Estrategias de comunicación mejorarían innovación en agronegocios del Meta
Según el DANE, en el país existen 2,7 millones de productores, de los cuales alrededor de 725.000 son residentes en el área rural dispersa censada. Fotos: archivo Unimedios.
Menos del 50 % de los agricultores tienen un estimado de lo que invierten en el campo, lo que devalúa su valor en la cadena de producción.
Generar alternativas de siembra y diseño tecnológico requiere de un relacionamiento estratégico que ofrezca garantías en ambas partes.
Mejorar el desarrollo del campo también requiere de mano de obra joven para mejorar los procesos tradicionales de la siembra.
Según el DANE, solo el 13,9 % de la población colombiana reside y trabaja en el campo.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en Colombia la mayoría de los agronegocios son informales, con bajos niveles de competitividad y limitada capacidad de llegar por sí solos al consumidor final, por lo que se constituyen en el eslabón más débil de la cadena de suministro.
A su vez, para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), una de las problemáticas más grandes en el mundo es el bajo nivel de innovación, por lo que recomienda que esta debe ser superada a través de estrategias como conectar a los productores con diversas fuentes de conocimiento, con el fin de generar mayor acceso a esta. Así se avanzaría en la superación de la brecha tecnológica en el campo.
Con respecto al nivel de innovación en el Meta, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación señala que en 2018 el departamento ocupó el puesto 17 de los 26 analizados en Colombia, situación que es aún más evidente en el sector agrícola.
El docente Charles Robin Arosa Carrera, doctor en Administración de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, afirma que “generar estrategias de comunicación afianzaría nuevos procesos de comercialización en el campo con garantías, un aspecto que se conoce como ’marketing relacional’”.
En este caso, el marketing relacional se trata de convertir al campesino en cliente, o sea que se inviertan los papeles: que el proveedor o comprador sea quien afiance esos retos en el campesino, para tener una relación estable y duradera en el negocio.
Por ejemplo, si un proveedor ve que el productor puede utilizar filtros de papel con colores en las matas de café para evitar que la ataquen las plagas, puede comentárselo, y entre los dos actores generar un vínculo de confianza. Así, haciendo uno de la innovación tecnológica, ambos ganan: el campesino, mayor productividad que se representa en mayores ingresos, y el proveedor, quien compra sus productos, un café de buena calidad, lo que le representa mayores ingresos.
Estas relaciones de valor consisten en darle al cliente –de proveedor a campesino– una experiencia única y competitiva que genere un vínculo formado por oportunidades; es darle a conocer que mejorar la producción del campo con ciencia, tecnología e innovación no solo traerá incrementos económicos sino que hará de la tierra un elemento más fuerte y resistente para futuros periodos en los que el campo entra en crisis por fenómenos climáticos o plagas.
“Además de los ganaderos, los productores de arroz, cacao, palma africana, plátano, naranja, piña y maíz del Meta necesitan modificar sus tácticas para fidelizar al cliente, como por ejemplo instalar sistemas de riego, utilizar insecticidas naturales, instalar cámaras térmicas y paneles solares, entre otros”, señala el magíster.
En un primer acercamiento, el investigador les hizo a los campesinos preguntas como: ¿en los últimos 5 años mi negocio ha introducido más productos y servicios innovadores que sus competidores? o ¿cómo nos percibimos como innovadores ante los clientes?
Además anota que en la literatura no se ha tenido una innovación en el fortalecimiento del marketing relacional, debido a que este sigue funcionando como un modelo de transacción –intercambio de productos por dinero– en el que el campesino es visto como un proveedor, pero también puede llegar a ser un potencial cliente.
En un segundo momento, mediante la realización de encuestas se comprobó que existen tres factores que condicionan o limitan la buena relación comercial entre productor y proveedor: (i) integrar tecnología para mejorar la calidad de los productos, (ii) el tipo de cultivo que se va a sembrar, y (iii) la transformación de este, por ejemplo cuando se propone dejar de sembrar plátano por palma africana.
¿Pero qué tan viable es implementar estos sistemas tecnológicos en el campo? Según el investigador esto varía según el capital social y económico del agricultor, además de la extensión de tierra y el tipo de cultivo; pero más a fondo se encuentra ligado a los procesos de productividad, qué tan eficiente pueden ser esos desarrollos para entrar en la competencia.
“Abordar este tipo de investigaciones es un reto porque el campo mantiene la esencia del trabajo rudimental de forma ancestral, a pica y pala y en algunos casos tractores o pequeñas maquinarias, pero quien lo trabaja son especialmente los adultos mayores”, concluye el investigador.