Hallan en el suroccidente colombiano nueva especie de insectos que deforman el aguacate
El daño que estos diminutos insectos tisanópteros causan en los cultivos de aguacate –tanto estéticamente como en la salud del fruto– representa un riesgo latente para los productores, ya que raspan la epidermis, succionan la savia y provocan que las células se contraigan, lo que genera deformaciones y manchas cafés visibles en la superficie, disminuye su valor comercial y puede llegar a causar el rechazo del producto en mercados internacionales, situación que puede agravarse cuando las heridas permiten la entrada de agentes infecciosos.
Aunque en Colombia todavía no se han valorado las afectaciones, en Estados Unidos las pérdidas en productividad ya ascienden al 30 %. Los trips afectan no solo el aguacate sino también hortalizas, frutales y leguminosas causándoles serios daños. Algunos son considerados como plagas cuarentenarias, por lo que los productos no se pueden exportar a países donde no están presentes. Hasta el momento no se ha confirmado que transmitan virus en los cultivos de aguacate.
Precisamente, en un esfuerzo por conocer si estaban presentes en los departamentos del Valle del Cauca y Cauca, se realizó un estudio pionero para caracterizarlos genética y morfológicamente (forma y tamaño), el cual permitió identificar 3 especies diferentes en la región: Frankliniella gardeniae, Scirtothrips astrictus y Mesothrips sp.
Además se encontró una nueva especie para la ciencia de Frankliniella, hallazgo que permitirá ajustar los programas de manejo integrado de plagas y contribuir con la mejora de los sistemas de producción en esta zona del suroccidente del país.
El proyecto desarrollado por Martha Yazmín Sánchez Roncancio para su Doctorado en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira abarcó la toma de muestras en municipios como La Unión, Alcalá, Versalles, Pradera, Buga, Tuluá, Palmira, Buenaventura (Valle del Cauca) y Piendamó (Cauca).
En cada finca visitada se seleccionaron 10 árboles de aguacate para recoger los insectos mediante una técnica que consiste en sacudir las flores contra una plancha blanca. Luego se recogieron con pinceles y se conservaron en alcohol antes de trasladarlos al Laboratorio de Biología Molecular de la UNAL Sede Palmira para su posterior análisis genético y morfológico. En total obtuvieron 210 trips.
El proceso incluyó la amplificación de las secuencias de ADN, seguido de su montaje en placas para la observación taxonómica de sus formas, estructuras y tamaños. Para el estudio la investigadora Sánchez contó con la colaboración del doctor Roberto Johansen, entomólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien verificó las identificaciones.
Los insectos estudiados son diminutos, los más grandes miden máximo 1 mm, lo que dificultó su manipulación y análisis. Para extraer el ADN se les hizo un lavado minucioso y se utilizó una aguja estéril para pinchar su abdomen y obtener la muestra genética. Cabe anotar que en otras partes del mundo se han caracterizado trips de hasta 5 mm.
Se destaca que gran parte de las especies colectadas son crípticas, es decir que son muy similares o casi indistinguibles entre sí, aunque genéticamente son diferentes, lo que puede llevar a errores en su identificación basándose únicamente en su apariencia física. Por eso, al contrastar los resultados morfológicos con los análisis genéticos la tesista descubrió que algunas especies que parecían idénticas en su morfología eran en realidad diferentes a nivel molecular.
Según la investigadora, “esta conclusión sugiere que en los aguacates del Valle del Cauca y Cauca existen especies crípticas que podrían haber pasado desapercibidas si no se hubieran evaluado a través de su ADN”. También informó que en el estudio no fueron determinadas especies depredadoras, “posiblemente por la gran cantidad de aplicaciones de plaguicidas que hay en la zona”.
Hasta ahora no se conocía la diversidad de especies de trips presentes en los cultivos de aguacate ni su impacto en la producción local, por lo que este descubrimiento no solo beneficiará a los agricultores, quienes ahora cuentan con herramientas más precisas para combatir las plagas, sino que además refuerza la importancia de la investigación científica en el manejo sostenible de los sistemas agrícolas.