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Política y Sociedad

Inseguridad está generando trastornos de ansiedad, ¿por qué?

    Por sí solo el miedo al crimen no causa un “trastorno de ansiedad”, como se le denomina en psiquiatría o psicología, “pero sí una sensación de peligro que hace que las personas se refugien en sus casas antes de que sea de noche, o que incluso en el mismo hogar estén en alerta ante posibles asaltos o robos, en particular en viviendas que son vulnerables al acceso de intrusos”, afirma el profesor José Ignacio Ruiz Pérez, coordinador del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

    En un estudio del Laboratorio de Psicología Jurídica de la Universidad se encontró que las personas de estratos más bajos tienen más miedo a ser víctimas de algún delito dentro del hogar, mientras que las de estratos altos temen más a delitos en el espacio público.

    Al respecto, en su análisis publicado en el reciente especial de Periódico UNAL, “Es ‘una locura’ no priorizar la salud mental en Colombia”, señala que tal situación hace que “las personas traten de mejorar la seguridad de la vivienda, por lo que instalan alarmas o cerraduras más seguras o compran animales ‘bravos’ para cuidar el hogar. Quienes pueden, se trasladan a vivir a barrios que perciben como más seguros, o conjuntos de viviendas que funcionan como miniciudades, con circuito cerrado de televisión, canchas deportivas o salón de coworking, de manera que se reduzca la necesidad de salir a la calle”.

    En su opinión, “dichas medidas de autoprotección suelen adoptarse cuando en la ciudadanía prevalece una imagen negativa del sistema judicial, en particular de la Policía, institución con la cual las personas tienen un contacto más cotidiano y directo”.

    Varias encuestas y estudios indican que la ciudadanía percibe una baja eficacia de la Policía, entendida esta como la captura de delincuentes y la rapidez de reacción ante los llamados de auxilio. “Vale aclarar que, aunque muchos operativos llevan meses de preparación, recolección de pruebas judiciales y seguimientos para llegar a las capturas, la ciudadanía se guía en sus imágenes y representaciones sociales por las noticias sobre estas”.

    El docente agrega que “así, tanto los rumores sobre agentes de tránsito que reciben sobornos para no poner el comparendo, como el ver que los policías miran a otro lado para no confrontar a quienes se cuelan en TransMilenio, o las medidas de casa por cárcel que se otorgan en los estrados a los autores de ciertos delitos, pueden contribuir sin duda a que las personas se sientan desprotegidas frente al crimen”.

    Miedo al crimen, salud mental e intervención

    Para el experto, un efecto colateral del miedo al crimen puede ser, precisamente, generar aislamiento entre los vecinos por no saber en quién se puede confiar. Vale la pena señalar que en ocasiones el nivel de miedo al crimen manifestado en las encuestas también refleja sus preocupaciones o temores en otros órdenes de la vida.

    Así, anota que “las malas condiciones de la vivienda, la inseguridad alimentaria y la precariedad del empleo también generan temor al futuro y una percepción de poco control sobre la vida propia, todo lo cual se puede expresar –sin que nos demos cuenta– en nuestros miedos y preocupaciones frente al delito”.

    El experto indica que en las formas de intervenir el miedo al delito existen varios niveles; por ejemplo, muchos Estados consideran la política criminal como un problema específico, diferente de la criminalidad objetiva, que requiere intervenciones específicas. De hecho, en ocasiones los contextos de hábitat presentan índices de criminalidad relativamente bajos mientras los niveles de miedo al crimen son altos.

    En ese sentido, se puede necesitar la colaboración de diversos sectores; por ejemplo la Policía puede informar sobre capturas para mostrar eficacia en la lucha contra el delito, y debe guardar un trato irrestricto en el respeto a los derechos humanos.

    En cuanto a la ciudadanía, se pueden implementar estrategias como verificar la autenticidad de las noticias que circulan por redes sociales sobre asaltos u otras agresiones a personas –adultos o niños desaparecidos–, pues en muchos casos replicarlos genera una alarma social innecesaria porque no han ocurrido en Colombia o corresponden a otras épocas.

    Por otro lado, es importante y positivo mantener las actividades o rutinas cotidianas sin descuidar las conductas de seguridad; es decir, si usted sale al parque a practicar algún deporte o ejercicio y considera que su casa queda desprotegida, puede adaptar sus rutinas de ejercicio en el hogar, para seguir conservando su buen estado físico.

    Además, puede mantener contacto telefónico o por WhatsApp con sus compañeros de deporte para no perder los vínculos sociales, que también contribuyen positivamente a la salud mental. En suma, “se trata de mantener las actividades, en lo posible aprendiendo y enseñando diferentes estrategias a otras personas. También puede reducir la sobreexposición a los noticieros y a los contenidos violentos de las pantallas, sin que esto signifique resignarse a vivir desinformado”, concluye el profesor de la UNAL.

    Este texto forma parte del especial de Periódico UNAL impreso y digital, el cual puede leer completo aquí.