La nueva realidad. La caída en los precios del petróleo tendrá consecuencias de importancia para muchos sectores de economía nacional. Lo que hace necesario tomar conciencia, antes de que la destorcida lleve a producir efectos mayores para todos los colombianos.
Lo primero que debe reconocerse es que la ecuación del mercado petrolero mundial cambió. Debido a los altos precios, las técnicas de exploración y explotación costosas se desarrollaron, permitiendo que países consumidores y con producciones menores a su demanda pudieran llegar a la autosuficiencia e incluso convertirse en exportadores. El caso más importante son los Estados Unidos, además de que en otras partes como Colombia se estén empezando a usar esas técnicas para incrementar la producción.
El resultado es la abundancia de petróleo, con la consecuente caída del precio, lo cual significa una disminución del 30% en cuatro meses, agudizada en noviembre, por el invierno en los países de mayor consumo. Son señales incontrastables para el mercado, que no pueden menospreciarse, y sin caer en el alarmismo, deben llevar a tomar decisiones para impedir la amarga resaca que queda después de una gran fiesta de derroche.
La introducción anterior debe complementarse con lo que significa el petróleo para las finanzas públicas y la economía de nuestro país. Según expertos convocados por la Universidad Nacional, significa el 8% del Producto Interno Bruto, representando el 90% de las exportaciones tradicionales, el 40% de las divisas que ingresan a Colombia y entre el 30% y el 35% de la inversión extranjera directa. En otros términos, genera $30 billones al presupuesto nacional y $8 billones al sistema general de regalías que se reparte a departamentos y municipios. Los impuestos que paga el sector ascienden a $12 billones y $9 billones son las utilidades de Ecopetrol, los cuales se reparten entre sus accionistas, correspondiéndole el 90% a la nación.
Así las cosas, el impacto será duro para las finanzas públicas, aunque será morigerado por la devaluación, siempre y cuando se mantenga el volumen de producción. Y ya puede preverse que se disminuirá la inversión en exploración, lo cual a su vez puede generar una reducción en el ingreso de divisas, que puede ser neutralizado si, como se espera, esa devaluación impulse las exportaciones del sector privado. Lo que sí debe quedar claro, es que la propensión al consumo impulsado por el dólar barato debe llegar a su fin, ya sea por el encarecimiento de los productos importados o por la necesidad de defender las reservas para evitar dolores de cabeza peores.
El presidente Juan Manuel Santos ha explicado la manera en que otros sectores como la inversión en infraestructura ayudarán a impulsar la economía. Y el Ministro de Hacienda expresó que la caída de los precios del petróleo tendrá poco impacto en las cuentas del 2015. Sin embargo, no sobra advertir que hoy se debe ser más prudente que nunca. Es claro que la fiesta del petróleo está terminando, el mundo ha cambiado y Colombia no puede ignorar las nuevas realidades.
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