Hipoacusia aumentaría la depresión
Así lo señala la fonoaudióloga Liliana Akli Serpa, profesora de la Facultad de Medicina adscrita al Departamento de Comunicación Humana de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, quien mencionó que en un estudio realizado este año se encontró, por ejemplo, que la pérdida auditiva no tratada aumenta en un 50 % el riesgo de demencia.
Al respecto, explica que “esta relación entre lo auditivo y psicológico se debe a varias razones, una de las principales es que la pérdida auditiva lleva al aislamiento social. Cuando una persona empieza a presentar hipoacusia tiende a aislarse, y al hacerlo empieza a deprimirse, a sentirse abandonada, y puede llegar incluso a tener problemas de memoria y de atención”, subraya.
Además se genera mucho gasto cognitivo, pues la persona tendrá que esforzarse demasiado para escuchar, entender y poder comunicarse.
La profesora Akli describe la pérdida de la audición “como cuando de repente alguien deja caer una campana y esta se queda muda, la persona se siente aislada… es algo horrible”.
“Todo nuestro mundo es sonoro, y los sonidos nos pueden hacer felices o tristes: pueden afectar nuestras emociones de alguna forma”, expresa.
Estas reflexiones fueron compartidas en la conferencia “Audición y vejez”, la cual forma parte de la Semana de la Salud organizada por la UNAL Sede Tumaco y que irá hasta el 30 de octubre.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 466 millones de personas en el mundo padecen de hipoacusia, de las cuales 433 millones son adultos.
Por otro lado, 1.100 millones de jóvenes (12 a 35 años) están en riesgo por exposición al ruido en los contextos recreativos, es decir solo por escuchar música a todo volumen y utilizar reproductores de audio de forma indiscriminada y sin límites de tiempo, básicamente.
“Eso es una alerta mundial: hoy los jóvenes están empezando a perder la audición muy tempranamente porque hacen un uso excesivo de los reproductores de música con auriculares. Y no es a largo plazo, es inmediato incluso. Y una vez se deteriora, ya no hay medicamentos, cirugía… no hay nada que ayude a que esto mejore”, enfatiza la profesora Akli.
Según un estudio realizado en 2009, cada decibel (dB) en la percepción de personas menores de 70 años aumenta en un 7 % las probabilidades de sentirse muy solos. Por eso el primer llamado de la profesora Akli es a que la pérdida auditiva se detecte tempranamente y se intervenga.
Entre los principales signos de alerta están: oír, pero no entender (pedir permanentemente repetición de lo que se dice); pitos o zumbidos en los oídos; poner el volumen del televisor tan alto que empiece a incomodar a los familiares; no escuchar el timbre de la puerta o del teléfono; si le hablan de una habitación a otra, no saber de qué; o en situaciones más avanzadas, no entender la radio, la televisión ni lo que se le habla.
Antes del proceso de envejecimiento, la hipoacusia se puede prevenir evitando sonidos fuertes (superiores a 85 dB) y limitando la exposición o proximidad a ellos. Si es imposible evitarlos, usar protección auditiva.
También se pueden prevenir daños en la forma como se limpian los oídos: solo en la parte externa, hasta donde dé un paño húmedo, sin introducir objetos como copitos.
Teniendo en cuenta la exposición al ruido que hay cotidianamente, la profesora Akli recomienda hacer reposos auditivos: estar durante media hora en un ambiente silencioso o con música de fondo muy suave, que lleve a la relajación.
Además es importante que durante estados gripales se mantengan despejadas las vías respiratorias (mantener la nariz lo más despejada posible), para evitar que esas infecciones vayan a los oídos y se empiece algún proceso inflamatorio.
Por último, es necesario recordar la importancia de realizar exámenes periódicos y de llevar un estilo de vida saludable.