Una de las mayores reservas de proteína para la dieta humana, el ganado vacuno, influye directamente en el calentamiento global y la degradación de los ecosistemas.
¡Pero, ojo, la solución no está en dejar de comer carne y tomar leche! Según el investigador Edgar Cárdenas, zootecnista experto en forrajes (pastos que comen las vacas), casi todo consumo humano afecta el equilibrio del entorno, por eso hay que procurar que la producción de alimentos se haga de forma eficiente y amigable con el ambiente.
En el caso de la industria bovina, la respuesta no está en reducir el número de reses, sino en optimizar la producción animal. Así, en lugar de tener una vaca que produzca 10 litros de leche, se puede tener una que produzca 20 ó 25 litros y que consuma igual cantidad de forraje.
Según resultados de una investigación liderada por el profesor Cárdenas en la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la UN en Bogotá, con solo cambiar la dieta de los animales es factible generar beneficios en tres vías: para los ganaderos, el ambiente y los rumiantes. Lo dice por un forraje especial que su grupo de investigación ha probado con éxito en los bovinos "una leguminosa de la cual se habla más adelante", que se convirtió en dieta exquisita para su paladar.
Huella en el ambiente
¿Alguna vez se ha preguntado qué hay detrás del consumo de un suculento plato de carne o un cremoso vaso de leche?
Según Cárdenas, la obtención de un kilo de carne requiere 15 metros cúbicos de agua "algo así como 15 toneladas", mientras que la producción de un vaso de leche de 200 mililitros necesita 200 litros de agua.
La industria ganadera produce el 13% de los gases de efecto invernadero. De esa cifra, 90% son gases como óxido nitroso y metano. Hay que tener en cuenta que una molécula de óxido nitroso en la atmósfera tiene un potencial de calentamiento global 296 veces más que una de CO2 (dióxido de carbono), mientras que una de metano lo es 23 veces más.
Por otra parte, el 65% de los suelos ganaderos son fertilizados con productos nitrogenados, una de las sustancias que más degrada el ambiente, sobre todo las fuentes de agua.
Por lo anterior, los retos del sector ganadero son grandes: mantener la producción de carne y leche durante todo el año para minimizar el desbalance nutricional que existe en la población mundial, y reducir los impactos ambientales, dice Cárdenas.
Destaca que "la población humana es de aproximadamente 6 billones de personas y en el 2050 será de 9 billones. El consumo de carne pasará de 229 millones de toneladas (año 2000) al doble en el 2050. Lo mismo sucede con la leche: hoy el consumo está en 580 millones de toneladas, y en el 2050 será de mil toneladas".
Desde lo ambiental, el reto es reducir la presión sobre los ecosistemas frágiles, minimizar y optimizar la fertilización "nitrogenada o fosfatada que es la que se usa en pasturas" y, lo principal, reducir las emisiones contaminantes de los gases que produce el ganado por la fermentación del alimento en su estómago. Sí, las flatulencias, la respiración y los eructos de las reses hacen su aporte al calentamiento de la atmósfera, pues expulsan gases como metano y en la descomposición de heces y orina se libera amoniaco y óxido nitroso.
El experto anota que en Colombia existen 24 millones de cabezas de ganado, siendo el noveno país del planeta con mayor inventario. La meta del gremio es aumentar la cifra, lo cual no es conveniente "asegura" por los efectos ambientales.
Vegetal prodigioso
El Lotus, pequeña planta leguminosa, surge como alternativa alimenticia para mitigar las emisiones de la ganadería en tierras altas como la Sabana de Bogotá. Es prodigiosa por donde se mire, pero tiene un único "defecto": su lento crecimiento. Luego de varios trabajos de investigación realizados por estudiantes de pregrado y posgrado, se han logrado detectar y verificar numerosas propiedades.
Es un vegetal que al ser ingerido por el ganado disminuye contundentemente la eliminación de nitrógeno por la orina y la posterior generación de N2O (óxido nitroso); asimismo, reduce la emisión de CH4 (metano). Cárdenas afirma que esto sucede porque la proteína de la dieta de la res, en vez de degradarse (como ocurre con otras dietas), es absorbida por el intestino del animal. A la vez se reduce la metanogénesis, esto es, la formación de metano por intervención de microbios intestinales.
El Lotus además presenta taninos, metabolitos secundarios (compuestos químicos sintetizados por las plantas) responsables de una mejor producción y calidad de la leche. En los experimentos realizados durante más de 13 años con financiación de Minagricultura, asociaciones y cooperativas ganaderas, comprobaron que gracias al consumo de ese forraje, combinado con pasto kikuyo y sin fertilización nitrogenada, la producción de leche se incrementa 18%, frente al consumo de pasto tradicional.
"El kikuyo es una pastura que requiere fertilización con nitrógeno, 400 kilos al año por hectárea. En contraste, el Lotus lo fija del ambiente y lo incorpora en sus tejidos", dice el investigador. El dato es importante si se tiene en cuenta que solo el 35% de la urea (fertilizante nitrogenado) que se aplica a la planta es captada por la misma. El resto va directo a contaminar el ambiente, principalmente las fuentes de agua.
Se comprobó, además, que la leche del ganado alimentado con Lotus incrementa su contenido de proteína en 14% y de grasa en 11%. Como si fuera poco, la planta es resistente a heladas, retiene muy bien la humedad del suelo, soporta el estrés por las pisadas del ganado y se dispersa de manera adecuada, una vez se establece en el terreno.
Hace un mes, cuando Lotus fue presentada en sociedad, unos 600 ganaderos de la Sabana de Bogotá se mostraron maravillados, aunque para muchos no era desconocida. Edgar Cárdenas explica que la leguminosa es de Nueva Zelanda y fue introducida por ganaderos al país hace más de 30 años, solo que no fue vista como una opción alimenticia.
"La semilla de Lotus en terreno demora entre ocho y nueve meses para propagarse, y por material vegetal trasplantable, entre cuatro y seis, dependiendo de la fertilidad y humedad del suelo. Entretanto, los ganaderos quieren pastos, como el ryegrasso, que estén listos en menos de 70 días".
¿Cómo convencer al sector? Con algo tan sencillo como ser competitivos. El investigador de la UN expone que los mercados internacionales están pidiendo productos con la menor huella ecológica posible, de lo contrario se cierran puertas. Suiza, Suecia y Nueva Zelanda son líderes en este propósito y lo exigen a sus proveedores. De esta forma, la UN contribuye a mejorar la sostenibilidad y competitividad, respondiendo con el ambiente y con los nuevos mercados.
Sedes