Según el Sistema de Información de Precios del Sector Agropecuario de la Corporación Colombia Internacional (CCI), los mayores productores de carne son los departamentos de Valle del Cauca, Antioquia y Caquetá, que representan el 57% del abastecimiento mayorista del país.
En el norte del Valle se concentran 640 mil cabezas de ganado y se extraen diariamente 405 mil litros de leche, como lo indica la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán). La demanda de productos cárnicos y lácteos constituye un reto para el sector, máxime si se tienen en cuenta las necesidades de los mercados nacionales e internacionales.
Sin embargo, estudios del Programa de Investigación en Desarrollo de Sistemas Sostenibles de Producción Ganadera (Desprogran), de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, indican que, en esta región del Valle, las prácticas de manejo del ganado bovino se hacen de manera intensiva y con muy poco análisis sobre el daño de los suelos.
Allí la calidad y la oferta de las superficies de pasto están en crisis, lo que disminuye la productividad de los pastizales y, como consecuencia, la competitividad y sostenibilidad ambiental.
Uso indiscriminado
El profesor Luis Miguel Ramírez Náder, director de Desprogran, asegura que para los ganaderos todos los suelos son homogéneos y, por eso, los usan de forma intensiva, sin diferenciarlos según sus características específicas. "Esto lleva a que los terrenos se degraden, se erosionen, se compacten y disminuyan su productividad", explica el zootecnista y magíster en Producción Animal.
En investigaciones adelantadas en el corregimiento de San José, en el municipio de La Victoria, se halló que los ganaderos hacen un uso indiscriminado de las tierras, pues las prácticas de manejo pecuario aún son convencionales. "El 90% de los suelos se explota de manera extralimitada respecto a su capacidad de nutrientes. Por esto, es vital diferenciar los sitios en donde se puede intensificar la ganadería de los que se deben proteger", dice Ramírez.
En ese sentido, se hace necesario establecer las diferencias entre los diversos sectores de las fincas "según las capacidades de uso y las propiedades físicas, químicas, microbiológicas y de relieve de sus suelos", con el fin de efectuar una zonificación del predio.
Oferta en crisis
Óscar Eduardo Trujillo, de la Maestría en Ciencias Agrarias, analizó 32 sectores dentro de una de las fincas más representativas de la región. Para el estudio, instaló cajas de muestreo, cada una con una dimensión de 40 centímetros de ancho por 40 de largo y 30 de profundidad.
Así, se tomaron fragmentos que fueron analizados en los laboratorios de la UN en Palmira con el fin de determinar la calidad del suelo (oferta edáfica), a partir de la densidad aparente de los pastizales, su textura y contenido de humedad y propiedades químicas como el pH, materia orgánica, fósforo, entre otras.
Fue así como se caracterizó cada sector según su homogeneidad y oferta edáfica. Además, se dieron las bases para reordenar el uso del suelo (planificación predial), lo que, junto con la aplicación de adecuadas técnicas de pastoreo, permitirá el desarrollo sostenible de los sistemas de producción ganadera.
"Actualmente, los ganaderos utilizan cualquier zona de la finca para el pastoreo de los animales. En el estudio se determinó que los terrenos bajos son los más fértiles, porque en estos se acumulan nutrientes y materia orgánica que llega por rodamiento. Las partes medias, en cambio, tienen problemas en ese sentido. Por tanto, no se les puede someter a tanta carga", explica Trujillo.
También se concluyó que los suelos de las partes altas deben estar aislados y no utilizarse para la ganadería, pues el uso intensivo los ha tornado desérticos. "Las cimas de las laderas deben constituirse como áreas de protección, mediante la regeneración natural o la siembra de árboles y arbustos. Al conservar estas áreas, en épocas de lluvia se retiene agua y nutrientes", afirma Ramírez.
Recomendaciones
Como respuesta al deficiente estado de los terrenos en esta zona del país, el proyecto determinó tres áreas de uso del suelo que los ganaderos pueden implementar para realizar un manejo sostenible (y que son extrapolables a otras fincas del norte del Valle).
La primera posee los mayores rangos de altura, pendientes complejas superiores al 25% e índices bajos de retención y almacenamiento de agua. Por esta razón, no es recomendable establecer animales en ellos.
La segunda tiene altitudes intermedias, pendientes que varían entre el 12% y el 25%, textura en su mayor parte francoarcillosa (relativamente suelta) e índices de retención de humedad mayores, pero presenta grandes limitaciones para el crecimiento de pastizales.
Y la tercera se caracteriza por estar ubicada en las partes más bajas de las fincas, tener pendientes suaves que no superan el 12% y poseer una textura arcillosa que facilita el crecimiento y disponibilidad de la cobertura vegetal. Esta es la mejor zona para hacer ganadería intensiva.
El profesor Luis Miguel Ramírez concluye que el proyecto facilitará el trabajo a los ganaderos y los concientizará sobre el uso de los suelos. "De no manejarlos adecuadamente, podríamos perder no solo en términos ambientales, sino también productivos".