Hidrógeno “verde”, oportunidad de oro para Colombia que necesita mayor apoyo estatal
El experto en temas de eficiencia energética y fuentes renovables manifestó que el futuro de una nueva fuente de energía como el hidrógeno verde –o hidrógeno renovable– depende no solo de una buena política sino también de que se asignen presupuestos para desarrollar la tecnología que impulse su desarrollo en el corto, mediano y largo plazo.
“La ley de transición energética ya existe, pero el Congreso de la República debe integrarla en la política pública para definir quién produce, quién transporta y cómo se regula el hidrógeno. Es una decisión política que no puede esperar más”, dijo el académico.
En su opinión, el hidrógeno verde representa no solo una solución ambientalmente sostenible sino también una oportunidad de oro para diversificar la matriz energética y fortalecer la economía nacional, ya que se puede vender a países vecinos. Sin embargo, subrayó: “la clave está en tomar decisiones rápidas y bien fundamentadas antes de que esta oportunidad se nos escape”.
El académico enfatizó en que la planificación energética debe integrar incentivos tributarios y recursos suficientes para fomentar la producción y el uso del hidrógeno verde, y también advirtió que el desarrollo del hidrógeno verde requiere vigilancia tecnológica y prospectiva. “Aunque todo el mundo habla del hidrógeno, ¿cómo se va a producir, con qué máquinas, cómo se usará? Hay que hacer un seguimiento de las tecnologías, verificar casos de éxito y adaptar esas tecnologías a nuestras condiciones”.
Otro invitado a la primera jornada del evento fue Arno van den Bos, ingeniero y analista de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), organismo intergubernamental con más de 170 miembros y comprometida con liderar la transición energética global, quien expresó que “alcanzar un sistema energético sostenible sí es posible pero requiere de inversiones masivas, innovación y políticas públicas decididas. Si realmente queremos mantenernos en un mundo que no rebase los 1,5 oC debemos reducir drásticamente las emisiones del sector energético y de otros sectores esenciales”.
La Irena calcula que para 2050 la transición energética global requiere inversiones de 150 billones de dólares, de los cuales 80 billones deberán destinarse a energías renovables, 45 billones a eficiencia energética y 12 billones al desarrollo de hidrógeno verde.
“Es un reto pero también una oportunidad única para transformar nuestras economías y construir un futuro sostenible. Las energías renovables tienen costos operativos bajos pero requieren acceso a capital asequible para su implementación”, indicó el experto Van den Bos.
Según un informe de la Irena, para 2050 el consumo final de energía mundial debería reducirse significativamente mediante la implementación de medidas de eficiencia energética. La electricidad representa hoy solo un 29 % del consumo energético global, pero en un escenario de descarbonización debería alcanzar el 91 %.
Al respecto, el profesor Prías aportó que “en Colombia el carbón sigue siendo una oportunidad no solo de producir electricidad sino también de que las comunidades tengan de dónde vivir, pues muchas familias viven del carbón”.
De igual manera instó a la academia a jugar un papel más activo en este proceso. “La universidad tiene que investigar nuevas tecnologías, no solo desde lo académico sino también desarrollando soluciones prácticas. Si no lo hacemos seguiremos importando tecnologías listas y quedándonos con la tarea de limpiar los equipos”, precisó el experto Prías.
En esa afirmación coincidió el ingeniero Van den Bos de la Irena: “un mundo descarbonizado es posible, pero necesitamos actuar ahora. Para lograrlo es fundamental la cooperación entre Gobiernos, sector privado y sociedad”.
El investigador Mirovan Sverko, del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), invitado al Congreso, centró su intervención en la importancia de no perder de vista el impacto del calentamiento global.
Recordó que este es impulsado principalmente por la acumulación de gases de efecto invernadero que ha llevado a un aumento promedio de la temperatura del planeta de 1,2 °C y no se puede sobrepasar de 1,5 °C, lo que quiere decir que si sigue aumentando así también lo hará el nivel del mar, lo que perjudicaría a la población.
“Este incremento, aunque aparentemente pequeño, tiene consecuencias catastróficas en los sistemas climáticos y en fenómenos meteorológicos extremos y pérdida de biodiversidad”, afirmó.
Agregó que el sector energético es uno de los mayores contribuyentes a este problema, ya que depende en gran medida de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural, cuya combustión libera a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono y metano.
“Estas emisiones no solo intensifican el efecto invernadero, sino que además retrasan la transición hacia un modelo energético sostenible basado en fuentes renovables y limpias”, concluyó.