‘Frenar’ la desaparición del bocachico, el gran reto en la ciénaga de Zapatosa
La ciénaga de Zapatosa es un ecosistema importante por su gran diversidad de especies animales y vegetales. Foto: Elianny Pacheco, magíster en Ciencias Agrarias.
Este estudio se centró en la variabilidad genética y fenotípica del bocachico (Prochilodus magdalenae). Foto: Elianny Pacheco, magíster en Ciencias Agrarias de la UNAL.
La Zapatosa es un refugio para especies de peces como el bocachico y la doncella calificados como “vulnerables”. Foto: Jeimi Villamizar, Unimedios.
Para esta iniciativa se colectaron y analizaron 223 ejemplares de bocachico en nueve sitios de la ciénaga de Zapatosa. Foto: Elianny Pacheco, magíster en Ciencias Agrarias de la UNAL.
Los métodos inadecuados de captura, la contaminación de las aguas y la introducción de especies exóticas generan que los peces sean más pequeños. Foto: Elianny Pacheco, magíster en Ciencias Agrarias de la UNAL.
Por su diversidad de especies de animales y vegetales, la ciénaga de Zapatosa es un ecosistema muy importante en los departamentos del Cesar y del Magdalena, y además una de las principales fuentes de sostenimiento para las familias del territorio. “Sin embargo se encuentra en riesgo por el escaso conocimiento biológico y genético de sus peces, lo que trae como consecuencia malos manejos de repoblamiento que impactan las especies ícticas y el ecosistema”, señala Elianny Pacheco Peñaranda, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
La investigadora, quien trabajó de la mano con expertos del Departamento de Biología de la UNAL, revela que la especie está siendo afectada por la sobrepesca, el uso de métodos inadecuados de captura, la contaminación de las aguas, la sedimentación a causa de la deforestación, la introducción de especies exóticas y el drenaje de cuerpos de agua, o el taponamiento de los caños y quebradas que desembocan en el río.
Lo anterior ha conducido a que el tamaño de las poblaciones de estos peces disminuya, a que sea notorio un proceso paulatino de reducción de su talla, y a que la endogamia sea una característica genética de la población, es decir que los cruzamientos entre parientes cercanos sean frecuentes y continuos.
En este contexto, y con el objetivo de entender el panorama, la investigadora recopiló y analizó 223 ejemplares de bocachico en nueve sitios de la ciénaga de Zapatosa. Así determinó que, en cuanto a la caracterización fenotípica, la varianza de la forma de estos peces no está influenciada por los cambios en la fisonomía externa como coloración o tamaño entre machos y hembras, lo que se conoce como “dimorfismo sexual” o “alometría”.
Respecto a la morfometría geométrica, herramienta que permite abstraer la forma de los organismos mediante el uso de “marcas o puntos” cuya la información sobre el tamaño, la posición y la orientación se ajustan para determinar la “forma”, se logró diferenciar fenotípicamente entre varios sitios de muestreo.
“Los sitios con mayor diferenciación morfológica fueron Pelaya y Tamalameque. La medida que influyó sobre esta característica fue la longitud máxima del cuerpo, la cual está relacionada con la locomoción y el uso de hábitat. Es posible que esto se atribuya al tipo de alimentación y al hábitat en el que se capturó la especie”, explica la magíster.
Respecto a la caracterización genética, en la tesis se concluye que la “heterocigosidad” (versiones esperadas y observadas heredadas de cada progenitor biológico) más alta se reportó en Chimichagua, y la más baja en Tamalameque y Chiriguaná.
Aunque el índice de endogamia, o apareamiento entre individuos, emparentados mostró resultados diferentes para las matrices evaluadas (déficit y exceso de heterocigotos), los valores fueron muy cercanos a 0.
“Los resultados mostraron una diferenciación morfológica y no genética entre los sitios de muestreo, por lo que se infiere que las variaciones morfológicas están más asociadas con el ambiente que con el genotipo”.
“Los hallazgos del estudio son un acercamiento al conocimiento del estado de vulnerabilidad de la especie y podrían ser la base para mejores programas de conservación”, detalla la investigadora.
Entre las recomendaciones de la magíster en está:realizar análisis fisicoquímicos del agua en los sitios de muestreo que aporten mayor robustez a los estudios fenotípicos y genéticos, ya que el conocimiento de estos parámetros daría una idea de factores extrínsecos a la especie que pueden influenciar morfológica o genéticamente.
Así mismo plantea la necesidad de hacer muestreos espacio-temporales a lo largo de la cuenca del río Magdalena y en zonas de distribución de la especie, con el fin de evaluar de manera más precisa su estado de variabilidad y la estructuración genética, y también encontrar sitios con alta variabilidad genética, que serían muy importantes para los programas de conservación.
“Es clave marcar a los peces mediante telemetría, así como capturarlos y recapturarlos para conocer las unidades reproductivas a partir de lugares de desove (cuando el pez suelta sus huevos), y conocer si son fieles a un sitio específico de reproducción y de alimentación”, argumenta.