Extraño crecimiento de planta parásita se relaciona con pérdida de genes
Dicha planta parásita de la familia Apodanthace, a la que aún no se le atribuye un nombre común por ser poco conocida, no cuenta con raíces, tallos ni hojas como las plantas tradicionales; su parte vegetativa se limita a unas hebras microscópicas que crecen debajo de la corteza de una planta hospedera, de la cual absorbe los nutrientes que necesita para desarrollarse. El tamaño de sus flores oscila entre 2 y 3 milímetros y suelen encontrarse en la base del tallo de la planta hospedera, por lo que pasa desapercibida.
Su forma se relaciona con una reducción en la red genética implicada en el desarrollo vegetativo y embrionario, “es decir, dentro de las familias de genes se han perdido varias copias; por ejemplo, para la familia Wushel solo encontramos 5 genes, mientras otras familias tienen 14, que les permite a las plantas desarrollarse y crecer”, indica Angie González, estudiante del Doctorado en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Los 5 genes presentes en P. boyacensis están en buen estado y no han perdido partes necesarias para su funcionamiento. Aquellos que se han perdido de manera progresiva están asociados con el crecimiento y desarrollo de la raíz y de las hojas.
Otro importante factor identificado es que, aunque tiene flores solo masculinas o solo femeninas, también se encontraron algunas con ambos géneros y sus polinizadores aún se desconocen.
Los hallazgos son relevantes para analizar el crecimiento y la morfología de otras plantas, que es lo que se conoce como “biología del desarrollo”, campo de estudio en el que la UNAL es pionera en investigación, teniendo como énfasis las plantas endoparásitas.
La estudiante González, junto con los profesores Favio González, del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la UNAL, y Natalia Pabón, del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, director y codirectora de la tesis respectivamente, investigaron la genética de esta planta, además de su morfología y anatomía.
En la salida de campo tomaron muestras tanto de la planta hospedera como de la parásita y las almacenaron en nitrógeno líquido para conservar una molécula que se llama ARN.
En el laboratorio se realizó un proceso químico denominado extracción de ácidos nucleicos y se recolectó información de todos los genes que se expresaban en dicha muestra.
“En cuando a lo morfoanatómico, se hizo un muestreo exhaustivo en las partes bajas de esa cobertura vegetal, se cortaron trozos de tallo y se tuvieron en algunos conservantes como alcohol, para luego poder hacer el análisis de la anatomía mediante el estereoscopio y el microscopio”, explicó la experta.
Esta planta tiene mayor presencia en Soatá, Ráquira, Villa de Leyva y sus alrededores, por ser de ambientes desérticos. Pese a que tiene una forma muy peculiar y su vivo color morado la hace destacar, no es fácil hallarla por desarrollarse y crecer dentro de plantas hospederas que son su fuente de alimento.
Vale aclarar que esta infecta a un tipo de planta silvestre que se llama Dalea cuatrecasasii, es decir que no se encuentra en cultivos y no es peligrosa para la agricultura. Además sus frutos y flores son recurso alimenticio para una variedad de insectos, en particular para las hormigas.
Esta investigación sienta las bases para estudiar si el fenómeno de reducción genética está ocurriendo de la misma manera en otras familias de plantas que, aunque son de líneas evolutivas diferentes, presentan una morfología reducida similar.