Experimentación con animales, ¿cuáles serían los efectos de su limitación
Pese a los avances logrados a través de la investigación con modelos animales, ha crecido el debate sobre su uso ético y sobre las alternativas disponibles. El trabajo con cultivos celulares y otros métodos complementarios ofrece información valiosa, pero la interacción de sistemas completos sigue siendo necesaria para obtener resultados confiables y aplicables a los seres humanos.
En Colombia, la investigación con animales está regulada por la Ley 84 de 1989, que establece que los animales utilizados en investigación deben ser tratados con respeto y dignidad. Además, en 2020 se sancionó la Ley 2047 que prohíbe la experimentación, importación, fabricación y comercialización de productos cosméticos, sus ingredientes o combinaciones de ellos que sean objeto de pruebas en animales.
Aunque recientemente se han propuesto iniciativas para regular el uso de animales en investigación, la comunidad científica considera que estas iniciativas se deben construir en colaboración con los expertos y profesionales que dependen de estos modelos para su trabajo.
“Las regulaciones de este tipo deben ser informadas y realistas para garantizar el progreso científico y el bienestar animal. Estas medidas deberían ser consultadas con nosotros, que somos los que utilizamos estas herramientas para investigar”, afirma la profesora Marisol Lamprea Rodríguez, del Departamento de Psicología de la UNAL.
La experimentación con modelos animales empezó crecer en el siglo XIX, cuando los científicos comenzaron a explorar en detalle el funcionamiento del sistema circulatorio, respiratorio, nervioso, y otros procesos fisiológicos. Con el paso del tiempo se han empleado para desarrollar vacunas, medicamentos, tratamientos para enfermedades, técnicas quirúrgicas y hasta dispositivos médicos.
La profesora Lamprea sustenta que así también, al identificar nuevos fármacos con potencial terapéutico, se ha podido evaluar su seguridad y eficacia, y establecer las dosis adecuadas.
“En mi laboratorio trabajamos las adicciones y mucho de lo que sabemos hoy sobre cómo reacciona el cerebro a diferentes sustancias o a situaciones que pueden tener un potencial adictivo es gracias a estos modelos animales. Si se limita esta práctica se perdería la posibilidad de avanzar en la comprensión de diferentes fenómenos de la humanidad y en el desarrollo de alternativas farmacológicas”, señala la profesora.
Moscas, cerdos, ratas, ratones, bovinos y hasta abejas proporcionan información vital sobre el funcionamiento del sistema nervioso o del inmunológico, entre otros, de los seres vivos, que en algunos casos aplica para los humanos.
Pero también, según sustenta la profesora Lucía Botero Espinosa, decana de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la UNAL, “estos mismos son los que ayudan a identificar cómo funcionan las enfermedades en sus especies para luego combatirlas, así mismo, tratamientos para bacterias como la salmonela, y en el caso de los animales de producción se suelen probar dietas nuevas que favorezcan este proceso”.
Destaca además que en la Facultad el Comité de Bioética de uso y cuidado de animales que forman parte de investigaciones científicas, el cual es regido principalmente por la normativa europea de 2010.
“Todos los proyectos de investigación deben pasar por el Comité de Bioética, quienes los revisan, hacen observaciones a los investigadores a cargo, y cuando estos cumplen los parámetros según lo dicta la normatividad, se da el aval”, explica la profesora Botero, haciendo alusión que así se garantizan las condiciones óptimas de todo animal sujeto a experimentación.
En palabras de la profesora Lamprea, aunque existen alternativas complementarias, como el uso de cultivos celulares, que permiten estudiar el comportamiento de las células individuales y las interacciones entre ellas, estas no reemplazan los modelos animales.
“El trabajo con cultivos celulares es muy interesante porque se tiene un grupo de células sobre las cuales se puede hacer una serie de intervenciones, pero su alcance es muy limitado; las interacciones entre los múltiples sistemas del organismo –como el inmune, el nervioso y circulatorio– son necesarias para poder establecer que un medicamento o una intervención son seguras para su aplicación en la medicina”, concluye la académica.