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Ciencia y Tecnología

Mico del tamaño de un gato, es el animal más amenazado del país

  • El primer avistamiento de los monos Callicebus catequensis se produjo en la década de los 70, en el Caquetá. foto: cortesía Javier García

  • El mono del Caquetá es la especie más amenazada del país.

  • A pesar de llevar una vida dura y difícil, son monos muy tranquilos a los que les gusta vivir en familia.

  • El área de distribución de este primate se reduce a un conjunto de bosques de aproximadamente 120.000 h

El mono del Caquetá es uno de los primates endémicos más carismático e interesantes de Colombia, y a la vez, el animal más amenazado de la fauna endémica del país.

A pesar de su valor biológico y de la trascendencia de sus procesos evolutivos, un estudio que acaba de ser publicado por el Instituto de Genética de la Universidad Nacional de Colombia, financiado por la Vicerrectoría de Investigación, ha demostrado que el futuro de esta especie es incierto.

En escasos 10 años, el hombre ha puesto contra las cuerdas a este pequeño mono"cuyo linaje apareció hace más de un millón de años", hasta el punto en que podría ser la segunda especie de la diversidad de mamíferos colombianos en extinguirse, después de una foca del Caribe conocida como Neomonachus tropicalis.

La investigación liderada por los biólogos Javier García y Manuel Hoyos, así como por otros expertos de la talla de Marta Bueno, Paul Bloor y Thomas Defler, y que inició hace aproximadamente cuatro años, hoy busca un espacio para su publicación en revistas internacionales con el fin de alertar al mundo sobre el peligro crítico que enfrenta el primate y la vergüenza que significaría que una especie desaparezca por el impacto del ser humano. Desde el punto de vista filogenético, y más allá de las observaciones, también avala que el Callicebus caquetensis (nombre científico) es una nueva especie legítima.

Además, el estudio reafirma que de no detenerse la deforestación de su hábitat, la proliferación de cultivos de coca y la tala ilegal de árboles para comercializar madera, así como la ganadería extensiva que arrasa con la vegetación nativa, este tití, también conocido como "mico bonito", desaparecerá en pocos años.

Más territorio

El documento de Javier García expone que la conservación del tití dependerá de la ampliación de algunas hectáreas (h) de los parques nacionales naturales La Paya y Serranía de los Churumbelos, que permita conectar zonas de bosque que hoy están aisladas y de las cuales los monos no pueden salir. Otra alternativa reseñada es vincular a la empresa privada y a propietarios de terrenos de la zona para crear reservas privadas de la sociedad civil.

Tales iniciativas se sustentan porque se comprobó que el mono no vive en selvas profundas que de alguna manera lo protejan, sino que suele permanecer en zonas abiertas de bosque húmedo que, sin que sean fáciles de encontrar ni a las que se pueda llegar sin superar dificultades, lo exponen a sufrir por la tala,  la caza y el tráfico ilegal.

Además, el área de distribución de este primate se reduce a un conjunto de bosques de aproximadamente 120.000 h, una extensión geográfica muy pequeña que se ha vuelto un obstáculo ya que por no poder salir de allí, su reproducción se está consolidando entre familiares (de manera endogámica), hecho que va degenerando la especie.

Sin embargo, a pesar de llevar una vida dura y difícil, son monos muy tranquilos a los que les gusta vivir en familia. Es común ver cómo padres e hijos permanecen agarrados de sus colas durante horas, acicalándose, acariciándose y fortaleciendo una unidad familiar compacta que se afianza porque, además, los "jefes de hogar" tienen una sola pareja para toda la vida (son monógamos).

De este comportamiento fueron testigos las biólogas Laydi Almario y Adriana Acero, de la Universidad de la Amazonia, quienes trabajaron con el grupo de investigadores de la U.N. y fueron las encargadas de documentar la información que relaciona el entorno con los seres vivos (fenología).

Durante el año que siguieron al tití por cerca de 23 h, comprobaron su hábito frugívoro, es decir, su inclinación por una dieta a base de frutas, aunque también se determinó que se alimentan de plantas que crecen en el dosel o la parte más alta de los árboles.

En sus observaciones, de domingo a domingo, ellas pudieron documentar dos hechos opuestos: la debilidad del mamífero como especie, porque hay pocos ejemplares, pero a la vez su fortaleza ecológica como un agente dispersor de semillas que logra renovar la vegetación cuando al desplazarse de un lugar a otro arroja excrementos en diferentes lugares.  

Destierro milenario

Los hallazgos genéticos también son significativos porque en algún momento se especuló que el mono del Caquetá o Callicebus caquetensis podría ser una variante morfológica de otros relacionados, identificados como Callicebus ornatus o Callicebus discolor,este último distribuido muy cerca del Caquetá, a menos de 100 kilómetros (k).

"Demostramos genéticamente que esto no era así, que por fenómenos climáticos y por variaciones en zonas húmedas y secas, la población de Caquetensis quedó aislada de las otras dos y logró fijar una identidad taxonómica exclusiva", explicó el biólogo Manuel Hoyos, integrante del Grupo de Biodiversidad y Recursos Genéticos del Instituto de Genética de la U.N.

Una de las hipótesis determina que hubo un desprendimiento glacial que favoreció la trasformación de los bosques y produjo el aislamiento de Caquetensis, que ha sobrevivido a ese destierro por más de 1,2 millones de años. "El hecho de que no hayan tenido contacto con otros grupos de Callicebus les permitió fijar características únicas", agregó el investigador Hoyos.

Para este experto, es impresionante ver cómo el color de los monos Callicebus varía de una región a otra, así como algunos comportamientos. De ahí que a partir de los resultados han surgido nuevas preguntas sobre los mecanismos de fijación del color en los primates en relación con patrones de comportamiento: "es intuitivo pensar que la evolución determine el comportamiento de una especie, pero el Callicebus caquetensis nos señala que también es posible que un comportamiento retroalimente procesos evolutivos". Las conjeturas quedan planteadas y no permiten entonces que la historia del "mico bonito" quede totalmente cerrada para la ciencia.

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