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Política y Sociedad

Estudio en 20 colegios de Bogotá revela ideas suicidas en estudiantes

    Un estudio adelantado por el Observatorio de Infancia de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y la Secretaría de Educación del Distrito, con 10.000 niños y adolescentes de 20 colegios públicos de la ciudad, reveló que 1 de cada 8 estudiantes de secundaria ha pensado en hacerse daño, y 1 de cada 34 ha intentado suicidarse - las mujeres lideran el puesto en cada estadística-.

    Aunque la población mayor de 14 años es la que más presenta una conducta suicida, la investigación también identificó que 68 padres de estudiantes de preescolar y primaria manifestaron que sus hijos amenazaron con lastimarse, o lo han intentado. Entre las razones que pueden motivar esta conducta se encuentran: el duelo por la pérdida de un familiar, regular emociones como la ira o la tristeza, e incluso ser víctima de algún tipo de violencia física o emocional.

    Para la psicóloga Paola Yamhure, investigadora del Observatorio, “esta es una señal de alarma, pues en esta edad es cuando se establecen las bases para la regulación emocional, se entrenan los impulsos y pueden aparecer manifestaciones de desórdenes emocionales”.

    Enfatiza que, aunque el estudio se adelantó en 2020, durante la pandemia por COVID-19, estas no son conductas exclusivas de ese momento. A algunos estudiantes este periodo les ayudó a ser organizados, fomentar su autoestima y tener más seguridad personal. Incluso los jóvenes crearon estrategias como pintar o hacer artesanías para venderlas y apoyar a su familia. Entretanto otros desarrollaron conductas agresivas contra sí mismos o contra otras personas.

    Cifras de la Secretaría de Educación indican que a junio de 2023 se reportaron 775 casos de conducta suicida en menores de 12 a 17 años, siendo un antecedente de riesgo el maltrato y el abandono de sus familias, y las rupturas amorosas. Las cifras preocupan: en 6 meses del año 14 menores entre los 10 y 18 años se han suicidado.

    Andrés Felipe Avendaño, jefe de la Oficina para la Convivencia Escolar de la Secretaría de Educación, explica que, “aunque las localidades de Suba, Kennedy y Bosa (las más grandes de Bogotá) presentan la tasa más alta de conducta suicida, esto obedece a factores como el alto número de personas que las habitan, y por ende el alto número de estudiantes matriculados”.

    Para él es preocupante que localidades como La Candelaria o Los Mártires, siendo más pequeñas, tengan más casos. “Históricamente Los Mártires ha presentado un número alto: este año 6 de cada 1.000 estudiantes tuvo una conducta suicida”.

    A los factores ya mencionados hay que agrega que, “en esta localidad existe la explotación sexual de menores y el reclutamiento para vender sustancias psicoactivas; además es vecina de la localidad de Santa Fe, lo que sugiere la presencia de pandillas y vulneración de derechos”, amplía.

    La psicóloga de la UNAL Diana Bejarano comenta que “en los grupos de discusión evidenciamos que los estudiantes manifestaban situaciones relacionadas con problemas familiares y pobreza que no les permiten satisfacer necesidades básicas como una buena alimentación o actividades de esparcimiento, entre otros factores”.

    Enfoque de género, una deuda hasta en la salud mental

    Según el estudio, la tristeza, la soledad, la desmotivación y la desesperanza hacia el futuro fueron algunas de las emociones negativas que manifestaron los estudiantes. La psicóloga Bejarano explica que los estados emocionales negativos no configuran en sí mismos un problema mental, pero sí es un antecedente a trastornos como la depresión o la ansiedad.

    Las mujeres fueron quienes más acumularon emociones negativas, o al menos quienes más reconocen sentirlas. De la tristeza constante o la sensación de soledad a tener conductas autolesivas hay pocos pasos: 4 de cada 100 estudiantes mujeres que formaron parte del análisis han hecho cosas para quitarse la vida.

    Lo paradójico de la situación es que, en el mundo, los hombres son quienes más se suicidan: solo en Bogotá 109 hombres adolescentes entre 12 y 17 años se quitaron la vida en 2022, frente a 40 mujeres. Sin embargo, el experto Avendaño señala que “en 2023 ha habido un aumento en las mujeres menores de 18 años que se han suicidado, lo cual resulta preocupante”.

    “Aunque sea pronto para decir qué pasa con la población femenina en los colegios, sí hemos visto que se siguen perpetuando violencias sexuales o basadas en género. Además, las mujeres sufren más hostigamiento escolar que los hombres, y todo eso influye en el suicidio de las niñas y adolescentes”, agrega. De los 2.301 presuntos casos de violencia y abuso en estudiantes, el 36 % correspondía a violencia sexual a mujeres, y de los 278 casos de hostigamiento escolar, el 58,2 % fueron reportados por mujeres.

    La psicóloga Lina Herrera, del equipo ¡En la Buena! de la UNAL, considera que una de las razones por las cuales se presentan estas situaciones es por la falta de investigación con enfoque de género en este tema. Sin embargo, destaca que no se puede negar el sistema machista, que les niega a los hombres la oportunidad de expresar sus emociones o pensamientos negativos.

    “También hay una relación respecto al cuerpo. Los intentos de suicidio en los hombres llevan más agresión hacia su integridad física, mientras que las mujeres optan por medidas menos invasivas, aunque también violentas”, asegura la profesional.

    En esto coincide con la psicóloga Bejarano, pues durante el trabajo realizado en los colegios notó que en los hombres sí existe una necesidad de canalizar los sentimientos con la fuerza física, algunos de forma sana como correr o hacer algún ejercicio, pero otros con acciones más extremas: golpear la pared, romper las cosas e incluso agredir a alguien.

    Para el docente Ernesto Durán, director del Observatorio sobre Infancia, “es importante trabajar en los factores que protegen a los niños del deterioro de su salud mental, como los vínculos afectivos con la familia, los amigos e incluso los maestros. Así mismo, los agentes individuales a los que recurren los adolescentes para protegerse de la conducta suicida, entre los que se destaca la autonomía, el generar hábitos y rutinas, manejar los conflictos o buscar ayuda”.

    “Nuestra apuesta siempre ha sido por la promoción, prevención y el cuidado de la salud mental, en esencia es el proyecto ¡En la Buena!”, concluye el académico.

    Este texto forma parte del especial de Periódico UNAL impreso y digital, el cual puede leer completo aquí