Se afectarían, además, una especie vegetal endémica de la región conocida como "gurrumay", y cerca de 30 familias que se expondrían a olores fétidos y moscas.
Allí, habitantes de toda la vida como Ismael Forero están orgullosos de caminar por las mismas trochas por donde cazaron y recolectaron alimentos los primeros pobladores de los que se tiene registro en la Sabana de Bogotá. El arraigo por su tierra se acrecentó hace 19 años, cuando arqueólogos de la Universidad Nacional de Colombia sacaron a la luz los restos de comunidades humanas que habitaron la zona entre 12 mil y 3 mil años antes del presente.
La tranquilidad del pequeño municipio, de 11 mil habitantes, se trastornó con la noticia de que a sus solares podrían llegar las basuras de cerca de 20 municipios del norte de la Sabana de Bogotá.
La pelea entre la comunidad y la empresa Tecnoambientales, dueña del terreno donde se podría construir el basurero, lleva siete años. En ocasiones, la normatividad se ha puesto a favor de los habitantes de Nemocón. Otras veces, a favor de quienes desarrollan el proyecto. La contienda está a punto de resolverse en los tribunales.
Un plan de manejo arqueológico, que se estructura desde el programa de extensión del Departamento de Antropología de la UN, puede convertirse en la herramienta clave para salvar ese invaluable patrimonio. Investigación, ciencia y pedagogía son las herramientas.
¿Qué tanto sabemos los colombianos de los hombres que caminaron por estas tierras en la prehistoria? Muy poco, afirma la arqueóloga Ana María Groot, quien en 1991, junto a un grupo de destacados antropólogos como Gonzalo Correal, halló uno de los asentamientos más antiguos del que se tenga conocimiento en el país.
"Hay pocos sitios con esas condiciones de conservación de huesos tan antiguos. En otros lugares la acidez de los suelos, la humedad y la intervención humana los descomponen rápidamente", explicó Groot.
En las primeras exploraciones científicas, hace unos 40 años, el reconocido antropólogo Thomas van der Hammen "quien falleció hace poco" describió una nueva especie vegetal endémica de Nemocón, la Condalia thomasiana. Hoy, según un concepto técnico del Jardín Botánico de Bogotá, está en vía de extinción. Lo grave es que su mayor concentración, de escasos 30 ejemplares, se encuentra en el sitio donde se pretende construir el relleno.
En el 2003 comenzó el dolor de cabeza para los nemoconenses. El alcalde de la época accedió a que se construyera el basurero, por lo que los dueños de Tecnoambientales compraron las propiedades que hoy son terreno de disputa. En el 2004, con nuevo alcalde a bordo, la Administración municipal dimensionó el problema que se le venía encima en lo social, lo ambiental y lo patrimonial.
"Para entonces yo era Secretario de Planeación Local y de inmediato comencé a buscar salidas jurídicas. Lo que más nos preocupaba era el daño al ambiente y el efecto sobre las cerca de 30 familias que viven a pocos metros de donde se pretende construir el basurero. Luego llegó la Universidad Nacional y nos dio más argumentos para defender el sitio", dice el actual alcalde, José Fidel Vega.
A finales del 2004, el Concejo Municipal aprobó un proyecto de acuerdo por el cual se declaraba una amplia zona como patrimonio arqueológico, histórico, ecológico y cultural de Nemocón. Según explica Ana María Groot, se tuvo que reversar la decisión debido a un concepto de la Procuraduría Ambiental y Agraria, que dijo que el procedimiento no estuvo ajustado a la ley.
Fue un gol a favor del relleno sanitario, así como el hecho de haber conseguido el aval de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Empezó una larga batalla jurídica, incluso con agresiones físicas, como recuerda el señor Ismael Forero.
El Alcalde asegura que sería un grave error que la justicia se pusiera de lado del relleno. "El Acueducto de Bogotá sustentó que hay muchas posibilidades de que se cuelen los líquidos contaminados del basureros (los lixiviados) y lleguen a las dos quebradas que desembocan en el río Checua, que a la vez entrega sus aguas a la planta de tratamiento de Tibitó, la cual surte a municipios como Chía, Cajicá y un sector grande del Norte de Bogotá".