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Las prácticas protagonizadas en el Cesar son la materialización del espíritu conciliador de muchos de sus habitantes. En estas priman el diálogo, el arte y el emprendimiento de los diferentes actores que se han visto involucrados en este conflicto.
Esta conversación se dio en la conferencia web "El Cesar y la gestión de la paz presente y futura", del foro Convergencia Colombia, impartido desde la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz, y moderado por la profesora Claudia Mosquera Rosero-Labbé.
El evento contó con la presencia de Óscar Daza Laverde, representante de Fedegán Valledupar; Andrés Guerra Mendoza, del Centro de Memoria del Conflicto, y Abelardo Caicedo, miembro de la Cooperativa Multiactiva de Paz del Cesar (Coperpace), vereda Tierra Grata.
Según lo expresado por el ganadero Daza, Valledupar "y en general el Cesar" representa un conflicto desgastante y difícil que ha dejado heridas profundas en el país. "En la plataforma Diálogos Improbables aprendimos que cada uno tiene su pensamiento y lo puede exponer, pero también tiene que entender el de la contraparte, y eso es lo que hemos tratado de hacer", relata.
Diálogos Improbables "escenario de diálogo, mediación y negociación" es uno de los proyectos que se han dado en la región del Cesar para contribuir al proceso de paz. La profesora Rosero-Labbé lo define como "un experimento de convivencia y de escucha para encontrar puntos comunes entre personas que tienen ideologías muy distintas", y sugiere que debería ser un proceso que se replique en todo el territorio nacional.
También existen otras iniciativas enfocadas hacia la memoria y la sanación de los afectados por el conflicto armado. Específicamente desde el Centro de Memoria del Conflicto se adelanta la experiencia "Cantando quiero decirte", en la que, a través de canciones, las víctimas hablan de historias, causas y sentimientos asociados con la guerra, como respuesta a la necesidad de la comunidad de encontrar espacios para exigir sus derechos y reivindicar su dignidad, entre otras cosas.
"No fuimos nosotros los que tuvimos la iniciativa de trabajar con las comunidades, sino que fueron ellas las que se nos acercaron", dice Andrés Guerra, y agrega que esto reafirma la necesidad que tienen las víctimas de que se sepa qué les sucedió.
La experiencia de "Cantando quiero decirte" nació en Minas de Iracal, cuando se dio a conocer una canción escrita por uno de sus líderes, la cual narra todo lo que vivió esta comunidad en el marco de la guerra.
Tiempo después de este primer acercamiento se realizó un encuentro de iniciativas de memoria, en el cual encontraron que predominaba la cultura del vallenato de la región, es decir que muchas personas llegaron con canciones escritas que narraban diferentes anécdotas o causas. No se trataba solo de que contar lo que les pasó, sino también de narrar sus esperanzas.
Las canciones se grabaron y recopilaron, y han sido una herramienta alternativa para que las víctimas del departamento hagan una catarsis sin sentir miedo. Contar sus historias a través de la música que suena en las emisoras, por ejemplo, y no mediante entes gubernamentales y de justicia, les da mayor tranquilidad.
De esta iniciativa nace "Música para el alma", un proyecto en el que se creó una metodología para fomentar la creatividad y el arte en las comunidades para la creación de canciones. Cada producto musical, que está a la espera de grabarse, es el resultado de un trabajo colectivo en el que se evidencian diferentes temáticas asociadas con el conflicto armado y el Acuerdo de Paz.
También es importante mencionar lo que se vive en la vereda Tierra Grata (Manaure, Cesar), una de las dos zonas en las que se puede apreciar lo que se pensó que podía ser un espacio de reincorporación.
En esta comunidad, habitada desde el 1 de febrero de 2017, hoy se adelantan diferentes proyectos educativos y productivos, iniciativas de los excombatientes gestionadas con el apoyo de Coperpace, entre las cuales se cuentan estudios universitarios, la cría de gallinas y cerdos, los proyectos de tienda comunitaria, hortalizas y vivero, y el más importante, según lo cuenta el señor Caicedo: el de vivienda.
Con este último se planea construir 150 casas en Tierra Grata, en las que ellos pondrán la mano de obra. Sin embargo, resalta que siguen a la espera de que se solucionen los problemas de tierras para continuar con su proyecto de vida.