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La deuda con los jóvenes.

     La deuda con los jóvenes. La Universidad Nacional acaba de publicar un interesante documento sobre lo que está en juego en la educación superior del país, en el que se recogen también los disensos y consensos alrededor de este tema formulados por los expertos y conocedores, tras el anuncio del presidente Juan Manuel Santos de convertir a Colombia en el país más educado de América Latina.

    Lo primero que hay que celebrar es que el sector educativo parece, al fin, recobrar su importancia como factor clave de desarrollo e inclusión social. Es evidente la identidad y unión de propósitos de los diversos sectores de la sociedad civil que buscan posicionar la educación como una prioridad y el intento de construir políticas públicas que transformen la educación superior y permitan dar los primeros pasos en un consenso social que posibilite el cambio de rumbo, vital para un escenario de postconflicto.

    En el documento al que estamos haciendo referencia se reitera que la reforma al actual sistema de educación superior en Colombia siegue siendo la gran deuda social del Estado con sus jóvenes. Sin embargo, es alentador poder señalar que hoy el terreno está abonado para emprender los cambios que requiere el sistema, entre todos sus actores.

    Mejorar el acceso, con equidad, es uno de los pilares del amoldamiento del sector. Concebir la educación como un derecho, garantizando su financiación estatal de forma sostenible, favorecerá esta premisa. También lo es garantizar la permanencia y graduación de los estudiantes, no solo con acompañamiento, apoyo pedagógico y cursos de nivelación a su ingreso a la educación superior, sino corrigiendo las debilidades de la formación en la básica y media. Para lograrlo, una de las estrategias planteadas es un mayor estímulo social y salarial a los docentes para que se cualifiquen y realicen su labor con mayor responsabilidad, pertinencia y compromiso.

    La articulación de la educación superior, desde el preescolar hasta el nivel universitario, será un factor clave en este cambio de rumbo. Ello redundará, según el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU), en la optimización de los recursos físicos, tecnológicos y de infraestructura, así como en los perfiles profesionales y ocupacionales de las distintas instituciones, para formar con mayor calidad y pertinencia el talento humano que requiere el país para las próximas décadas.

    Existe, igualmente, la conciencia de aumentar la inversión del gasto público en educación, ciencia, tecnología e innovación, con el ánimo de favorecer la inserción del país en el escenario mundial como una nación próspera y competitiva. En esa inversión deben participar con mayor fuerza los entes territoriales, sobre todo para jalonar el desarrollo de sus regiones, teniendo en cuenta las características particulares de cada una y la manera como en sus diferencias, miradas desde sus respectivas fortalezas, contribuyen al crecimiento económico del país.

    La oportunidad histórica para transformar la educación superior, que tres años atrás sucumbió por la ausencia de un esfuerzo mancomunado y una visión conjunta del modelo de país que la sociedad demanda, debe retomarse. Los lineamientos, entre propuestas y análisis, para hacer de Colombia un país próspero y más educado, ya existen, según lo recuerda el documento de la Universidad Nacional.

    Lo que toca ahora es perfeccionarlos de común acuerdo y atarlos a estrategias claras, según las necesidades del país. Ello solo será posible si existe voluntad política del Gobierno y de todos los estamentos de la sociedad. En este sentido, concebir la educación superior y la ciencia como un asunto estratégico permitirá superar la inequidad y contribuir, de forma efectiva, a la construcción de la paz.

     

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