Hemodiálisis: ¿cómo mejorar la calidad de vida durante el tratamiento?
Así mismo, para aumentar en el paciente la percepción de que su calidad de vida relacionada con el manejo del dolor mejora, es necesario implementar estrategias como la meditación guiada, gracias a la cual se puede provocar un cambio en su estado anímico.
Helen María Orduña Balaguera, terapeuta ocupacional de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y magíster en Gerontología y Atención de Centrada en la Persona de la Universidad de Valencia (España), señala que durante 12 semanas acudió con su colega Milena Yate a la Unidad de Hemodiálisis del Hospital Universitario Nacional (HUN) para acompañar a dos grupos de persona asistentes a los tratamientos para realizar una serie de actividades orientadas a conocer su percepción sobre calidad de vida.
La investigadora afirma que por el tiempo semanal que deben pasar en el hospital, los pacientes sometidos a hemodiálisis sufren cambios significativos en la calidad de vida, especialmente relacionados con su estilo de vida, hábitos y rutinas.
También hay afectaciones psicológicas, en los roles sociales y en el desempeño ocupacional, ya que los cambios en sus jornadas laborales, por ejemplo, en muchos casos deben pasar a la mitad afectando la interacción con otras personas.
Las personas que acuden a dichas unidades para realizar la terapia de sustitución renal –cuyo fin es suplir parcialmente la función de los riñones– suelen permanecer en sus sillas o camillas durante las cuatro horas promedio que dura el tratamiento estándar, al menos tres veces por semana.
La hemodiálisis es un tratamiento que tiene una dosis estándar invasiva para la persona, lo que quiere decir que casi la mitad de su tiempo en una semana está dedicada a este.
“Aunque algunos optan por dormir, leer, o hablar por teléfono, y con nuestra propuesta se dieron cuenta de que podían desarrollar diferentes actividades que les permitieran mejorar su calidad de vida alrededor de su enfermedad, la cual suele estar afectada por los cambios en hábitos y rutinas que exige”, señala la magíster.
Por tratarse de un ambiente hospitalario fue necesario tener en cuenta las restricciones necesarias, cuidados de las personas e instrumentos para las actividades.
Así mismo, las terapeutas ocupacionales tuvieron en cuenta el contexto de los pacientes ya que era un grupo heterogéneo con edades entre 37 y 79 años, de todos los niveles académicos, diferentes ocupaciones e intereses.
Las actividades más conocidas por todos fueron adaptadas para algunos usuarios que presentaban limitaciones como baja visión o movilidad para que no presentaran incomodidad.
Así mismo, en una encuesta de satisfacción posterior a la intervención, los participantes contaron sus experiencias, relatando pequeños cambios significativos sobre cómo se sintieron después del tratamiento.
También se evidenció mejoría en aspectos como el pensamiento, la consciencia sobre la enfermedad, su desempeño y el rol físico, pues se dieron cuenta de que podían hacer más movimiento durante el tratamiento, mientras que al principio sentían que esa era una limitación.
La investigadora agrega que “los más jóvenes, a quienes les costaba asimilar la enfermedad, empezaban a hacerlo y a ver que hay alternativas, que pueden hacer más cosas y llevar una vida de forma regular, aún con la patología.
Los resultados de este trabajo de investigación se presentaron durante la charla “La calidad de vida en la hemodiálisis”, del programa #SaludUNALContigo, de la Facultad de Medicina.