Cuando de amenazas se trata, se considera que Manizales es una ciudad vulnerable solo a eventos naturales: remociones de masa de tierra, inundaciones, sismos y erupciones volcánicas. Sin embargo, existe un riesgo que no ha sido evaluado en su total dimensión: los incendios.
De hecho, no existe mayor información frente a este peligro, como se evidencia en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que afirma: "No se cuenta con un inventario de las distintas tipologías que componen los barrios, no se conoce el estado de las redes eléctricas, los mecanismos de cocción (medios que utilizan los habitantes para preparar alimentos), la capacidad de combustión de los materiales, entre otros".
Según lo evidencian las cifras del DANE, lo grave es que cerca de la mitad de la población de la capital caldense (unas 195 mil personas) se ubica en los estratos 1 y 2, en sectores donde predominan construcciones fabricadas en madera, esterilla-bahareque y hasta cartón, sin ninguna recomendación o norma técnica. Este tipo de materiales son, precisamente, los más propensos a incendiarse.
El ingeniero civil John Fredy Osorio Cardona, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la UN en Manizales, realizó una investigación que analiza las falencias del POT de Manizales, de cara a la amenaza por incendios. "No solo hallamos desinformación, sino también falta de interés de la Administración municipal frente al tema", indica el ingeniero.
El actual POT muestra amenazas relacionadas con la topografía de la ciudad (altas pendientes que pueden provocar derrumbes y deslizamientos), el clima (prevalencia de lluvias) y las probabilidades de un sismo. No obstante, se queda muy corto ante la amenaza latente de incendios.
El magíster afirma que el problema se debe resolver con rapidez, ya que la falta de mecanismos de prevención podría generar nuevos y peores eventos catastróficos, como el ocurrido en agosto pasado, cuando 40 familias perdieron todo tras el incendio que destruyó el humilde barrio El Aguacate.
Un POT insuficiente
En el Plan de Ordenamiento Territorial del año 2007 se delimitaron los barrios que por el tipo de materiales de construcción presentaban mayor susceptibilidad ante incendios, a través de un Inventario de Tipologías Constructivas realizado por la Oficina Municipal para la Atención y Prevención de Desastres. El inventario especifica la vulnerabilidad de las viviendas según el riesgo de combustión que tienen sus materiales, pero se obvian factores como el acceso a la vivienda, el nivel socioeconómico y la poca preparación de los habitantes.
"El POT es insuficiente para cubrir emergencias por incendios, lo cual se puede corroborar al observar la zonificación presente en los mapas; solo se describen las zonas como de alto, medio o bajo riesgo, sin saber la realidad que se vive en otros barrios de la ciudad", explica Osorio Cardona.
En el mapa se establece en zona de alto riesgo a barrios como Galán, La Estrada, La Avanzada, Asís, San Antonio, El Bosque, La Macarena, El Nevado y Marmato. "Quedan por fuera por lo menos otros 25 que están en riesgo debido a que prevalecen construcciones en bahareque, cartón, esterilla, guadua o madera; es el caso de los barrios El Aguacate y Camilo Torres", argumenta el ingeniero.
Otro factor que complica el panorama es la falta de información de la comunidad frente al riesgo en el que vive. Se suma la falta de recursos, que impide a las personas buscar sitios seguros o contar con alternativas de vivienda cuando se presenta una conflagración.
Osorio Cardona halló que Manizales carece de una red de hidrantes fuerte. Según el Plan de Emergencias formulado el 16 de enero del 2003, deberían estar instalados en sitios clave y ser utilizados para atender y prevenir posibles emergencias.
"Se solicitó a la empresa Aguas de Manizales un informe del estado de los hidrantes. Esto nos dejó más preocupados, pues de los 859 instalados en la zona urbana, solo 50% están en buen estado, 4% están dañados y 1,1% regulares", sostiene el investigador. Un dato curioso es que no hay información precisa sobre dónde se ubica el restante 45% de estas válvulas de emergencia.
Propuesta de la UN
Para John Fredy Osorio, es urgente replantear los mapas de riesgo de Manizales, pero sobre todo cambiar la percepción frente a la utilización de materiales como la madera y la guadua. Por eso, en su trabajo de maestría plantea seguir empleando la madera y el bahareque, pero con una técnica que él denomina Bahareque Encementado Contemporáneo.
La propuesta es ofrecer materiales más livianos, resistentes al calor y económicos en su adquisición, como mampostería confinada, bahareque encementado contemporáneo y el sistema dry-wall (placas de yeso y acero galvanizado). "Desde que se fundó, en Manizales las viviendas se construyen con materiales autóctonos sin ningún tipo de componente adicional. Lo que se busca es reforzar estructuralmente esos materiales tradicionales para que las viviendas sean óptimas", asevera.
El investigador asegura que se debe estudiar a fondo la tradición constructiva de la región cafetera para que haya una mejor preparación ante los incendios, pero considera que más que cambiar los materiales de construcción, hay que modernizar las técnicas. "Con lo que se construye una vivienda en mampostería tradicional se pueden construir dos en bahareque encementado. Hay un ahorro entre 20% y 50%".
Además de evidenciar la falta de preparación de las autoridades de Manizales ante el riesgo por incendios, el estudio de John Fredy Osorio se convierte en una herramienta con la que podría generarse una adecuada gestión de la prevención.