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Ciencia y Tecnología

Globo meteorológico elevado en Medellín registró los vientos alisios que cruzan la cordillera Central

    Los radiosondeos con globos meteorológicos permiten ascender kilómetros en la columna vertical de la atmósfera y entender en tiempo real las condiciones que definen la formación de procesos convectivos (lluvias), estudiar su estabilidad o inestabilidad y analizar corrientes de viento superficiales y en lo más alto. En este caso, el objeto de 2 m de diámetro, inflado con helio y con un dispositivo electrónico atado al “ombligo”, fue elevado por primera vez por estudiantes y docentes desde la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

     

    La herramienta, que suelen emplear entidades como el Ejército Nacional de Colombia y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), se convirtió en un laboratorio al aire libre gracias a la unión de cinco instituciones de educación superior: la UNAL Sede Medellín; el Colegio Mayor de Antioquia; la Universidad Eafit; el Instituto Tecnológico Metropolitano, y la Corporación Universitaria Remington. En el ejercicio se registraron los vientos alisios que cruzan la cordillera Central.

    Para medir la atmósfera, su presión, humedad relativa, velocidad de los vientos y otras variables existen equipos y estaciones con alcances puntuales y superficiales, radares, lídaresy láseres que incluso trazan estructuras en tres dimensiones (3D) de esa delgada capa de aire.

    “El dispositivo puede subir hasta a 35 km según las corrientes de ascenso y enviar información a una antena ubicada en el suelo, conectada a un computador”, anota el profesor Germán Poveda Jaramillo, adscrito a la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín e integrante del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).

    La antena registra datos cada 2 segundos durante aproximadamente una hora. “La presión, la humedad y otras variables termodinámicas nos indican el estado de la atmósfera, y nosotros podemos aprovechar esta información para predecir fenómenos como la lluvia, un ejercicio esencial ante el cambio climático. Además los datos sirven para validar comparativamente modelos atmosféricos y de calidad del aire”, continúa el docente.

    Periódicamente el Ideam realiza radiosondeos en lugares como Bogotá para analizar la atmósfera y comparte los datos adquiridos con la Universidad de Wyoming (Estados Unidos), que cuenta con un sistema de almacenamiento de sondeos de todo el mundo. 

    “Aunque estas mediciones son sinópticas, es decir que indican rangos de influencia de 200 a 500 km, sería valioso hacerlas en zonas como Medellín por sus particularidades topográficas, lo cual nutriría mucho los modelos de reanálisis”, añade Johanna Yepes, doctora en Ingeniería - Recursos Hidráulicos de la UNAL Sede Medellín y docente del Colegio Mayor de Antioquia.

    Su colega Alejandro Builes Jaramillo explica que “en el Valle de Aburrá no es un ejercicio constante porque se necesita infraestructura especial y recursos. Sin embargo, el Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (Siata) ha hecho algunas campañas para estudiar la atmósfera local y compartirlas con el sistema de recolección de datos climáticos mundial, contribuyendo así a que las simulaciones de los modelos sean mejores”.

    Un laboratorio al aire libre

    La actividad se desarrolló como ciencia universitaria y los datos obtenidos fueron los esperados según el clima cálido de la mañana. “Registramos altas temperaturas y nos encontramos con los vientos alisios que pasan sobre la cordillera Central y gran parte del norte de Colombia. Además constatamos que usar los datos locales hace más interesantes los ejercicios académicos”, precisa el profesor Builes.

    Cuando el globo llega a cierta altitud se estalla y la radiosonda cae, lo que genera gastos adicionales, bien sea por la pérdida del dispositivo o por su rastreo. “Por eso unimos los esfuerzos de cinco instituciones. Es un defecto de las mediciones, pero fue un éxito como experimento, como ejercicio de divulgación y como apropiación social de la ciencia”, agrega el profesor Poveda. 

    Se espera que estas caracterizaciones profundas de la atmósfera conecten distintas ciencias permitiendo relacionar la contaminación ambiental con la salud humana, por ejemplo. 

    “En el Valle de Aburrá tenemos episodios de cambio de temporada que se asocian con la calidad del aire. En ocasiones las nubes bloquean y se dan procesos de inversión térmica. El Siata monitorea todo esto, y en esa medida nuestra atmósfera local es un gran laboratorio vivo y a cielo abierto que debemos seguir explorando desde la academia y con el apoyo de los estudiantes”, finaliza el profesor Builes.