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Ciencia y Tecnología

Exceso de luz artificial en el cielo nocturno, otra contaminación creciente en Colombia

    La ubicación poco acertada del excesivo alumbrado público, así como la iluminación de vallas publicitarias, edificaciones, monumentos y de la gran cantidad de centros comerciales, están ocasionando un fenómeno conocido como contaminación lumínica que, según estudios internacionales, afecta el bienestar de personas, plantas y animales. Apoyados en imágenes satelitales de la NASA, un equipo de científicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) cuantificó dicha polución en zonas urbanas de las principales ciudades del país: Bogotá, en las noches, es una de las más contaminadas.

    Pero ¿por qué ocurre este fenómeno? El brillo o resplandor que vemos en las noches en el cielo es ocasionado por la reflexión y difusión de la luz artificial. Eso quiere decir, que cuando ese montón de bombillos y luminarias están encendidos, la luz toca superficies que no alcanzan a absorber toda la radiación emitida, y esta rebota hacia la atmósfera.

    Estudios realizados en Estados Unidos[i] y Europa[ii], advierten sobre las consecuencias de esta degradación ambiental, que no solo nos impide ver el firmamento en las noches, sino que además altera el reloj biológico de las especies: afecta la producción de melatonina, hormona que regula nuestros horarios de sueño y es producida por una glándula (llamada pineal) durante la noche y en ausencia de luces. Por eso no resulta extraño que, ante estas alteraciones, el ser humano experimente mayores índices de fatiga, estrés, dolores de cabeza y ansiedad por la falta de descanso.

    En los animales también afecta sus patrones de sueño y por ende su migración y papel reparador de los ecosistemas. Para no ir tan lejos, el Planetario de Bogotá señala en un informe que[iii] el exceso de luz deslumbra y confunde a las aves, las cuales usan la ubicación de las estrellas y los astros para sus recorridos. Asimismo, en ciudades como Cartagena, las tortugas marinas se desorientan al no poder distinguir la luz de la Luna, y por ende son incapaces de regresar al mar y encontrar sus crías.

    Un fenómeno del que poco se sabe en Colombia, pero ya tiene pioneros

    Sobre la polución lumínica en Colombia y su impacto en los ecosistemas queda mucho por descubrir. Sin embargo, un gran paso acaba de dar el artículo “Iluminando la amenaza: un análisis de una década de la contaminación lumínica en los principales centros urbanos de Colombia a través de imágenes satelitales”[iv] primera investigación que cuantifica este fenómeno y abre la puerta al desarrollo de más estudios que aporten a su comprensión en nuestro contexto; sus autores son los físicos Kennet Rueda[v], Andrés Guerrero[vi], Santiago Vargas[vii], Mauricio Vinasco[viii], [ix] y el meteorólogo Cristian Goez[x].

    Mediante la recopilación y el análisis de incontables imágenes tomadas durante 10 años con el sensor VIIRS (el Sistema de Radiómetro de Imágenes Visibles e Infrarrojas presente en varios satélites de la NASA), el equipo de la UNAL logró construir un registro detallado de lo que ocurre principalmente en Bogotá y obtuvieron datos de otras ciudades como Medellín, Cartagena, Barranquilla, Cali, Bucaramanga y sus alrededores. “Usamos los repositorios abiertos de la Nasa y empleamos nuestros conocimientos técnicos para descargar y procesar las imágenes que requeríamos para obtener los datos pertinentes”, dice el profesor Santiago Vargas.

    Si bien este método tiene límites como la imposibilidad de medir la contaminación lumínica vista desde abajo, donde los efectos son más notorios, el investigador Kennet Rueda asegura que el empleo de información satelital para estudiar el territorio colombiano es de suma importancia, puesto que sus aplicaciones nos permiten acceder a lugares que, de lo contrario, no podríamos contar con información suficiente al respecto. Todo de una manera económica y eficiente.

    Bogotá y el impacto de las luces led

    Con las imágenes satelitales de los territorios seleccionados, los investigadores midieron el brillodel cielo nocturno a través de la escala de Bortle, que mide la radiancia emitida, es decir la cantidad de luz que sale de un punto (ejemplo bombillas...) a una distancia determinada; la escala va desde el color negro (una ubicación con un buen cielo oscuro), pasando por el gris, azul, verde, amarillo, naranja y rojo, hasta llegar al color blanco (una ubicación con un cielo brillantemente iluminado).

    La unidad de medida es el vatio por centímetro cuadrado, esto haciendo referencia a la potencia y cantidad de energía por estereorradián lo cual tiene que ver con la dirección de la luz y su ángulo. Cabe resaltar que, el paso entre un rango de la escala a otro no se da de forma lineal —tampoco es una cantidad que se duplique o se triplique—, sino que el paso de un color a otro equivale a un aumento de órdenes de magnitud exacerbantes.

    El estudio brinda un interesante panorama del país en lo que concierne a sus índices de polución lumínica. Así pues, en el caso de Cartagena, Barranquilla y Bogotá, se ha observado un aumento tanto en los niveles de radiancia como en la expansión lumínica en las áreas circundantes. Esto se debe en gran medida al crecimiento urbano experimentado por estas ciudades en los últimos años. De igual manera, hay otros escenarios (Cali, Bucaramanga y Medellín) donde la disminución de la contaminación lumínica fue evidente. Lo anterior demuestra que el crecimiento poblacional de una ciudad no siempre implica más brillo en el cielo nocturno. A pesar de ello, es importante resaltar que, al igual que Barranquilla, Bogotá y Cartagena, estas ciudades también experimentaron un incremento en la cobertura de áreas iluminadas.

    Al respecto, los autores del artículo sostienen que, en el caso bogotano, el incremento de contaminación lumínica se debe principalmente al reemplazo de las luminarias de alumbrado público —cuyos bombillos eran de sodio— por luces led, algo que se ha venido implementando desde el 2017. En ese sentido, es notable que seis de las ocho localidades que presentaron una disminución en la radiancia entre el 2017 y el 2022, hayan realizado una transición completa (o casi completa) a luces led. Sin embargo, otras localidades (como La Candelaria y Santa Fe) presentaron mayores registros de radiancia por unidad de área, por ser las que poseen mayor cantidad de luces led por km2. Lo anterior quiere decir que, a pesar del carácter ahorrativo de las luces led, su uso en excesivas cantidades resulta contraproducente para evitar el aumento de la polución.

    Mayor luz no significa más seguridad

    El docente e investigador en astrofísica, Santiago Vargas, atribuye este fenómeno a la creencia errónea de que, a mayor luz, mayor es la seguridad de un lugar: “No necesariamente hay correlación entre más luz, más seguridad. En su lugar, hay que pensar que, entre mejor esté ubicada la luz, hay mayor seguridad”. Según el artículo, la inadecuada gestión en la instalación de luces públicas, acompañada de una insuficiente protección, genera que aumenten los robos, el vandalismo y los asaltos a mano armada. Aquello, no obstante, también incluye la iluminación vial. Debido a que la mala ubicación de las luces también puede generar deslumbramientos (cegueras temporales por la intensidad de la luz) a los conductores, aumentando así la probabilidad de sufrir un accidente.

    "Iluminando la amenaza" es el primer paso para que profesionales de diversas disciplinas en el país ahonden en los impactos de la contaminación lumínica en la población, la flora y la fauna colombiana. Es también una exhortación al patrocinio de más estudios que ahonden en la situación lumínica de Colombia desde la tierra, ya que, aunque los sensores terrestres sean más costosos que la obtención de datos satelitales, la implementación de dichos dispositivos podría otorgar una mayor atención a aquellas luces que no alcanzan a ser captadas por los satélites.

    En este Día Internacional de la Luz, vale la pena reflexionar no solo sobre los grandes avances que la luz le ha brindado a la humanidad, sino también preguntarse, como lo hizo el físico unaleño Andrés Guerrero: «¿En qué punto dejamos de ver las estrellas?».

     


    [i] Chepesiuk R. (2009). Missing the dark: health effects of light pollution. Environmental health perspectives, 117(1), A20–A27. doi.org/10.1289/ehp.117-a20

    [ii] Light pollution. (s/f). Nationalgeographic.org. Recuperado el 14 de mayo de 2023, de education.nationalgeographic.org/resource/light-pollution/

    [iii] Planetario de Bogotá (@planetariobog). (2023, mayo 13). Un reto por las aves. Instagram.com. www.instagram.com/p/CsJ1vs2Jmwq/

    [iv] Si está interesado en profundizar más en los hallazgos de esta investigación, el artículo completo derivado de esta investigación saldrá publicado en la Revista de La Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales próximamente.

    [v] Fregata Space, España.

    [vi] Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Física, Bogotá, Colombia.

    [vii] Universidad Nacional de Colombia, Observatorio Astronómico Nacional, Bogotá, Colombia.

    [viii] Universidad El Bosque, Bogotá, Colombia.

    [ix] Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia.

    [x] Universidad Antonio Nariño, Bogotá, Colombia.