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Ciencia y Tecnología

Hallan y expanden células vitales en terapia para tratar el cáncer

    Aunque se creía que la única función de los linfocitos T “foliculares helper” era ayudar a otras células del sistema inmune a producir anticuerpos, una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) evidenció que emplearlos en inmunoterapia evitaría por mucho más tiempo las recaídas de los pacientes con cáncer.

    Junto con la cirugía, la radio y la quimioterapia, la inmunoterapia se considera hoy como el cuarto pilar del tratamiento contra el cáncer, enfermedad que en Colombia padecen 182 de cada 100.000 habitantes, y de estos cerca de 84 mueren por su causa, según el Ministerio de Salud y Protección Social (Minsalud).

    Mediante cultivos celulares in vitro –oen laboratorio– y citometría de flujo –técnica que permite caracterizar células–, se encontró que la subpoblación de leucocitos T stem de memoria (Stem cell memory -TSCM) atacan de manera eficiente las células tumorales que suelen esconderse hasta por años y luego aparecen dividiéndose de manera descontrolada, un hallazgo que fue posible gracias a la terapia adoptiva de células (TAC), que forma parte de la inmunoterapia.

    La investigación del biólogo Nicolás Lalinde Ruiz, magíster en Inmunología de la UNAL, también reveló que las interleuquinas 7, 15 y 21 (proteínas emitidas por los linfocitos T encargadas de controlar otras células del sistema inmune) tienen gran capacidad de generar memoria, a diferencia de la interleuquina 2 –utilizada normalmente en este tipo de tratamientos contra el cáncer–, y que la expansión inducida por estas tres en laboratorio es mucho mayor.

    Uno de los grandes retos de la TAC es hacer que las células antitumorales se expandan en grandes números, y ese fue uno de los objetivos de la investigación.

    “Partiendo de 250.000 células tratadas con interleuquina 2, se logró una expansión de solo 1,5 a 2 millones al día 15 de cultivo, mientras que utilizando interleuquinas 7, 15 y 21 se obtuvieron hasta 5 millones de células, es decir que la expansión fue más del doble de lo que se logró con la interleuquina 2”.

    “Además la citoquina que más se utilizó fue la interleuquina 2, pero creó una memoria agotada, es decir, arrojó buenos resultados ya que atacó el tumor al transfundir las células al paciente, pero estos tenían recaídas al cabo de 2, 3 o 5 años”, indica el investigador.

    En el sistema inmune la memoria es la capacidad que tiene una célula de encontrarse con agentes dañinos o células tumorales y generar nuevas células que puedan combatirlas de manera más agresiva.

    Cuando una persona con agotamiento físico corre una maratón, es probable que en el camino tenga un momento en el que se encuentre tan cansada que no va a rendir igual; lo mismo pasa con las células de memoria agotada, y esto se refleja en las recaídas que puede sufrir el paciente con cáncer.

    Simulando en laboratorio

    Para llegar a estos hallazgos, gracias a un convenio con el Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud (IDCBIS), se obtuvieron unidades de sangre donadas, y de los glóbulos blancos –que son todas las células del sistema inmune– se aislaron los linfocitos, y de estos solo los linfocitos T.

    Una vez aisladas, se estimularon con otras perlas, y las citoquinas 7, 15 y 21 fueron las que mostraron mejores resultados.

    Estas células se mantuvieron en un medio de cultivo que les otorga los nutrientes necesarios para crecer. Según indica el biólogo Lalinde, “dichos cultivos se manejaron en incubadoras a una temperatura de 37 °C con una saturación del 5 % de CO2, simulando las condiciones de nuestro cuerpo para que puedan crecer”.

    La investigación del magíster Lalinde permite avanzar en el campo de la TAC, ya que sienta las bases para seguir trabajando en generar células de memoria mucho más efectivas en el tratamiento de tumores, lo cual evitaría las recaídas frecuentes de los pacientes, lo que constituye uno de los mayores retos de este tipo de terapias.

    Según el biólogo, “los resultados que arrojó la investigación permiten correlacionar a los linfocitos T foliculares que hasta el momento no se habían tenido en cuenta en el manejo del cáncer, lo cual puede facilitar las estrategias que se tienen para la expansión de células y también desarrollar esquemas de inmunoterapia duraderos”.