Así lo advirtió el padre Francisco de Roux durante el panel de cierre del Seminario "Conflicto armado y democracia", organizado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL); la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición; la Universidad Jorge Tadeo Lozano y la Corporación Viva la Ciudadanía, entre otras instituciones.
"No conseguimos nada si hacemos lo que han hecho las otras 30 comisiones de la verdad que han existido en el mundo, que es sacar un listado de 60 cosas pidiéndoles a los ciudadanos que las pongan en práctica. Eso no agarra en las sociedades", comentó el sacerdote jesuita, presidente de la Comisión.
Para el padre De Roux, la construcción de la verdad "liderada desde la Comisión como una institución del Estado pero autónoma" debería nacer desde una perspectiva civil a largo plazo sin limitar su vigencia solo a periodos de cuatro años de gobierno y a partir de la cual se definan puntos concretos a priorizar.
"Esta no será la verdad de la Comisión, esta es una conversación sobre la verdad entre todos nosotros. No habrá una verdad estatal, eso sería fascismo, es un camino que tenemos que recorrer juntos. Desde ahí se debe ahondar en problemas como el de la tierra, el narcotráfico, el paramilitarismo y la presencia de las armas en la política" manifestó el padre De Roux.
El filósofo Sergio de Zubiría "exmiembro de la Comisión Histórica del Conflicto" se mostró de acuerdo con esta visión. En su concepto, el informe que haga la Comisión de la Verdad debe ser un "coro polifónico en el que haya escritura, fotografía, narración y fuentes primarias; en el que esté la academia pero también los lenguajes populares".
A este reto le sumó el desafío teórico "que se hizo evidente en el seminario" de definir el momento por el que atraviesa el país, pues mientras desde la ciencia política occidental se habla de un tránsito de la guerra a la paz, o de la dictadura a la democracia, eso no sirve para caracterizar lo que está pasando en Colombia.
"Nosotros le apostamos a la idea de que es un posacuerdo selectivo, y en ese sentido había unas intenciones teóricas para caracterizar este periodo, como no confundir el Acuerdo con la paz, considerar que el conflicto no es eliminable en las sociedades y al mismo tiempo diferenciar potencia y acto, es decir que el Acuerdo puede tener potencias, pero si se incumple realmente puede llevar a la perfidia y al fracaso", declaró el profesor De Zubiría.
La verdad como factor revolucionario
Por su parte el profesor Juan Carlos Monedero, de la Universidad Complutense de Madrid, se refirió a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición como el elemento central para cerrar en la sociedad colombiana los miedos y recuperar el optimismo.
"En España ahora mismo se está reinventando la democracia porque el movimiento de los indignados se tomó las calles y les dijo a todos los partidos que no los representaban", puso de ejemplo el docente y añadió que esto no habría pasado si la ETA no hubiera dejado antes las armas.
"Porque estábamos en las calles recuperamos esa idea de verdad que nos abrió caminos que antes estaban cerrados. Recuperamos el conflicto, que siempre existe en nuestras sociedades, pero que no lo podemos expresar cuando hay gente asesinando a otros seres humanos", afirmó el profesor Monedero.
Para él, cuando desaparece la justificación de los que asesinan es posible reconciliarse con la idea de conflicto y se abre una multitud de posibilidades. "Un pueblo que ha entendido el conflicto ha dejado en soledad a los victimarios, porque la verdad los ha señalado como tales y de repente abre mil ventanas para reinventarse a sí mismo", concluyó.