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Desarrollo Rural

Huertos caseros fortalecen relaciones sociales de afros y campesinos en zonas de posconflicto

    En un escenario de posconflicto que ha dejado profundas huellas en las comunidades rurales colombianas, los huertos caseros y las prácticas agroecológicas se han convertido en una alternativa en la reconstrucción social de familias afrocolombianas en Santander de Quilichao (Cauca) y campesinas de Guacarí, Dagua, Buga y Tuluá (Valle del Cauca), estas últimas vinculadas a la Red de Mercados Agroecológicos Campesinos (Redmac).

    La ingeniera agrónoma Jenny Carolina Orjuela García, candidata a Doctora en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, encontró en los huertos caseros un espacio para contribuir a la paz y la reconstrucción del tejido social. En estos se cultivan alimentos tradicionales y autóctonos como yuca, plátano, maíz, fríjol, hortalizas y una amplia variedad de hierbas medicinales y condimentarias, y además son escenarios de autoorganización de las comunidades, fundamentales en estos territorios afectados por el conflicto armado.

    Precisamente esta situación de violencia ha tenido un fuerte impacto en la agricultura, ya que afecta directamente a las comunidades rurales con el desplazamiento forzado de campesinos, la pérdida de tierras productivas y la expansión de cultivos ilícitos, lo cual impacta en la pérdida de soberanía alimentaria y compromete el bienestar de la población.

    La investigadora observó que en las huertas caseras se fomentan, reconocen y valoran los conocimientos de las personas. “Cada miembro ha asumido un rol dentro del grupo, por ejemplo en la Redmac hay una tesorera, una presidenta, una persona que custodia semillas, una oradora… lo que fomenta el sentido de pertenencia”, menciona.

    Los productos cosechados en estos huertos no solo abastecen de alimentos frescos y nutritivos a las familias de Cauca y Valle del Cauca, sino que además preservan saberes ancestrales y técnicas agroecológicas sostenibles como la asociación de cultivos, que consiste en sembrar diferentes especies de plantas juntas para que se beneficien entre sí, o la rotación en una misma parcela para mejorar la fertilidad del suelo, controlar plagas y reducir la necesidad de insumos externos. También utilizan compostajes hechos a base de residuos vegetales y animales.

    De igual manera, la agrobiodiversidad de las especies vegetales sembradas permite el intercambio de alimentos entre vecinos y fortalece la autonomía alimentaria, es decir que reduce la dependencia de mercados externos y fomenta prácticas de producción ambientalmente sostenibles.

    Trabajo conjunto para el bienestar agrícola o alimentario

    La metodología empleada para la investigación fue participativa y descriptiva. La tesista utilizó herramientas como la línea de tiempo y la olla –espacio de encuentro grupal en el que se promueve el diálogo abierto entre los participantes, hombres y mujeres–, indagando acerca de la proveniencia de los alimentos consumidos. También hizo entrevistas y reuniones que le permitieron conocer con mayor profundidad los puntos de vista de los integrantes de las comunidades, y consiguió además que ellos quisieran participar en el proyecto de investigación.

    Entre los hallazgos del trabajo se destaca igualmente que las dinámicas sociales de las comunidades afectadas por el conflicto armado en esta zona del país se han transformado a través de los huertos caseros.

    Al respecto, la investigadora afirma que “la familia es el primer grupo social que participa, seguido por los vecinos –hombres y mujeres–, y posteriormente por los amigos consumidores, incluidos profesores, compañeros del mercado agroecológico, miembros de organizaciones sin ánimo de lucro y comunidad académica e internacional. Esta interacción genera un tejido social más robusto y diversificado, fortaleciendo las relaciones comunitarias”.

    La tesis fue dirigida por el profesor Diego Iván Ángel Sánchez, del Doctorado en Agroecología de la UNAL Sede Palmira, y se realizó gracias a una beca financiada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

    En el marco de su estancia internacional en la Universidad de Málaga (España), la doctora Orjuela participó en el proyecto “Análisis de la resistencia de los huertos sociales frente al cambio climático”, perteneciente al proyecto “De huertas por Málaga”, ejecutado por la Asociación Creahuertas dentro de la convocatoria de proyectos de Innovación Social de La Noria-Diputación de Málaga, lo que refleja su compromiso con el desarrollo de soluciones innovadoras y sostenibles para las comunidades rurales.