La "Niña" se produce por el enfriamiento de la temperatura del Océano Pacífico y las anomalías en los vientos que inciden en la zona. En este sentido, de acuerdo con Montoya, se espera que la temperatura se mantenga en 23,5 grados o descienda medio punto, como máximo, y que recupere gradualmente su temperatura normal (25 grados) en febrero de 2012.
El investigador afirmó que los efectos que causará el fin de "La Niña" no serán tan catastróficos como sucede cuando coincide con la temporada invernal en Colombia (abril-mayo y octubre-noviembre, aunque puede variar).
"No se espera que sigan aumentando los caudales de los ríos como el Magdalena, Cauca y Bogotá en este fin de año, ni que se generen más inundaciones, por lo menos hasta la próxima temporada invernal", agregó.
Comentó también que es poco probable que el país enfrente un tercer año consecutivo con el fenómeno. "Si dos años consecutivos suceden poco, es menos probable que se repita un tercer periodo", explicó.
Pese a la disminución de los estragos de "La Niña", Montoya señaló la urgente necesidad de tomar medidas de mitigación a corto y largo plazo, pues el país tendrá en el 2012 periodos normales de lluvias que deben ser tomados en cuenta.
"Si queremos convivir con el problema, tenemos que buscar una solución. Por ejemplo, en la Sabana de Bogotá, que es una zona inundable, se debe dragar el río, hacer un estudio concienzudo de cuáles son las capacidades que tiene para evacuar las lluvias y buscar dónde se puede construir un túnel paralelo", recomendó.
A corto plazo, indicó, se deben mejorar los modelos de alerta. Sugirió un modelo de descargas que incluya un pronóstico numérico a 24 y 48 horas, que pueda indicar con anticipación el desbordamiento del río.
"Esta medida le serviría a las personas para salvar sus enseres y tomar decisiones que tengan un valor económico", finalizó Montoya.