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Salud

Mosquitos transmisores de leishmaniasis prefieren temperaturas frescas

    Sus preferencias de temperatura fueron evaluadas en relación con la presencia de bacterias en su microbiota, sobre todo aquellas que podrían modificar su sistema reproductor o generar resistencia a insecticidas. Los hallazgos son una puerta de entrada para evaluar estrategias de control biológico.

    La leishmaniasis es una enfermedad tropical parasitaria transmitida por la picadura de flebótomos hembra infectados, un tipo de mosquito conocido también como palomilla. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año este ocasiona entre 700.000 y 1 millón de casos en el planeta.

    A propósito, la OMS también ha alertado sobre cómo la crisis climática, los cambios de temperatura y de pluviosidad estarían influyendo en la propagación de la enfermedad, aumentando “el tamaño y la distribución geográfica de las poblaciones de flebótomos”.

    Daniela Duque Granda, magíster en Ciencias - Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, evaluó las preferencias de temperatura de los mosquitos y si algunas de las bacterias que habitan en su microbiota se veían o no favorecidas por esta razón.

    “Quisimos identificar la presencia de tres bacterias: Spiroplasma, Rickettsia y Arsenophonus, ya que estas pueden modificar el sistema reproductivo de algunos insectos, lo que ayudaría a controlar las poblaciones mediante estrategias biológicas sin tener que usar químicos que afecten el medioambiente", explica.

    Microclimas y no macroclimas, ¿por qué?

    En el estudio se trabajó con poblaciones naturales de insectos, recolectados en la Costa Caribe, Antioquia y Caldas, a los cuales les aplicó PCR (análisis de copias de un fragmento de ADN) para identificar si tenían las bacterias referenciadas o no.

    “Inicialmente con PCR solo encontramos Arsenophonus en flebótomos Lutzomyia longipalpis de Cundinamarca involucrados en la transmisión de leishmaniasis visceral, y en dos especies de la Costa Caribe: Pintomyia evansi, vinculada también a leishmaniasis visceral, y Psychodopygus panamensis, vinculada a leishmaniasis cutánea”.

    Teniendo clara la presencia de este microorganismo se evaluaron las preferencias de temperatura de los insectos. Para ello se tomó una población natural de cada especie y se expuso a un gradiente de temperatura de 21 a 34 °C.

    “Durante una hora los mosquitos podían movilizarse en el dispositivo según esas preferencias de temperatura que luego registramos. Posteriormente se les extrajo ADN para enviar las muestras a secuenciación y hacer una nueva identificación bacteriana por cada rango de temperatura”.

    Este segundo análisis, hecho con secuenciación de última generación (que permite evaluar con más detalle la presencia de microorganismos) demostró que en los insectos sí había presencia de las tres bacterias buscadas, solo que la PCR no había logrado identificarlas.

    “También encontramos un grupo de bacterias muy abundante llamado Pseudomonas, especialmente entre los insectos que preferían estar entre 21 y 29 °C. Sin embargo estas bacterias disminuían entre los 29 y 33 °C para darle paso a bacterias Bacillus”.

    Este hallazgo es muy relevante porque los dos grupos están asociados con la degradación de piretroides que son insecticidas, lo que se relacionaría con los mecanismos de resistencia del insecto. No obstante, esto último requiere de más estudios, todavía no podemos asegurarlo”, agrega.

    Tanto L. longipalpis, como P. evansi eligen temperaturas entre los 21 y 32 °C hallando, sin embargo, una diferencia significativa entre los 23 y los 27 °C, en los que se halló mayor abundancia de Pintomyia.

    “Así mismo vimos que los insectos que se ubicaron entre los 29 y 31 °C tenían un porcentaje mayor de Arsenophonus, un hallazgo clave si se piensa en estrategias de control biológico con esta bacteria. Suponemos que si el sitio en el que se pondrá en práctica es frío, el microorganismo posiblemente no será muy abundante”, indica.

    De otro lado, anota que “nos preguntamos por qué los insectos prefirieron temperaturas frescas, si estos fueron recolectados en zonas como Sincelejo, donde la temperatura promedio es cercana a los 28 °C, y concluimos que es importante hablar de microclimas y no de macroclimas porque la temperatura que hay en la base de un árbol no es igual a la que hay en el pavimento. En un mismo espacio las temperaturas varían”.

    Así, “al observar que los insectos pueden elegir temperaturas bajas, constatamos que migrarían a zonas en las que encuentren esas temperaturas. En la literatura, por ejemplo, hallamos que para Colombia se espera que P. evansi quede aislada en el Caribe, mientras que L. longipalpis migraría a zonas más altas y de temperatura más baja, donde podría expandirse y adaptarse”.