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Materiales diminutos evitan el ennegrecimiento de las fachadas

    Una experta en Construcción de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) encontró una solución para contrarrestar el deterioro prematuro del estuco con el que se recubren las fachadas; se trata de la atapulgita, un mineral arcilloso imperceptible al ojo humano, cuyo uso en una casa previno el conocido ennegrecimiento, signo de dicho deterioro que se da en los frentes de las edificaciones por la exposición al sol y la lluvia.

    La problemática del deterioro prematuro de las fachadas es un tema que afecta a constructoras y propietarios por igual. Los estucos tradicionales, expuestos a las inclemencias del tiempo y la contaminación ambiental, suelen mostrar signos de desgaste en solo meses, que no solo afectan la apariencia de las casas y los edificios, sino que además generan costos adicionales en mantenimiento y reparaciones.

    La arquitecta Lina María Melo Jaramillo, magíster en Construcción de la UNAL, trabajaba como directora de obra de una constructora de Pasto, y notó que en las fachadas de las casas campestres los estucos se deterioraban muy rápidamente, “les salían manchas negras”, comenta la magíster.

    Su búsqueda de alternativas para este problema comenzó con la exploración de diversas marcas de estucos, tanto tradicionales como nuevas, sin obtener éxito alguno, hasta que se enfocó en los nanomateriales.

    Así encontró la atapulgita, un mineral conocido por sus propiedades adsorbentes que ha sido aprovechado en muchas industrias como ingrediente para desarrollar medicamentos y cosméticos, entre otros productos.

    “La atapulgita está compuesta en un 65,2 % por sílice, por lo que al mezclarla con el estuco lo hace más resistente al desgaste y a los impactos. Encontramos que este mineral tiene propiedades que mejoran significativamente la resistencia del estuco a los factores ambientales, ya que también contiene otros componentes como aluminio, magnesio, hierro y calcio”, explica.

    “La atapulgita ayuda a retrasar los efectos del envejecimiento, que es lo que siempre buscamos en el sector de la construcción. El proceso desarrollado fue de prueba y error; realicé múltiples muestras y pruebas en condiciones reales para garantizar que el nuevo estuco se pudiera aplicar correctamente, y ofrecer los resultados deseados”.

    “Al principio todo fue muy artesanal; hicimos pruebas con estucos de diferentes marcas y componentes, y finalmente utilizamos el material en la fachada de una casa”, explica la investigadora Melo.

    Las pruebas revelaron que el estuco mejorado con atapulgita resistía mejor las condiciones ambientales adversas y mantenía su apariencia estética por más tiempo. “Después de casi 10 meses la casa que utilizamos para la prueba general sigue igual, solo con un pequeño ampollamiento en una fachada lateral”, aseguró la experta.

    El potencial de esta innovación motivó el interés de empresas productoras en Nariño que ya adelantan pruebas para incorporar este nuevo componente en la fórmula de sus productos, con el fin de optimizarlos y comercializarlos.