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Salud

Medidores de dosis de radiofármacos deberían ser más precisos

    Conocidos como activímetros o calibradores de dosis, algunos de estos instrumentos, utilizados en la medicina nuclear para medir las cantidades de radiofármacos aplicadas a cada paciente, estarían registrando cifras por debajo de las realmente requeridas, debido a características especiales como su blindaje exterior en plomo.

    Los radiofármacos son desarrollados y administrados a los pacientes en tratamientos contra el cáncer o como imagen de apoyo diagnóstico para identificar alguna enfermedad. Por ejemplo, se aplican en los huesos permitiéndole al especialista ver si el paciente tiene un crecimiento normal o anormal en algunos de los huesos. También se utilizan como último recurso frente a un estado de coma, pues muestra si existe o no respuesta cerebral ante el medicamento.

    Sin embargo, pese a la importancia de la exactitud en su medición, actualmente Colombia no cuenta con una empresa o laboratorio que evalúe la condición óptima de los activímetros, por lo que la investigadora Andrea Lizeth López Rodríguez, magíster en Física Médica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), evaluó la precisión y la variabilidad del servicio de varios equipos utilizados en el Instituto Nacional de Cancerología (INC).

    “Se evaluaron 8 activímetros mediante cartas de control (método estadístico) para determinar si el desempeño de los equipos es correcto y poder tomar a tiempo las acciones respectivas, ya sea sacándolos de circulación o enviándolos a la casa fabricante (fuera del país) para su reparación”, describe la magíster.

    Un calibrador de dosis está compuesto por una cámara de ionización (un gas a alta presión) y por un voltaje, y cuando el radiofármaco emite cierta radiación, esta actúa dentro gas de la cámara haciendo que se desliguen los átomos del gas, es decir, saca electrones, los cuales son colectados gracias al voltaje y se obtiene una medida de corriente, que sería la medición de la actividad radioactiva.

    Según la investigadora, aunque la mayoría de los activímetros evaluados estaban en buenas condiciones, algunos tienen un blindaje en su exterior (bloques de plomo), en donde la radiación choca y se devuelve hacia la cámara de ionización haciendo que la medida de la actividad radioactiva sea aparentemente más alta, es decir, que el equipo mida más de lo que realmente hay.

    “Eso es un problema, porque el especialista puede pensar que le está suministrando al paciente la cantidad perfecta recetada, pero en realidad le estaría administrando menos”, advierte.

    Problema de una dosis inadecuada

    “Uno de los problemas de suministrar la dosis inadecuada de radiofármacos a los pacientes es que si se le da por debajo de lo estipulado, al realizarles el estudio de imagen diagnóstica, este no va a llegar a todos los lugares necesarios, dificultando la identificación de alguna patología por parte del especialista”, explica la magíster de la UNAL.

    Señala además que “los usos más frecuentes de los radiofármacos se dan en los pacientes con cáncer, para lo cual se examinan el corazón y los riñones, ya que en ocasiones la quimioterapia afecta estos dos órganos, y para seguir con el tratamiento es necesario saber si hay o no afectación”.

    La medicina nuclear también se usa en distintas patologías, como por ejemplo si el riñón no está haciendo una filtración adecuada o si el corazón no está latiendo correctamente.

    Otro de los problemas es dar una dosis superior a la recomendada por el especialista, lo que puede causar daños en las vías de eliminación de los fármacos (orina o heces), es decir que se puede afectar el riñón, por lo que se debe tener cuidado con la medición.

    “Por ejemplo, cuando una persona tiene hipertiroidismo se suele dar yodo radioactivo para quemar algunas células tiroideas, y como el paciente produce mucha de esta hormona, se generan afectaciones para su cuerpo. Sin embargo, si se pasa esa dosis de radiación, se puede quemar la glándula”.

    Medicina nuclear, necesaria

    “En el mundo existe una tendencia al aumento de casos de cáncer por muchas razones de toxicidad en el ambiente y por el tipo de alimentación, porque somos más sedentarios y con una expectativa de vida cada vez más larga; por ello, para hacer un buen diagnóstico y tratamiento se requiere de la medicina nuclear”, señala la magíster.

    Sin embargo, también refiere que en 2020, por la pandemia hubo un suministro muy bajo de material radioactivo por la limitación de vuelos comerciales, por lo que había menor disponibilidad de comprar ese material en otros países, ya que Colombia no cuenta con un reactor nuclear.

    “Al hablar de radiación, la palabra ‘nuclear’ crea una resistencia importante, pero se debe aclarar que son más los beneficios que los riesgos de esta medicina; de hecho, Colombia ya cuenta con este servicio en varios departamentos y la tendencia es a que se mantenga”.

    Aunque existen otras alternativas a los radiofármacos, como las resonancias magnéticas o las radioterapias, estas suelen ser más costosas y menos precisas y dirigidas, por lo que pueden causar complicaciones a los órganos cercanos a la zona de radiación, mientras que con medicina nuclear, por ser molecular, la terapia llega al sitio que se necesita y la deposición de energía lo hace localmente evitando afectación para otros órganos cercanos.