Esta es una de las conclusiones del análisis que evidenció que la ocupación de estos medios podría pasar del 35 al 50 %.
Entre otras prácticas, se plantea usar correcta y permanentemente el tapabocas cubriendo nariz y boca; guardar silencio durante los trayectos, incluso sin hablar por celular; tener ventilación adecuada; regular el distanciamiento social; realizar viajes cortos, y desinfectar los sistemas de transporte al inicio, durante y después del recorrido.
El objetivo es garantizar la seguridad de las personas y la sostenibilidad de los sistemas de transporte, mediante la identificación de riesgos y su mitigación, para bajar el nivel del riesgo de contagio y aumentar el nivel de ocupación del sistema de transporte masivo.
Esta fórmula se aplica en la red del Metro de Medellín desde el viernes 3 de septiembre, después de recibir el aval del Gobierno nacional para aumentar ocupación hasta el 50 %.
El estudio se construyó a partir de revisión de la literatura académica sobre el tema, simulaciones de modelos matemáticos, experimentos a bordo de los vehículos, evidencias técnicas, y del panorama actual de los sistemas de transporte masivo y colectivo de la ciudad-región.
El profesor Jairo Espinosa, de la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín y doctor en Ciencias Aplicadas, explica que las recomendaciones del estudio surgieron del análisis de cómo se materializa el riesgo de contagio en el transporte público y cómo se puede reducir.
El Metro no es un foco de contagio ¿por qué?
Las medidas de reducción del riesgo se enfocan en enfrentar las "3C" en el transporte público: espacios Cerrados, lugares Concurridos y contactos Cercanos, condiciones que aumentan el riesgo de contagiarse con el nuevo coronavirus.
El profesor Espinosa explica que aunque los vagones del Metro son lugares cerrados, están muy bien ventilados porque su sistema de inyección de aire permite renovar el 50 % del aire circulante en 43 segundos.
"Todo el aire de un vagón del Metro se renueva cada cinco minutos; esa es una ventilación muchísimo mejor que la de cualquier otro lugar cerrado y solo comparable con la de un espacio abierto con brisa", señala el académico.
Como los vagones son espacios concurridos, para enfrentar este factor de riesgo se manejan grados de ocupación por debajo de ciertos niveles.
"Los vagones son sitios de contacto cercano, riesgo que se puede mitigar si todas las personas utilizan los tapabocas adecuadamente, respirando a través de ellos de manera que los efluvios de boca y nariz pasen a través de la mascarilla", dice el profesor Espinosa.
Y especifica: "los tapabocas generan un elemento de protección que les permite a los usuarios estar más cercanos unos a otros; así hay una mitigación efectiva del riesgo. Por eso, aunque le planteamos al Ministerio de Transporte aumentar la ocupación al 55 %, este respondió que incluso se podría aumentar al 70 %".
El estudio también advierte que la ocupación se debe aumentar de manera controlada y dinámica según la cantidad de infectados. Si los tapabocas se utilizan de manera intensiva, se mitiga el riesgo de cercanía y los usuarios podrán aproximarse más entre sí.
Otro factor que contribuye a disminuir el riesgo de contagio es el bajo rango de tiempo que permanezca un usuario en el vagón: "el trayecto más largo entre las estaciones Niquía y La Estrella dura 39 minutos, pero el tiempo de distanciamiento mínimo a otros usuarios sería de 20 minutos porque el Metro no va lleno todo el tiempo; la ocupación máxima la tiene entre 25 y 28 minutos, y el 90 % de los usuarios viaja en el Metro menos de 25 minutos", indica el profesor Espinosa.