¡Menos de 90 minutos! Eso le tomaría a un compuesto eliminar el cáncer de mama en laboratorio
Los péptidos son como cadenas de fichas de rompecabezas cuyas unidades mínimas son los aminoácidos, que se van uniendo para formar proteínas (moléculas indispensables para la vida), y una de sus funciones principales es regenerar las células; su caracterización se da según su tamaño, que puede tener hasta 100 piezas.
Los péptidos forman parte del sistema inmune de todos los seres vivos, y algunos de ellos presentes en las vacas se han descrito como una importante fuente para atacar las células del cáncer de mama. Uno de estos es la lactoferrina bovina (LfcinB), que por su estructura química se denomina glicoproteína cuando se divide en pequeños pedazos por acción del sistema digestivo, el cual sería la clave para generar mejores fármacos.
Así lo evidenció el investigador Diego Insuasty Cepeda, doctor en Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) e integrante del grupo de investigación Síntesis y Aplicación de Moléculas Peptídicas, quien en pruebas de laboratorio contra células de cáncer de mama estudió y modificó una parte específica de la cadena peptídica: el LfcinB (entre el aminoácido 20 y 30), y en menos de 90 minutos –contrario a los métodos tradicionales que toman mucho más tiempo– el péptido las eliminó por completo, y no se trata de 1 o 10, sino de miles.
“El proceso consistió en hacer que esta secuencia de aminoácidos estuviera presente dos veces en la estructura (dímero) para potenciar el efecto contra las células cancerígenas, lo cual se hace añadiendo compuestos que no producen los seres vivos, o sea aminoácidos no naturales que se obtienen en el laboratorio y que son como una ‘ayuda’ para el péptido”.
“En este proceso se va observando la evolución –o mejora– del péptido; el compuesto se aplica a las ‘placas multipozo’, que son cajas pequeñas con muchos orificios pequeños, dentro de los cuales se tienen cerca de 20.000 células cancerígenas”, explica el investigador Insuasty.
Los péptidos también se probaron en células de cáncer de colon y cérvix, con una importante respuesta. El éxito del método consiste en que estas moléculas le dan a la célula cancerígena una señal en la que le indican que debe morir, en un proceso llamado “apoptosis”, que es como si la célula de cáncer se suicidara, y lo más relevante es que el péptido solo ataca lo que debe atacar sin afectar células normales, distinto a los métodos convencionales contra la enfermedad.
La acción es similar a lo que ocurre cuando un cultivo tiene una enfermedad: muchas veces se utilizan herbicidas que no son específicos sino que pueden dañar todo el cultivo; los péptidos tienen una especie de localizador de lo que deben combatir.
El siguiente paso del investigador fue llevar el proceso al siguiente nivel, poniéndolo a prueba en ratones, peces cebra y larvas de la polilla Galleria mellonella, a los cuales se les suministró el péptido, y encontró que al aumentar la concentración hasta 30 veces más con respecto a la dosis efectiva para el cáncer, los animales no presentaban efectos secundarios notorios; de hecho, en las hembras de los ratones los problemas eran menos drásticos que en los machos.
“Modificar estos péptidos hace que se resuelvan las principales desventajas de su implementación, que son el hecho de que, al ser moléculas naturales propias del cuerpo, este las degrade o disminuya su impacto, pero en la investigación se les dio a las moléculas una ‘armadura’ que aumentaría su estabilidad hasta por 3 horas”, señala.
La investigación forma parte de un macroproyecto liderado por el grupo de investigación Síntesis y Aplicación de Moléculas Peptídicas, del Departamento de Química de la UNAL, en el cual se busca desarrollar un medicamento contra el cáncer de mama, y en el que estos avances suponen un invaluable paso para estar en un futuro cada vez más cerca de del fármaco adecuado y beneficioso para los pacientes con la enfermedad.