Hay que reconocer a los jóvenes como seres sexuados
Datos oficiales estiman que los hombres inician su actividad sexual a los 13 años y las mujeres a los 15, y la mayoría de las veces estas primeras experiencias se hacen sin protección ni planeación, lo cual influye en otra problemática, que son las altas cifras de embarazo adolescente: a finales de 2021 pasó de 24.849 a 26.405.
Según Dolly Constanza Ardila Romero, doctora en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), “la sexualidad todavía es un tema tabú en el país, y es una de las razones por las que sigue sin concebirse como una dimensión de la vida que se inicia desde temprana edad y para la que se requiere apertura, conocimiento e información”.
Entre 2017 y 2021 la investigadora trabajó en un colegio de Bogotá con estudiantes desde sexto hasta undécimo. Mediante entrevistas, grupos focales, observación y encuestas, evidenció que la educación sexual allí se aborda más desde temas como la prevención del embarazo adolescente y el funcionamiento del cuerpo humano, pero no tiene en cuenta aspectos como el placer.
“Más que enseñar las partes del cuerpo, contar los riesgos de un embarazo y las enfermedades de trasmisión sexual, hay que reconocer a los jóvenes como seres sexuados, que también sienten curiosidad por conocer cómo funcionan sus partes íntimas y sienten atracción por el otro, y que en esa exploración les surgen preguntas”.
Asegura que “la limitación es que no se habla del erotismo, del deseo, del placer, del gozo, de la experiencia propia y del otro. Y eso es justamente lo que los estudiantes viven cada día en el contexto escolar. Hablan de sexo, tienen relaciones sexuales, les incomoda la clase porque los profesores tratan de prevenir la relación sexual mientras que ellos la disfrutan, hablan abiertamente de su cuerpo entre ellos y hacen dibujos sexuales alrededor del colegio, por lo que para ellos no es suficiente abordar temas médicos y de prevención”.
Explica que la sexualidad se despliega en todos los espacios y momentos de la vida escolar, todos los días. “Durante los ejercicios de observación identifiqué que en los tiempos de descanso pueden hablar sobre aquella compañera que quedó embarazada u observar fotos eróticas u otras imágenes de contenido sexual como memes”.
Algo similar sucede con el contenido de la música que escuchan o de los ritmos que bailan, los videos que comparten a través de sus dispositivos electrónicos, que son el medio por el cual reciben mucha de la información a la que acceden.
Y no se puede perder de vista el hecho de que ellos mismos, en primera persona, están experimentando los besos, las caricias e incluso el sexo.
Por eso, menciona que “aunque la educación sexual compete al desarrollo integral de todo ser humano y es una experiencia que inicia en casa, hablar del tema puede llegar a ser incómodo para padres, cuidadores o tutores, por lo cual delegan el asunto a las escuelas”.
Señala que todavía hay progenitores y educadores que consideran que abordar con los jóvenes el tema de la sexualidad es “alborotarles las ganas”.
“En algunas entrevistas expresaron que les parece un ‘horror’ que se hable del placer o de métodos de planificación familiar”.
Según la experta, “si este tipo de aproximación se hiciera de otra manera los jóvenes tendrían información pertinente, abierta y de calidad, seguramente vivirían su sexualidad con bienestar y seguridad”.
Subraya que “es difícil que un profesor hable de goce, deseo o placer sin pensar que eso puede incurrir en un tipo de abuso, pues la misma concepción de sexualidad que circula en nuestra cultura impide que estos elementos del bienestar se aborden en la escuela, por ello, lo que quedan son dudas e interrogantes, asuntos que los estudiantes resuelven por su propia cuenta a través de la experiencia”.
Para la experta, “la tarea pendiente que sigue teniendo el Estado colombiano es desarrollar un proyecto de educación sexual real, es decir, abierto a la diversidad misma del ser humano, un proyecto pertinente, pero fuera de la escuela”.
“No porque la escuela o los docentes no quieran apoyar, sino porque en la escuela no hay cabida para tratar el asunto del despliegue de la experiencia de los estudiantes. Quizá un proyecto o programa operado por un tercero o una organización no gubernamental que saque esta educación de la clase y las actividades repetitivas”.
Estas conclusiones se enmarcan en la tesis doctoral “Los cuchos están con el bla, bla, bla y nosotros en el zua, zua, zua. El despliegue de las sexualidades escolares en estudiantes adolescentes de un colegio público en Bogotá, Colombia”.