Fotogalería. Innovación para proteger cultivos de mango en Cesar
El mango Keitt es la especie que más se trabaja en el laboratorio; no se produce de forma natural, sino que su floración se debe inducir por medio de síntesis químicas. Fotos: Jeimi Villamizar, Unimedios.
Proceso de hidrodestilación asistida por microondas, técnica que reduce el tiempo para obtener los aceites.
Así comienzan a caer las gotas que forman dos fases visibles, aceite e hidrolatos, que son los que contienen los metabolitos con propiedades antimicrobianas.
Se recolectaron hojas, mangos y raíces que tuvieran algún síntoma de enfermedad, los cuales se llevan a un proceso de esterilización en el laboratorio.
Después se pasa a aislamiento en las cajas para introducir la planta sana y así confirmar que estos hongos son dañinos.
En esta fase también se extrajeron aceites de las hojas de mango para analizar si generaban alguna actividad que ayude a controlar enfermedades.
Por medio de ensayos de laboratorio se hicieron pruebas individuales para identificar la efectividad de cada aceite esencial frente al patógeno.
Colletotrichum es el hongo que causa la antracnosis en mango, por eso el objetivo principal del estudio es mantenerlo a raya.
El equipo también avanzó en la identificación de microorganismos naturales en el mango que tuvieran proyección como biofertilizantes, como Trichoderma.
Los aceites esenciales y los extractos se combinan para hacer una microemulsión, que es el producto final.
Para retirar el solvente lo llevan a rotavapor, así queda solo el extracto.
El uso de químicos también afecta a los agricultores que exportan sus frutos, debido a que algunos compradores tienen restricciones en el uso de algunos químicos.
El palo de mango es un símbolo en la región, en la foto, una kankuama barre el frente de su casa en el corregimiento de Chemesquemena.
El semillero es dirigido por la profesora Yennys Robles Cuello, y está conformado por las estudiantes Estefany Oliveros, Kelly Núñez y Vanessa Martínez, de Biología e Ingeniería Biológica de la UNAL.
El proyecto, liderado por un grupo de investigadoras, consiste en identificar los tipos de hongos que causan enfermedad en los cultivos e inhibir su acción dañina mediante el uso de aceites esenciales extraídos de limonaria, hojas de mango, eucalipto, albahaca, citronela, prontoalivio y orégano.
Aunque el mango es una fruta de amplio consumo en el país –de hecho, existen más de 200 tipos– no es autóctona, fue introducida, pero se adaptó al clima y las alturas; por eso se encuentra en prácticamente toda la zona andina y el Caribe colombiano.
Cesar cuenta con microclimas según la ubicación: al norte es seco, en el centro es húmedo y al sur es un poco más templado, e incluso frío; eso explica porque, además del mango, los microorganismos también se han adaptado al ambiente, y por eso las expertas centraron su investigación en cada uno de ellos.
Para su estudio tomaron muestras de mango (hojas, tallo o fruto) en cada zona y ensayaron cómo cada aceite repele la acción de los hongos, estrategia que sirve como mecanismo de control biológico, alternativa al uso de químicos que contaminan tanto los suelos como los ríos y quebradas, entre otros afluentes.
Otra problemática identificada en la interacción con los campesinos de la región es que, al utilizar productos químicos en los frutos, no se puede observar de inmediato si este está siendo afectado por algún patógeno, lo cual genera devoluciones del comprador y pérdidas para el agricultor; sin embargo hasta ahora no hay en la zona un registro sobre cuál es la perdida por cosecha.
Por esta razón, como Colombia importa todos sus insumos químicos, el propósito de este trabajo es utilizar materiales de la región igualmente eficaces y de bajo costo, de manera que se beneficien los pequeños agricultores.
Por ser biológicos, los aceites esenciales son mejores porque los patógenos, en este caso hongos, no generan resistencia ya que contienen varios ingredientes activos que le impide a la planta generar resistencia a ellos, como sí sucede con los agroquímicos.
Así se ofrece una solución a una gran cantidad de dificultades que afronta la agricultura actual y se contribuye al conocimiento científico en aras de beneficiar al Cesar, una de las regiones más pobres de país, con alto índice de analfabetismo, desempleo, violencia y un campo que necesita de la tecnología y la innovación que se hace en la UNAL; además, es un apoyo para que los jóvenes tengan una oportunidad de emprender y generar nuevos empleos.