Entre el 18% y el 20% de las vacas de la zona lechera más importante de Cundinamarca (Valle de Ubaté, Sabana de Bogotá, Madrid y Mosquera) padecen de mastitis bovina, una enfermedad bacteriana que afecta directamente la calidad composicional de la leche: concentración de grasa y proteína, reducción de calcio, fósforo y caseína, e incremento de cloro y sodio.
Así lo señala un estudio adelantado por el grupo Genética Molecular de Patógenos (Gempa), de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia, que además halló, por primera vez en leche cruda, el gen mecA de la bacteria Staphylococcus aureus, altamente resistente a los antibióticos.
"La leche proveniente de bovinos con mastitis constituye un riesgo potencial para la salud humana, no solo por la transmisión de agentes patógenos, sino por la presencia de residuos antimicrobianos usados para el tratamiento de la enfermedad", asegura el médico veterinario Diego Benavides.
Por ser una fuente de nutrientes, la leche y sus derivados son considerados mundialmente como alimentos que contribuyen a la salud humana. La importancia de su comercio en el país se refleja en las cifras presentadas por el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes), que señala que, durante el 2008, se comercializaron más de 5.500 millones de litros. De ahí que se requiera garantizar su calidad desde la producción primaria, es decir, desde el ordeño, hasta el consumo.
Ello involucra aspectos composicionales (grasa, proteína y sólidos totales) relacionados con su potencial nutricional e industrial, y riesgos microbiológicos, referidos a la presencia de microorganismos que pueden afectar la salud del consumidor.
Resistencia
El riesgo potencial de aparición y propagación de microorganismos resistentes ha sido objeto de investigaciones científicas y de intervenciones normativas. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han abordado los problemas de salud pública relacionados con el uso de antimicrobianos en animales productores de alimentos, de ahí la importancia de monitorear las resistencias tanto en el campo humano como en el veterinario.
En consecuencia, la presencia de residuos de medicamentos favorece la aparición de microorganismos resistentes. Según la investigadora Jenny Hernández, uno de estos es el S. aureus, cuyo gen mecA codifica la resistencia del microorganismo a la meticilina "SARM".
Por otra parte, los antibióticos beta-lactámicos incluyen un grupo de antibióticos de uso común en medicina humana y veterinaria, principalmente penicilinas y cefalosporinas. "La resistencia de las bacterias ante estos antimicrobianos dificulta el tratamiento de las enfermedades infecciosas, por tal razón es prioridad su estudio y prevención", enfatiza Martha Suárez, directora del grupo Gempa.
Detección del gen
Al evaluar la susceptibilidad de los microorganismos a los tratamientos médicos, se evidenció que los patrones de resistencia de las cepas aisladas se dan con mayor frecuencia frente a las penicilinas.
Por lo tanto, asegura Hernández, la detección del gen mecA de S. aureus en muestras de leche proveniente directamente de la producción primaria es relevante y conlleva a enfatizar en la importancia del control y prevención de los peligros químicos y microbiológicos desde la granja.
"Con frecuencia, este gen es evaluado en S. aureus provenientes de pacientes humanos, pero nunca se había estudiado en los alimentos (en este caso la leche), y menos durante su producción primaria. Esta es una bacteria patógena de amplia distribución en la naturaleza, y se asocia con infecciones locales, sistémicas y brotes alimentarios en la población", enfatiza la investigadora.
Suárez explica que "en los bovinos la infección que produce el S. aureus en la glándula mamaria, conocida como mastitis, puede persistir durante toda la lactancia".
Ante esta problemática que presentan los hatos de Cundinamarca, el grupo de expertos de la UN sugiere realizar un manejo apropiado de los antimicrobianos en la granja, así: suministrar al bovino las dosis completas del antibiótico y en el tiempo prescrito por el médico veterinario. También es necesario que, mientras la vaca esté en tratamiento, la leche que produce no sea destinada a consumo humano.
De esta manera disminuye la posibilidad de que los microorganismos se vuelvan resistentes y se presenten residuos antimicrobianos en el producto lácteo y sus derivados.
La investigación realizada por la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la UN, con el apoyo financiero de Colciencias y el Sena, en alianza con el Consejo Nacional de la Calidad de la Leche y la Prevención de la Mastitis (CNLM), contribuye al conocimiento de las causas de la enfermedad en los bovinos y al estudio de las resistencias antimicrobianas en esta importante zona lechera del departamento de Cundinamarca.
Sedes