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Medioambiente

Manglares e islas-barrera mitigarían riesgo de tsunamis en Tumaco

    Además de proteger de los tsunamis, dichos ecosistemas resguardarían el municipio de San Andrés de Tumaco ante las amenazas sísmicas, la erosión costera y el fenómeno de El Niño. Para que su conservación sea esencial es necesario impulsar un trabajo institucional e interdisciplinario en el que participen gestores ambientales, expertos en prevención de riesgo, planificadores en el uso de la tierra, y por supuesto la comunidad.

    Según estudios de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo, San Andrés de Tumaco es el municipio de Colombia con mayor población expuesta a un fenómeno natural de tsunami, escenario alarmante considerando que su población aproximada es de 253.637 habitantes, 86.320 en la cabecera municipal y 167.310 en los centros poblados y el área rural (DANE, 2018).

    El escenario es más crítico si se evalúa el estado de los ecosistemas estratégicos –manglares, bosques, arrecifes de coral y pastos marinos– que sirven como barreras naturales para disminuir los efectos colaterales de los eventos naturales, ya que, producto de la subducción de la plaza oceánica Nazca sobre la placa continental sudamericana, la “Perla del Pacífico” se ubica en una zona de altas posibilidades de sismos, licuación y tsunamis.

    Diana Cristina Cardona Duque, magíster en Estudios Urbano - Regionales de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, afirma que “los ecosistemas marino-costeros brindan múltiples beneficios y servicios; ellos tienen la capacidad natural de regular o mitigar los impactos de eventos naturales como tormentas, inundaciones, tsunamis o aumento del nivel del mar”.

    “Además, en la economía del municipio sirven para el sostenimiento de las comunidades; son atractivos turísticos; brindan materias primas y sirven para desarrollar actividades como la pesca y la camaronicultura; son el hábitat de muchas especies endémicas, algunos son reservorios de carbón, y en ellos se desarrolla la vida de muchas especies acuáticas y terrestres”.

    Crecimiento desordenado incrementa el riesgo

    Para la investigación se tuvieron en cuenta los resultados de estudios realizados por la Dirección General de Ecosistemas en 2002, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (Minambiente) en 2018, y el documento Diagnóstico y zonificación preliminar de los manglares del Pacífico de Colombia, elaborado en 1997 por Minambiente y la Organización Internacional de Maderas Tropicales, entre otros.

    Así mismo se elaboró un análisis exhaustivo con datos de imágenes satelitales de alta resolución, en las cuales se usaron las bandas del espectro electromagnético del infrarrojo para diferenciar fácilmente las zonas construidas de vegetación.

    Con esta información se produjo una gráfica de su variación en área con el pasar del tiempo y se generaron mapas con imágenes satelitales de Google Earth de 2002, 2009, 2013 y 2017; además se utilizó la imagen de Planet Explorer con base en las comunas del municipio para 2018. Con esta información se observó claramente el crecimiento poblacional en las márgenes costeras.

    “Se evidenció un continuo crecimiento de asentamientos de la población sin un orden definido, en zonas de alto riesgo y características de las viviendas que crean un escenario propicio para que eventos como un tsunami provoquen un desastre natural de grandes dimensiones”, señala la magíster.

    Para estructurar la información, la investigadora utilizó el gestor documental de información científica Mendeley Desktop, que facilita la importación y exportación de documentos y permite dar soporte al trabajo de investigación en la red social científica.

    Según la magíster, “además de un continuo crecimiento de asentamientos de la población sin un orden definido y en zonas de alto riesgo, se evidencia el deterioro tanto de las viviendas como de las vías terrestres y de los puentes palafitos, lo cual hace mucho más susceptible a la población en un eventual desastre natural”.

    “En ese sentido, se identificó que en este territorio nariñense hace falta una gestión integral que implemente medidas ante los efectos de un tsunami. Los manglares y las islas-barrera forman parte de las ‘soluciones basadas en la naturaleza’, una serie de acciones dirigidas a proteger, gestionar y restaurar de manera sostenible ecosistemas naturales o modificados, que hacen frente a los retos de la sociedad de forma efectiva y adaptable, proporcionando simultáneamente bienestar humano y beneficios de la biodiversidad”.

    Manglares esenciales

    Según la Corporación Autónoma Regional de Nariño, este departamento concentra alrededor de 59.997 hectáreas de manglar, de las cuales 5.611 están Tumaco. Estas se emplazan desde el margen derecho del brazo Chanzará, en límites con Guapi (Cauca), hasta el margen derecho del río Mataje, provincia de Esmeraldas (Ecuador).

    Al igual que los arrecifes de coral, las marismas, los pastos marinos, las dunas de arena y la vegetación costera, estas actúan como amortiguadores naturales contra tsunamis, inundaciones y otros peligros costeros, gracias a su capacidad de reducir la altura, la velocidad de las olas y la energía de los vientos; además atrapan sedimentos –materia orgánica– y evitan la erosión costera y los daños a la infraestructura.

    Los bosques y manglares nariñenses se consideran como los más importantes del país por su extensión y su estructura, y en ellos se encuentran especies arbóreas como mangle rojo, concha, piñuelo, nato, blanco, comedero y jelí.

    La investigación identificó que las especies mangle rojo y piñuelo han sido las más afectadas por actividades económicas basadas en la captura de moluscos (pianguas) y crustáceos (camarón y cangrejo), y en la pesca.