relacionados con el conflicto armado en Colombia.

    Una de sus actividades es reconstruir el tejido social que se ha fracturado con el conflicto, por los desplazamientos y muertes de personas en zonas rurales.

    Otro punto de acción radica en la apropiación de la identidad campesina. “Al vivir el conflicto en la zona rural, los jóvenes no ven el trabajo del campo como una opción de vida, queremos garantizar que no se repita el conflicto, por medio del trabajo social, la participación y nuevos horizontes”, mencionó Yerlis.

    Por su parte Carolina Vargas –en proceso de reincorporación en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Tierra Grata, en Manaure (Cesar)– habló del trabajo político y social que realiza con las comunidades, como prevención de la violencia basada en género, el empoderamiento de iniciativas productivas autosostenibles con mujeres en proceso de reincorporación y la lucha por tener viviendas dignas.

    Ella también forma parte del equipo que trabaja en la “primera política pública de mujer, género y procesos de paz”, en la cual tienen la oportunidad de participar directamente.

    Para estas lideresas, una de las estrategias que ayuda a la sociedad a alcanzar realmente la paz es la educación. “Es necesario conocer el por qué, el para qué y el cómo, y necesitamos hacer verdadera pedagogía desde la casa, la escuela, el colegio y la universidad, que nuestros niños y jóvenes conozcan la verdadera historia del país y entiendan su verdadero rol, de esa manera podrán empoderarse, reclamar derechos y gestionar verdaderos cambios”, comentó Rosa María.

    Por su parte, María Ruth Mosquera destacó estas experiencias como muestras del fuerte liderazgo de las organizaciones femeninas y ejemplos de resiliencia al superar el dolor causado por el conflicto y la violencia que han vivido junto a sus familias y comunidades, que se verán reflejadas en el informe que prepara la Comisión de la Verdad para entregar en noviembre del presente año.

    Según la profesora Lucía Meneses, esta actividad académica forma parte de los aportes de la UNAL, que ha estado muy cerca al proceso de paz, especialmente con el acompañamiento a las víctimas, entre ellas estudiantes de la Sede de La Paz que han ingresado a la Universidad a través del Programa de Admisión Especial para Víctimas del Conflicto Interno Armado en Colombia.