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Ciudad y Territorio

Manizales ilustra la crisis en la planificación urbana

  • La comuna San José de Manizales es una de las más pobres de la ciudad. El plan de renovación urbana pretende mejorar su calidad de vida y revitalizar el sector. Foto: cortesía Carlos A. Botero Vargas

La renovación de la comuna San José, en la capital caldense, dejó de ser un proyecto esperanzador que pretendía revitalizar un deteriorado y céntrico sector. Ahora es ejemplo de los errores que se cometen cuando se planifica desde la distancia, sin la mirada y el sentir de los habitantes.

Buena parte de los habitantes de los siete barrios que la comuna San José, de Manizales, siempre sintieron que la renovación urbana del sector podría traerles más problemas que soluciones. El objetivo del proyecto era mejorar la calidad de vida, el equipamiento urbano y construir viviendas de interés social.

Sin embargo, según explican expertos de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales, lo que se aprobó fue el desplazamiento intraurbano de cientos de familias con el fin de revalorizar los terrenos. En la actualidad, se construye una avenida y se mejoran sectores para proyectos inmobiliarios destinados a usos comerciales y de servicios.

Lo grave, agregan, es que este desarrollo ha producido segregación espacial y marginación social, debido a que se les compran predios a los propietarios con la amenaza de expropiarlos. Como consecuencia, se pasa de un barrio central a uno periférico que no posee las condiciones básicas de dotación e infraestructura.

Luis Fernando Acebedo Restrepo, profesor de la sede, dice: "El macroproyecto se justificó a partir de la idea de construir vivienda de interés social. Por eso, se han adquirido terrenos usando mecanismos coercitivos. Sin embargo, dado el posterior fraccionamiento de la iniciativa, el Gobierno nacional deberá resolver algunos casos a través de la política nacional".

También resalta que el proyecto pretendía entregar soluciones habitacionales gratuitas en los mismos lugares donde el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) había limitado los desarrollos, debido a condiciones de riesgo por deslizamiento.

Así, "los terrenos más planos y mejor dotados que se están comprando serán ofertados al mercado inmobiliario, sin que esté claro cómo los Gobiernos nacional y local recuperarán las inversiones hechas en su adecuación". 

Contradicciones urbanas 

"La ciudad se configura como el espacio existencial en el cual los humanos han consolidado sus maneras transformativas de habitar la tierra. Ella "dotada de su propia historia, su propia lengua, su propia escritura" ha permitido que se le transforme".

Esa es la visión que tiene de ella Diana Marcela Gómez Sánchez, magíster en Ambiente y Desarrollo de la UN en Manizales e integrante del grupo en Pensamiento Ambiental.

En su tesis "La calle política y la calle habitada, hacia su estudio como escenario urbano donde acontecen diversas situaciones", examinó las complejas realidades urbanas que enfrenta la capital caldense.

Según ella, desde el punto de vista de las ciencias, la planificación urbana ha ido más allá del control físico y pretende determinar las dinámicas cotidianas de los habitantes y sus imaginarios, así como incentivar procesos paralelos que eviten la segregación espacial, la marginación, la transgresión y las resistencias. No obstante, ha fracasado en países como Colombia.

Uno de los problemas es que han sido las empresas privadas, con sus lógicas de ganancia, las que se ha apropiado de su desarrollo. Ellas acentúan las nuevas tendencias de recentralización del ordenamiento territorial y de planeación de la ciudad. Para ello, usan elementos coercitivos, como la expropiación. 

Resistencia al control territorial 

Otro aspecto de la crisis urbana estudiado por Gómez fue la principal calle de circulación de Manizales.

"Se hizo un ejercicio de campo en la carrera 23, principal eje vial de la ciudad. Desde allí, se abordaron diferentes dimensiones con una mirada estética y compleja de las prácticas cotidianas del habitar. Se intentó develar las maneras como estas son ignoradas o, en algunos casos, marginadas por las estrategias oficiales de planificación", afirma.

El profesor Acebedo, arquitecto y uno de los jurados de la tesis, asegura: "Es un tratamiento inequitativo por parte de la Alcaldía. Les cobra a los vendedores formalizados un arriendo mensual para ejercer la actividad comercial en la vía pública. Pero, en cambio, está regalando el usufructo del espacio público aéreo, al autorizar que se construya un puente que une dos centros comerciales y sin ninguna contraprestación".

En este punto, y según la magíster, a los mecanismos oficiales de imposición y control territorial que se ejercen en la ciudad se les sobreponen prácticas informales del habitar, lo que transgrede los usos funcionales del espacio en cuanto lugares para el encuentro, el rebusque y el arte callejero. 

Mirada irradiante y mirada itinerante 

El marco teórico de la investigación se desarrolló con base en dos metáforas filosóficas: la mirada irradiante y la mirada itinerante; planteadas en el libro El gesto y la palabra, de André Leroi-Gourhan.

La primera (o la del águila) es aquella que se tiene desde una perspectiva lejana a la realidad. "Es la perspectiva de quien contempla el territorio desde la distancia y desde allí lo planifica. Así lo convierte en un asunto plano, que privilegia la mirada técnica sobre las realidades que en su interior configuran el lugar", dice Gómez.

Es el caso de la comuna San José, en donde los habitantes son los últimos en saber cómo van a ocupar los nuevos espacios.

La segunda (o la de la serpiente) se refiere a la percepción de las personas que habitan un lugar, confluyen en él diariamente y lo relacionan como su hogar. "Es la mirada del planificador que recorre la ciudad y está en contacto permanente con sus calles; es decir, el que siempre tiene un contacto directo y tácito con este espacio", puntualiza.

Con los análisis efectuados por expertos de la UN se pretende que las lógicas se desarrollen de manera participativa, incluyente y respetuosa de las huellas culturales de sus habitantes, es decir, de la memoria histórica que le da sentido a los lugares.

En el caso de la comuna San José, habría que tener en cuenta que los habitantes han vivido en espacios mucho más grandes que los 42 m2 de vivienda que se pretenden entregar en bloques sin locales comerciales. Por otra parte, se debería contemplar que la mayoría de hogares tenían o aún tienen negocios para su autosostenimiento; que quienes trabajaban en el centro no tenían que pagar pasajes; y que hay familias que llevan generaciones viviendo en el lugar.

¿Están contempladas estas dinámicas en el plan de renovación urbana? Según los expertos, no.