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Artes y Culturas

La cultura almojabanera del Cesar, más viva que nunca

    La almojábana es un producto de la tradición gastronómica colombiana, especialmente, que data de hace unos 130 años y que constituye la actividad económica más importante de La Paz (Cesar), en la que varias generaciones han basado su sustento.

    El publicista y fotógrafo Eder Noriega Torres fue uno de los impulsores para que la cultura almojabanera de este municipio fuera declarada como Patrimonio Cultural e Inmaterial del Cesar, cumplido que se logró mediante la Ordenanza no. 190 del 28 de marzo de 2019, emitida por la Asamblea Departamental.

    En esta iniciativa se destaca la almojábana como producto y se exaltan las manifestaciones culturales derivadas de esta, que es lo más representativo de la población.

    El aporte del investigador Torres fue destacado en el Laboratorio de Paz Territorial, proyecto de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz, dirigido por las profesoras Claudia Mosquera Rosero Labbé y Lucía Eufemia Meneses Lucumí.

    Según el investigador, “este patrimonio ha venido en decadencia y por eso sentí la necesidad de hacer algo para salvarlo de algunas circunstancias que lo han puesto en peligro”.

    Incluso se han intentado varias estrategias para sacar adelante el gremio, como la instalación del monumento en honor a esta tradición, la construcción de la casa de los almojabaneros en el barrio Fray Joaquín –en donde viven la mayoría de ellos– y la creación de la Puya almojabanera.

    Para lograr su propósito, el artista dio los primeros pasos investigando en el Ministerio de Cultura acerca de las directrices y todo lo que se debía hacer para demostrar que la cultura almojabanera debía ser elevada a Patrimonio Cultural e Inmaterial.

    Así, descubrió que la normatividad permite que cualquier ciudadano haga su postulación, y en diciembre de 2018 radicó la iniciativa, en la que quedó como postulante principal.

    También hizo una defensa fuerte del proyecto para llamar la atención de todas las instancias involucradas sobre lo que estaba pasando con la cultura almojabanera en La Paz y lograr que esta fuera protegida.

    “El propósito de la declaratoria es la conservación, la protección y el fomento de dicha cultura a través de las generaciones venideras, además de conminar a las autoridades para elaborar el plan de salvaguardia, realizar un festival de la almojábana y construir un museo folclórico”, precisa.

    Tradición que se niega a desaparecer

    Malvis Zequeira, una almojabanera tradicional, aprendió a hacerlas viendo a su mamá, Manuela María Gómez, y ayudándola a moler el maíz, a amasar y a partir las almojábanas, oficio que la ha convertido en una insignia de la almojábana en esta población.

    “Las almojábanas de La Paz son consideradas como el segundo pan del mundo y su exquisito sabor hace que sean apetecidas no solo en muchas partes de Colombia sino en otros países, donde tenemos muchos clientes”, comenta Malvis.

    Explica además que “los ingredientes para preparar la receta de la almojábana son muy sencillos –como el maíz de la masa, el queso, la leche, el azúcar y la sal–, pero la preparación es donde está el secreto para lograr un producto suave al paladar y con un sabor inigualable”.

    Entre las mejores almojábanas de La Paz figuran las de María Cristina Márquez Morales, y aunque dejó de prepararlas hace unos diez años todavía muchas personas las recuerdan por lo buenas que eran.

    Ella aprendió el arte de la buena almojábana viendo a su abuela Cristina Márquez, quien la crio desde los dos años de edad, cuando su madre falleció, y aunque también hacía bollos, pasteles, peto y empanadas, la almojábana fue la que le dio para sostener a su familia. Su jornada también era extenuante, pues se levantaba a las 2:30 de la mañana, comenzaba a hacer la masa, a preparar las almojábanas, a meterlas al horno, y hacia las cinco de la mañana salía a venderlas.

    El recorrido del Laboratorio de Paz Territorial también incluyó una visita a Dormelina Zambrano Martínez, considerada como la reina de las galletas, almojábanas y panochas, a las que muchos califican como las mejores de toda la región. Ella lleva 25 años al frente de su negocio, con el cual ha sostenido a su familia, les ha dado estudios a sus hijos y con el que los sigue apoyando.

    Como las de ellas, son muchas las familias que continúan preservando el legado de sus antepasados preparando las almojábanas que tienen un sitio especial en el departamento del Cesar y en el país.