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Política y Sociedad

“Estamos sufriendo por la escasez de agua, y eso no es justo para nosotros”

    Así lo manifestaron reiteradamente las lideresas afrodescendientes y wayúu de La Guajira que llegaron a Bogotá para emitir un SOS al Gobierno nacional ante las prácticas de extracción de carbón que tienen en “jaque” las fuentes hídricas de su territorio. En la charla “Agua y mujer”, organizada por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), ellas relataron la fuerte crisis que viven.

    La Guajira, tierra de contrastes y riquezas naturales, ha sido muy golpeada por la explotación de carbón a cielo abierto, práctica que consiste en extraer el mineral eliminando grandes cantidades de tierra y roca en la superficie. Aunque esta se presenta como la principal fuente de recursos del territorio, también ha provocado la contaminación del agua y la disminución de los caudales de los ríos, por la extracción y el transporte del mineral.

    Con apenas 14 años, Alejandra (nombre que se le dará para proteger su identidad) vive en primera persona el impacto de la actividad extractiva en su ranchería; ella es una de las voces de resistencia que se unió para exigir un alto a la minería.

    “Estamos aquí para protestar contra la minería porque en La Guajira ya hay 19 arroyos secos y poco a poco se están acabando; por ejemplo, el arroyo Ranchería está retenido por un muro grandísimo y nosotros no tenemos agua; para asearnos o cocinar debemos comprarla en municipios cercanos, lo cual afecta nuestra calidad de vida”, dijo la joven.

    También relató que “no importa la edad de quienes vivimos en las comunidades aledañas a la mina de carbón Cerrejón, pues todos sentimos los efectos, incluyendo los que deja la contaminación”.

    “Cuando hacen las explotaciones nosotros vemos que algunas casas se agrietan y muchas personas están sufriendo de los pulmones por la contaminación que hay; de hecho, todos nos afectamos con el olor a carbón que llega, porque es muy fuerte”.

    En La Guajira la explotación del carbón se realiza en zonas que son esenciales para la conservación de la biodiversidad y la supervivencia de comunidades locales y pueblos indígenas. Su impacto se ha visto reflejado social, económica y ambientalmente, incluyendo la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y la afectación de la salud de las comunidades locales.

    Una lucha que continúa

    La defensora de derechos humanos Angélica Ortiz, del Observatorio Fuerza de Mujeres Wayuu, explica que “en esta segunda caravana, La Guajira busca hablarle al país para defender los ríos”.

    “Denunciamos el represamiento del río Ranchería y también el desvío del arroyo Bruno y las aspiraciones de represar los ríos Palomino y Mapurito, porque en el plan de manejo, cuando ellos presentaron el proyecto dijeron que el río Ranchería perdería su caudal y que seguirán necesitando agua para la producción minera”, afirmó.

    También enfatizó en que, “según un estudio realizado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) con una universidad de Alemania y otra de Cartagena, de 17 puntos de toma, solo uno no estaba contaminado, todos los demás contenían materiales pesados y es por eso que vemos tantas enfermedades”.

    Por su parte, Adelaida Vangrieken, integrante de la comunidad wayúu patsuarari, fue enfática en decir que “no toda la región es desierto, pero aquí hacen creer que así lo es”.

    “El sur de La Guajira posee ríos y forma parte de la Sierra Nevada de Santa Marta y de la serranía del Perijá; el río más importante que tiene este territorio es el Ranchería, que nace de la Sierra Nevada, y antes sus aguas eran puras y cristalinas, y hoy en su parte baja ya está completamente seco; además como varios de sus afluentes tributarios se han secado, sus niveles han ido mermando”, manifestó.

    Precisamente en defender la existencia de este importante y vital recurso natural las mujeres han tenido un papel fundamental, y han sido mayoría en el liderazgo de la resistencia en las comunidades afectadas por la minería y han organizado movimientos sociales para defender sus derechos y proteger su territorio.

    Eliana Mejía, de la comunidad afrodescendiente de Manantialito, manifestó que “la lucha por la defensa del agua y del territorio la hemos liderado mayormente las mujeres porque naturalmente siempre hemos estado encargadas de llevar el agua a la casa, de darle un buen uso, de tener un buen almacenamiento, y todo esto porque tenemos un instinto protector”.