Intervención basada en el apego fortalece vínculos familiares
Durante los primeros años de vida los niños empiezan a crear vínculos emocionales profundos, que en psicología se denominan como “apego2”. Si en esta fase temprana surgen obstáculos en las relaciones como resultado de la forma de cuidado que se da en las familias o por circunstancias sociales o económicas, es posible que se generen impactos en el desarrollo personal y emocional.
Por eso, IRBA busca crear relaciones sanas y seguras entre cuidadores y niños. Para lograrlo se utilizan grabaciones de video de las sesiones, que después se revisan con las familias para identificar momentos clave y aprender a interpretar las señales emocionales de los niños.
Juan Camilo Sabogal Rojas, magíster en Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), explica que “en este caso los psicólogos ayudamos a reforzar comportamientos dentro de la familia que están contribuyendo a la formación de vínculos sólidos. Preparar el desayuno es una tarea cotidiana entre un niño y su cuidador, y es precisamente sobre este tipo de actividades en las que se trabaja”.
Después de cada sesión las familias obtienen retroalimentación acerca de sus comportamientos específicos, como la manera de interactuar con los niños durante la lectura, de comunicarse con ellos, o cómo dan instrucciones, por ejemplo. Este proceso tiene como objetivo fomentar la sensibilidad, un factor fundamental en la construcción de vínculos seguros, como lo reitera el psicólogo.
En el Sistema de Protección Social en Colombia, dirigido por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en los menores se da un proceso de retiro del núcleo familiar. Este procedimiento se aplica cuando, por situaciones particulares, los niños se separan de sus hogares debido a la falta de seguridad en su entorno, lo que resulta en la vulneración de sus derechos.
Según el psicólogo de la UNAL, “durante el periodo en que las familias se reajustan, reestructuran y someten a un proceso de fortalecimiento, se busca que el menor sea reintegrado a un entorno familiar. En algunos casos este proceso implica regresar a la familia con la que originalmente vivían, y en otros puede implicar ser acogido por otro cuidador, como un pariente cercano (tío, abuelo, etc.)”.
Por eso en esta adaptación en la que trabajaron las Universidades Nacional, del Rosario, Javeriana y Externado, tuvo como aspecto innovador la introducción de “tejedor comunitario”, un profesional de trabajo social que colabora estrechamente con el equipo de intervención para brindar un apoyo integral a las familias.
Dicha figura ayuda a mitigar los obstáculos y necesidades sociales que podrían afectar la capacidad de los cuidadores para responder adecuadamente a las necesidades emocionales de los niños.
En este contexto, al trabajar con los cuidadores y las familias extendidas (como tíos o abuelos), el proyecto logra establecer un apoyo real y sensibilidad que facilita la reintegración exitosa de los niños.
El magíster Sabogal explica que la metodología “sistematización de experiencias” evidenció su desarrollo y estructuración. Para ello, en una fundación de Bogotá hizo una revisión profunda de casos de familias a las que se les había aplicado y entrevistó tanto a los profesionales como a los cuidadores para determinar su alcance.
Según el psicólogo, “vimos que hay una adaptación exitosa de la intervención al contexto colombiano. Con familias que han logrado fortalecer sus vínculos y responder de manera más efectiva a las necesidades emocionales de los niños. Esta contribuye a evitar la repetición de ciclos de vulneración de derechos y maltrato infantil”.