La U.N. recibió hoy hielo gruñón antártico

Los hielos gruñones son llamados así porque  cuando comienzan a pasar a estado líquido producen ruidos característicos. Se trata de trozos antiguos que han soportado grandes presiones, lo que los hace transparentes como un vidrio, y además pueden durar más tiempo sin derretirse.

Esta pieza del estrecho de Gerlache (península Antártica) fue entregada por la Comisión Colombiana del Océano (CCO) al Departamento de Geociencias de la U.N. para estudios de tipo geológico y biológico.

El contralmirante Juan Manuel Soltau Ospina, secretario ejecutivo de la CCO, explicó que con este acto simbólico la comisión presenta a la comunidad universitaria las oportunidades que existen en el océano, en las cuales la Universidad, a través de sus sistemas de investigación, puede establecer alianzas para desarrollar diversos trabajos.

"La entrega del hielo gruñón es un paso para esa alianza, pues conocemos el potencial académico de la Universidad Nacional y el aporte que podrán realizar las investigaciones en este campo a la ciencia", destacó el contralmirante Soltau.

Por su parte, Diego Fernando Mojica Moncada, biólogo marino y asesor en asuntos antárticos de la CCO, dijo que este hielo es el resultado de un proceso de miles de años, en el cual se ha condensado la humedad del aire del polo sur, con la que se comienzan a generar capas de nieve que a través de los años se van desplazando hacia el extremo de la Antártica.

Con la erosión se forman grandes témpanos de hielo que se van a la deriva y, con el tiempo, ésta permite que se derritan poco a poco y dan origen a los hielos gruñones. Por eso, "con esta pieza que entregamos hoy a la U.N., los investigadores podrán hacer datación por carbono 14, isótopos y analizar sus compuestos milenarios", mencionó el experto.

Además, destacó que estos hielos transparentes han sufrido deformaciones y altas presiones, por las que han almacenado en su interior burbujas de aire que pueden tener información de la atmósfera de años atrás, así como rocas y sedimentos que pueden contener microorganismos extintos.

El traslado de este trozo de hielo de 13 kilogramos de peso fue un reto importante. Estuvo almacenado en los cuartos fríos del ARC 20 de Julio, buque colombiano en el que se realizó la expedición. Posteriormente, con la ayuda de la Armada Nacional se trasladó de Cartagena a Bogotá, en donde ha permanecido a -19 °C, hasta el día de hoy que fue entregado a la U.N.

Luz Amalia Ordóñez, directora del Departamento de Geociencias de la U.N., afirmó que la experiencia de este departamento ha sido el trabajo con roca sólida, por eso el reto es analizar, en el estado sólido del hielo, estructuras y organismos que se encuentren dentro de la muestra.

"Con los estudios podríamos determinar porcentajes de gases y una historia de la evolución de la atmósfera", comentó la profesora Ordóñez. Sin embargo a lo que más va a contribuir el estudio es a determinar estrategias de investigación, pues por ahora se tiene la de conservación.

En este sentido el hielo gruñón permanecerá en las condiciones necesarias con herramientas que facilitará el Departamento de Biología, con las que se mantendrá en temperaturas de hasta -20 °C.