Así lo considera el docente Francesco Bogliacino, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien recordó que el sistema de estratificación en Bogotá nació ante la necesidad de aumentar la cobertura de servicios públicos y lograr de alguna forma de redistribución por medio de un mecanismo de focalización cuyo objetivo fuera una especie de método de "subsidio cruzado".
Para el docente, los problemas de la estratificación en la capital del país obedecen a errores de inclusión y exclusión, que lo hace un sistema insostenible soportado en estereotipos y segregación.
Este error que presenta el sistema de estratificación provoca una mala redistribución. Al respecto, el docente recuerda que cuando surgió esta iniciativa se contaba con muy poca información, de ahí que fuera exitosa en su momento. Sin embargo hoy los ciudadanos contestan encuestas del Sisbén, por ejemplo, o presentan su declaración de renta, de tal manera que se cuenta con otros mecanismos para caracterizar a la población.
"No se puede negar que en estratos 5 y 6 las personas no tengan una mejor capacidad de pago, el problema es que en estratos 2 y 3 hay un poco de todo, hay gente que tiene mucha capacidad de pago respecto a alguien de su mismo estrato", manifestó el académico consultado por el Instituto de Estudios Urbanos (IEU).
Sistema insostenible
El cuanto a la insostenibilidad del sistema, señala que en Bogotá la población de estratos 5 y 6 no llega al 10 %, mientras que en los estratos 1, 2 y 3 se concentra más del 70 %, lo cual implica que el mecanismo sea insostenible, porque no hay suficientes hogares que paguen más para subsidiar los niveles bajos.
Recientemente la Secretaría de Planeación de Bogotá reveló que 90 manzanas subieron de estrato, según los resultados de la última actualización de la estratificación realizada en 2017. Esto, para el profesor Bogliacino, responde a las lógicas propias de la ciudad que está en constante cambio y a la evolución del ingreso a lo largo de la vida que tiene una persona. "Si la gente mejora su condición debe pagar un poco más para, de esta manera, subsidiar a la población más pobre a la hora de garantizarle el acceso a los servicios públicos", señaló.
No obstante, Gabriel Plazas, magíster en Ciencias Económicas de la U.N., considera que la metodología de la estratificación tiene en sí misma un sesgo al clasificar sectores y no personas. "Por esta razón, algunas familias con un nivel socioeconómico alto viven en estratos bajos y reciben ayuda del Estado cuando no la necesitan, lo que genera desviación de recursos", advirtió.
Por lo anterior, el economista afirmó que el sistema está mal formulado porque no considera en la metodología estudios socioeconómicos de las familias bogotanas que permitan que las ayudas sean más focalizadas y, por el contrario, ceñirse solo a las mejoras de las viviendas o los cambios en el entorno.
Estereotipos y segregación
La tercera dificultad está relacionada con la estratificación como una manera de imponerles un número a las personas, lo que termina asociándose con formas de naturalización entre diferencias sociales. Al respecto, una investigación realizada por el profesor Francesco Bogliacino determinó que al utilizar números para identificar a la población se generan estereotipos hacia las personas de estrato bajo, como creer que son poco confiables.
"No es que la gente tenga una actitud discriminatoria en sentido estricto, sino que tiene estereotipos y creencias que se pueden interpretar como una forma de discriminación; eso, en parte, se debe al mero hecho de utilizar números para clasificar a las familias", explicó.
Por lo anterior, consideró que incluso con una reforma al sistema de estratificación que mantuviera las características de poner etiquetas sobre las personas, es probable que se presente una situación similar en una sociedad tan segregada como la bogotana.
"No existe otro país en el mundo en el que se diga que una persona es de estrato 1 o 6. Que exista clasismo en Colombia es normal, pero no está bien que creemos mecanismos que lo alimenten", recalcó.
Sobre esta problemática, el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la U.N., Édgar Bejarano, plantea que los estratos en sí mismos no generaron la segregación social, sino que son los que legitiman este fenómeno. En consecuencia, considera que valdría la pena pensar en microestratificar la ciudad, lo que implica aumentar la escala de estratos.
"Esto podría ser más objetivo y traduciría mejor la realidad fragmentada y heterogénea que tiene la ciudad, porque aunque se les cambiara el nombre a los estratos, los problemas de fondo seguirían latentes", puntualizó.