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Medioambiente

Los insectos no son bichos “raros”: investigan su potencial como alimento

    Algunos los perciben con desdén, otros los consideran plagas, pero al conocer mejor a estos animales podemos entender el papel que cumplen en la preservación de los ecosistemas y los beneficios que su existencia representa para el ser humano: algunos polinizan, otros descomponen materia orgánica, controlan poblaciones de otras especies e incluso podrían servir como una potencial fuente de alimento.

    Colombia, el segundo país más biodiverso del mundo por albergar gran variedad de plantas, animales, hongos y microorganismos. En el caso de los insectos, se calcula que podrían existir en el territorio nacional hasta 320.000 especies, que representarían más de un 30 % de las identificadas en el mundo, aunque muchas todavía no se conocen.

    El Centro de Investigación en Artrópodos Terrestres (CINAT) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se ha constituido para profundizar en el estudio de estos fascinantes seres, sus adaptaciones a diversos ecosistemas, así como aprovechar su metabolismo para promover sistemas productivos agrícolas y alimenticios sostenibles.

    Mientras continúa la investigación para inventariar la diversidad de insectos que viven en Colombia, también se han desarrollado proyectos que han domesticado algunos de estos animales, ofreciendo nuevas perspectivas para los sistemas de producción, según explica Magaly Menjura Rojas, Zootecnista y Coordinadora de proyecto en el CINAT.

    Algunos de los animales han mostrado mayores beneficios son el gusano amarillo de la harina (Tenebrio molitor), gusano rey (Zophobas atratus), gorgojo chino (Ulomoides dermestoides), grillo rayado (Gryllodes sigillatus), grillo común (Acheta domesticus), cucaracha de Madagascar (Gromphadorhina portentosa), cucaracha argentina (Blaptica dubia) y mosca soldado negra (Hermetia illucens).

    En el CINAT se ha determinado que los insectos, dependiendo de la especie, como por ejemplo los grillos, presentan niveles de proteína entre 55 % y 70 %. Además, mediante las dietas proporcionadas por los investigadores, es posible mejorar la calidad nutricional de estos insectos.

    Además, los investigadores afirman que a partir de los insectos se obtiene biomasa (materia orgánica utilizada como fuente de energía) en corto tiempo, lo que reduce los ciclos productivos y permite obtener una mayor cantidad de insecto vivo y fresco para la fabricación de harina destinada a peces y humanos.

    Con los insectos se aprovechan los residuos orgánicos que ya no son contemplados en la cadena de consumo humano, resaltando que, sin estos procesos, la acumulación de residuos podría convertirse en un problema medioambiental. Por ende, en el CINAT se valora la conversión de residuos en biomasa para promover una economía circular.

    La zootecnista Menjura afirma que ya tienen protocolos establecidos para la cría del gusano amarillo y otros insectos, lo que asegura la ausencia de contaminación cruzada y su aptitud para el consumo. Uno de sus mayores objetivos es ser pioneros en generar legislación que reconozca a los insectos promoviendo su bioprospección y aprovechamiento responsable. Su motivación incluye replicar estas estrategias en economías familiares, así como para pequeños y medianos productores.

    Los insectos, lejos de ser simples bichos, representan una solución innovadora y sostenible a múltiples desafíos ambientales, como la acumulación de residuos,  y la seguridad alimentaria. Su capacidad para transformar residuos en recursos valiosos y su potencial en la producción animal podrían redefinir el futuro de la agricultura y la nutrición.

    Además, al integrar los insectos en sistemas productivos es posible desacelerar el impacto negativo ambiental y avanzar hacia una economía circular más equilibrada. Este enfoque no solo abre nuevas oportunidades económicas, sino que también contribuye a la preservación del medio ambiente, marcando el comienzo de una nueva era en la gestión de recursos y sostenibilidad.