"El hambre asola con gravedad a los colombianos". Esa es la conclusión de los investigadores del Observatorio de Seguridad Alimentaria de la Universidad Nacional de Colombia (Obsan) y del Observatorio de Enfermedades Crónicas de la Universidad Industrial de Santander (UIS), luego de una medición del consumo de alimentos en 1.505 individuos de Bogotá, Bucaramanga y los municipios de Tenjo y Sibaté, en Cundinamarca.
El estudio se realizó en alianza con la Gobernación de Cundinamarca y las Secretarías de Salud de las regiones estudiadas. Midió la calidad de la dieta y los niveles de hambre en 432 hogares de todos los estratos socioeconómicos (del 1 al 6).
"Esta muestra de hogares tiene peso estadístico, pues los sitios donde se recogió la información se definieron de manera aleatoria. A estos niveles de muestreo los resultados son reales. Luego uno puede estudiar mil o 4 mil y tal vez las cifras varíen, pero la tendencia no cambia", afirma Óscar Herrán, director de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Facultad de Salud de la UIS y líder de la investigación.
Problema de vieja data
En el 2005, la Encuesta Nacional Nutricional Ensin había reportado que el 41% de los hogares del país sufren de inseguridad alimentaria y nutricional. Las escandalosas cifras llevaron a que en el 2006 la Escuela de Nutrición y Dietética de la UIS iniciara estudios para corroborar la situación de Bucaramanga.
La sorpresa de los investigadores fue total cuando hallaron que la Ensin se había quedado corta: el 19% de hogares que la encuesta declaraba en inseguridad subió al 48% en su estudio, es decir, casi tres veces más.
Estos resultados motivaron a los investigadores de la UIS a buscar aliados, y en el 2008, junto al Obsan, se formuló un proyecto para hacer una medición más amplia en las cuatro regiones mencionadas. La propuesta fue avalada por Colciencias y a esta se unió la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, experta en este tipo de mediciones, como asesora del proceso.
De casa en casa
Según los investigadores, las mediciones sobre hambre pueden hacerse de manera objetiva o subjetiva. La manera subjetiva es a través de escalas de percepción, método utilizado por la encuesta Ensin 2005.
En esta se identifica a la cabeza de familia, y a través de 12 preguntas se le indaga si alguna vez se preocupó porque en su hogar se acababan los alimentos debido a la falta de dinero, o si en el último mes le hizo falta para comprarlos. Si el resultado es afirmativo, el hogar es declarado en inseguridad alimentaria en la Encuesta Nacional.
"Por eso se le conoce como una forma subjetiva de medir el hambre, porque esa respuesta puede tener muchas aristas (la percepción del jefe de hogar puede ser diferente a la de los demás miembros), intereses (algunos ven conveniente aparentar que están peor para recibir beneficios del Gobierno, como mercados) y errores (la urgencia de dinero en un momento del mes no es igual a ausencia total de recursos)", declara Óscar Herrán.
Un método más objetivo es a través del análisis del consumo de alimentos, que evalúa la cantidad de nutrientes que una persona ingiere en una unidad de tiempo, y uno de los métodos reconocidos mundialmente es el "Recordatorio 24 horas".
Para realizar las mediciones, el Obsan hizo una adaptación técnica de los módulos (alimentos representados en moldes de plástico) utilizados por la Ensin 2005, que resultó menos invasiva para el interrogatorio en los hogares.
A través de estos módulos se mide el peso y las características de los alimentos que las personas consumen. En el caso de los bebés se contabilizaba incluso la cantidad de leche que beben o las veces que son amamantados.
"Nosotros entramos casa por casa a una hora cercana a la comida, de esta manera la gente puede decir con precisión qué consumió. Con los módulos que asemejan, por ejemplo, diferentes clases de arepa con su respectivo peso, la persona nos puede decir cuál ingirió, dependiendo de si es de maíz o peto. Para la investigación, las porciones de alimentos se analizaron con tablas de datos estandarizados que nos señalan cuál sería su aporte de energía y nutrientes", explica Sara Del Castillo, directora del Obsan.
El rigor y confiabilidad de los resultados dependen también del equipo que los realice: "Los encargados de compilar la información eran nutricionistas graduados con al menos un año de experiencia profesional, y habían sido entrenados durante dos meses por los investigadores principales de la UIS y el Obsan en el manejo de instrumentos y metodologías. Adicionalmente, con ellos había un coordinador de campo y los docentes de ambas universidades estuvimos al frente del proceso", especifica la investigadora Del Castillo.
La evaluación con "Recordatorio 24 horas" establece que después de 15 días de haber hecho la primera entrevista se realice nuevamente otra encuesta a cada miembro del hogar. En las segundas mediciones el porcentaje de participantes fue del 94%, y en total se hicieron 2.960 encuestas sobre alimentación. "Esta cifra es altísima porque en los estudios de recordación efectuados en Estados Unidos la gente que participa en una segunda medida no sobrepasa el 60%", afirma Herrán.
Paso seguido, los nutricionistas miraron si lo que la persona declaraba que comía suplía sus necesidades de acuerdo con su actividad física, sexo y edad. De estas mediciones, en Bogotá y Bucaramanga resultó que el 85% de los hogares sufren inseguridad alimentaria, y en Tenjo y Sibaté el porcentaje sube al 90%.
Con hambre y sin darnos cuenta
Adicional al recordatorio, los investigadores realizaron encuestas de percepción a los jefes cabeza de hogar, semejantes a las de la Ensin 2005, y solo el 36% percibió tener problemas de hambre. "Hay una diferencia grande entre lo que el líder advierte y la problemática real que queda al descubierto cuando se mide el consumo de alimentos", relata el investigador Herrán.
Lo que preocupa a los expertos es que, aunque muchas personas no lo sienten, "lo que consumen realmente es bajo en calorías y poco para lo que requiere su organismo. Eso es grave en los adultos y mucho más en los niños. De los hogares encuestados, 270 tienen menores de edad", confirma la profesora Del Castillo.
A partir de estos resultados, los investigadores observan críticamente las escalas de percepción con que se mide el hambre en el país. Llaman la atención porque "se introdujeron de nuevo en la Ensin 2010 y en el DANE, lo que significa que los resultados son referente en la toma de decisiones de política pública en el país. Nuestro estudio demuestra que no se pueden llevar a cabo programas o intervenciones con esos tamizajes, pues reflejan solo una parte del problema", concluyen la UIS y el Obsan.
Sedes