Escudo de la República de Colombia Escudo de la República de Colombia
/La oportunidad de modernizar la ciudad
Ciudad y Territorio

La oportunidad de modernizar la ciudad

  • En algunas ciudades como Bogotá ya se cuenta con iniciativas que tienden a la innovación urbana. - foto: archivo Unimedios

El proceso de paz abre las puertas de un nuevo escenario para replantear el futuro de las grandes ciudades colombianas, con fundamento en la ciencia, la tecnología y el diseño. Algunas, como Bogotá, Medellín y Bucaramanga, ya han dado los primeros pasos.

En las últimas décadas, se ha venido generalizando en el mundo la percepción de que las ciudades como centros de habitabilidad, especialmente las más grandes, han llegado a un nivel de crisis en su funcionamiento, por lo cual se hace obligatorio intervenirlas de manera drástica. Ello, si se pretende forjar una viabilidad democrática en lo político, económico y social y hacerlas ambientalmente sostenibles y competitivas en el ámbito internacional. El reto constituye un programa universal de ciencia, tecnología y diseño para los grandes centros urbanos.

En Colombia, la demanda de ciencia, tecnología y diseño (C+T+D, según la propuesta del diseñador alemán Gui Bonsiepe) en los procedimientos y en las apuestas de administración, financiación, construcción, renovación y rehabilitación de las metrópolis es cada día mayor y la conciencia sobre la urgencia de su introducción ha alcanzado un consenso que empieza a interrogar las distintas instancias sociales y políticas, con miras a formular y diseñar los horizontes y alcances de su desarrollo.

Entrados en el siglo XXI, se ha puesto al desnudo el enorme atraso académico, metodológico y dotacional del recurso científico, técnico y proyectual del país para acercarse a investigar e interpretar los nuevos movimientos y retos sociales, económicos y ambientales que plantea la consolidación consciente de la urbe contemporánea. También se siente el atraso a la hora de diagnosticar y formular salidas ciertas y eficaces a la cantidad de problemáticas físicas y funcionales de conurbaciones del tamaño y la trascendencia de Bogotá y de las demás ciudades colombianas.

Lo anterior tiene lugar al considerar, como lo impone la coyuntura actual, la eventual finalización del conflicto armado que se discute en La Habana, la cual, de producirse, introduciría un escenario absolutamente inédito en nuestra historia urbana, para la discusión de la problemática de la ciudad colombiana de cara a su gobierno, a su ordenamiento y a su construcción física para el futuro. 

Silencio político 

En realidad, más que a los gobiernos y a los gobernantes, estos nuevos planteamientos y procesos de búsqueda interrogan directamente al mundo general de la política, porque todos ellos surgen del cuestionamiento que se hacen los ciudadanos con respecto a la forma como se desarrolla la vida en la ciudad y se expresan como perspectivas de vida social y como proyectos de ciudad y sociedad.

Allí, en los enclaves del manejo y el trasegar de las organizaciones políticas de todas las tendencias, el silencio, si se quiere, es mucho más atronador que en los nichos gubernamentales donde al menos se oyen promesas.

Ninguno de los partidos o demás tipos de agrupaciones del ejercicio de la política en Colombia (desde las más conservadoras y reaccionarias hasta las más contestatarias) ha producido hasta ahora una teoría o alguna formulación programática del papel que juegan en su ideario o en la estructuración de sus planteamientos de actuación, la ciencia, la tecnología y el diseño, así como la ciudad misma.

En cambio, se ha llegado a acuñar la idea "con gran éxito para los sectores más conservadores del espectro político" de que lo que necesitan las primeras magistraturas de las ciudades es "gerentes" que realicen "eficientemente" sus gobiernos.

Esta tendencia desvirtuó el espíritu de la tardía introducción de la elección popular de alcaldes en 1986 que, con la Constitución de 1991, configuró lo más sensato que se ha aportado desde Colombia para perfeccionar la democracia. Además, desnaturalizó el sentido del gobierno de la ciudad hasta simplificarlo en una práctica que los burgomaestres llevan a efecto liberando de toda responsabilidad a las organizaciones políticas.

Como es apenas obvio, en esos escenarios de "inmediatismo" y aparente "eficientismo", que se ha tomado el gobierno de las ciudades, no cabe la creación de conocimiento científico, la producción de desarrollos tecnológicos y de diseño y la atención seria, estructural y sistemática del las problemáticas de la urbe, que por su complejidad, magnitud y permanente crecimiento exigen del trabajo metódico y riguroso de la planeación y del mantenimiento. 

Futuro posible 

El momento histórico que vive el país es propicio para plantear seriamente condiciones que permitan superar las falencias estructurales que hemos estado describiendo a lo largo de estas líneas.

Lo que está por confluir, una vez se alcancen los acuerdos en La Habana, es la oportunidad de abocar la problemática urbana en condiciones de paz, algo que no conoce nuestra ciudadanía, pues siempre ha tenido que plantearse su existencia en medio del fragor de la guerra, con la creciente conciencia ciudadana, académica y política del papel determinante del desarrollo de la ciencia, la tecnología y el diseño, en la innovación de la posibilidades productivas y el mejoramiento de la calidad de vida en los entes territoriales del país.

A pesar de que la dimensión de la tarea es enorme, debemos tener conciencia de que no se parte de cero: en algunas ciudades existen, desde hace algunos años, iniciativas que potenciarán su incidencia cuando las instancias y los procesos estructurales para la innovación se activen de manera definitiva.

Algunas ciudades ya cuentan con políticas de ciencia y tecnología y han conformado alianzas público-privadas en las cuales las universidades y los empresarios se han unido al Estado para formular plataformas sobre las cuales se puede dar piso al futuro.

Incluso se ha abierto la perspectiva de construcción de parques científicos y tecnológicos (Guatiguará, en Santander) y han empezado a funcionar proyectos como Ruta N, en Medellín. Asimismo, la administración actual de Bogotá está desarrollando, con la Universidad Nacional, los estudios que permitirán adoptar la Operación Estratégica Anillo de Innovación.

Hay pues una vanguardia: se trata, como en todo lo que se relaciona con la ciudad, de construir la voluntad política en los ámbitos académicos y políticos para que sustenten científica y políticamente los esfuerzos que hasta ahora ha hecho la sociedad civil en su búsqueda por modernizar la ciudad colombiana.