Los parásitos Babesia bovis y Babesia bigemina, así como un tipo de bacteria del género Anaplasma son los causantes de las denominadas "ranillas", enfermedades que transmite la garrapata Boophilus microplus, ácaro parásito que se alimenta de la sangre de las reses y que se halla en el 80% del territorio nacional. Babesia bovis, pero a partir de la fase de ninfa y adulto transmite la Babesia bigemina y la anaplasmosis.
Estos males persisten a pesar de que desde el año 2000, Otoniel Vizcaíno Gerdts, médico veterinario zootecnista de la Universidad Nacional de Colombia, desarrolló una vacuna que ayuda a prevenir las también llamadas fiebres de la garrapata. Las babesiosis son transmitidas únicamente por los artrópodos (garrapatas), mientras que la anaplasmosis es propagada, además, por moscas picadoras.
El ciclo de vida de este tipo de ácaro arácnido tiene cuatro fases: huevo, larva (etapa en la que tiene tres pares de patas), ninfa (cuando tiene cuatro pares de patas) y adulto (cuando se ensancha y adquiere sangre). Desde que es una larva produce la la Babesia bovis, pero a partir de la fase de ninfa y adulto transmite la Babesia bigemina y la anaplasmosis.
Es por eso que, desde la primera semana de infección, el rumiante manifiesta fiebre y decaimiento. Si está en periodo de producción de leche, disminuye la cantidad o deja de producirla. Además, puede reducir su peso entre 50% y 80%, y morir. Si el animal está gestando puede abortar.
Según Vizcaíno, el ganadero conoce estas enfermedades y sabe que las puede controlar aplicando determinados compuestos químicos de venta en el mercado. El problema es que generan contaminantes en la carne y en la leche, que pueden llegar a niveles no permisibles para la salud humana.
"Además de tener que bañar al vacuno infestado cada 15 ó 20 días, el tratamiento se realiza con una sustancia eficaz, pero que no garantiza la eliminación de las fiebres. En muchas ocasiones, el remedio se aplica cuando los animales están casi moribundos y no hay mucho que hacer. Si se salva, no recobra su vigor físico", advierte el experto.
La vacuna trivalente
Como resultado de un trabajo de investigación de 35 años entre el profesor Vizcaíno y universidades estadounidenses, entre otras instituciones, se generó una valiosa información sobre el comportamiento inmunológico, patológico, serológico (estudio de la presencia de anticuerpos en los organismos) y epidemiológico de las cepas de hemoparásitos que ocurren en Colombia.
El trabajo permitió culminar la creación de una vacuna acorde con las exigencias internacionales. Esta tiene una sola aplicación de por vida, a los tres meses de edad del ternero; no antes, porque existen anticuerpos maternos que pueden neutralizar el efecto de la inmunización.
La revacunación la realizan las mismas garrapatas de manera natural, debido a que en sus organismos se conservan los componentes. De esta forma, al volver a succionar sangre de la res, lo que hace el bicho es transmitir de nuevo los efectos de la vacuna. Así se genera un círculo en el que los anticuerpos permanecen activos como defensa ante las fiebres.
Según Vizcaíno, "la vacuna contiene tres organismos: una bacteria (Rickettsia), causante de la anaplasmosis, y dos protozoarios culpables de las babesias, patógenos que manipulados en laboratorio producen la inmunidad. En fincas donde había animales muy susceptibles hemos creado lo que se denomina estabilidad enzoótica, condición en la que los bovinos no se enferman a pesar de que adquieren la infección, dado que esta se mantiene de manera controlada".
Incluso, es posible que los becerros nazcan con la inmunidad adquirida por la madre y, posteriormente, como ya poseen anticuerpos, puedan eliminar o soportar la hemoparasitosis de una manera benigna.
Efectos visibles
El investigador recuerda que en la Hacienda Balú, ubicada en el Magdalena Medio, a 25 kilómetros de La Dorada (Caldas), se morían de 3 a 4 animales al mes por culpa de los dañinos organismos. Los bovinos eran tratados frecuentemente con químicos y bañados cada 20 días.
"Hoy se borró el problema de los hemoparasitismos en la finca. Aunque las vacas los porten, no desarrollan la enfermedad y clínicamente no hay infección. La leche y la carne se venden de manera estable y están libres de contaminantes. Los baños se han reducido notablemente y ahora solo se hacen dos veces al año".
No obstante, se mantiene una población estable de garrapatas, debido a que se debe garantizar la inmunidad en momentos en que se hacen los cruces de cebúes con animales criollos. En el caso del hato caldense, cada res conserva unos 20 insectos artrópodos.
El experto recalca que aunque la vacuna se aplica desde el año 2000, cuando el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) la aprobó, muchos ganaderos no han adquirido la cultura de la inmunoprevención. Por ejemplo, la ponen en una sola ocasión y no lo hacen con los nuevos nacimientos. "Cumplen con las dosis contra la aftosa y la brucelosis porque de lo contrario el Gobierno los multa, además cuentan con un subsidio. Pero contra estos hemoparásitos no existe obligación". Lo grave es que hay riesgos para los consumidores de carne y leche.
El médico veterinario de la UN recomienda a los ganaderos, sobre todo los que se encuentran en áreas tropicales, adoptar esta ayuda inmunológica con el fin de no gastar tanto dinero en garrapaticidas y en químicos, para controlar la anaplasmosis y la babesiosis, y así ofrecer productos más limpios a los clientes finales.
Mientras que una dosis de la vacuna puede costar 10 mil pesos, un tratamiento por cualquiera de estas dolencias puede oscilar entre 300 mil y 350 mil pesos. En la actualidad se tienen convenios en Montería, con la Secretaría de Agricultura de Antioquia y con la de Norte de Santander. También se ha aplicado en Atlántico, Caldas y Boyacá, entre otros departamentos.
A pesar de los beneficios de la vacuna, por lo general los ganaderos piden la inmunización cuando ya hay infección. "La idea es prevenir", destaca Vizcaíno.