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Ciudad y Territorio

En Medellín las labores de cuidado se concentran en el norte y en las zonas más empobrecidas

    Aunque en la ciudad se ha reducido la brecha de acceso a la educación superior entre hombres y mujeres, esto no se ha traducido en un mayor acceso al trabajo formal para ellas, quienes siguen siendo las que se dedican en mayor medida –un 30 % frente a un 5 %– a los cuidados no remunerados como la atención de los hijos y adultos mayores, la limpieza del hogar o cocinar. Además la planificación urbana, que incluye entre otras cosas los proyectos de vivienda, estaría perpetuando esta desigualdad, rompiendo lazos comunitarios y sociales. Urge una redistribución de las cargas, e intervención institucional.

    Según el Proyecto de Sistema de Cuidados, iniciado en 2021 por la Alcaldía de Medellín con el apoyo de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, en la capital antioqueña el 62,2 % de las mujeres que no forman parte de la población activa para el trabajo se dedican a las tareas de cuidado frente al 9,3 % de los hombres que se encuentra en la misma condición.

    “Las mujeres afrontan una condición de vulnerabilidad con respecto a los hombres, pues les añade cargas que les impiden gestar oportunidades de autonomía económica, cuidado personal o desarrollo de un proyecto de vida”, señala Manuela Arango Restrepo, magíster en Estudios Urbano - Regionales de la UNAL Sede Medellín. 

    Un ejemplo de esto es uno de los hallazgos más relevantes de su tesis de maestría: aunque entre 2005 y 2018 se ha democratizado el acceso de las mujeres a la educación superior (terciaria y profesional), esto no se ha traducido en mayores posibilidades de trabajar para ellas, pues siguen siendo las que se dedican mayormente al trabajo de cuidado no remunerado: más del 30 % frente al 5 % de los hombres.

    Aunque este tema ha tomado fuerza desde 2015, fue solo a partir de 2020, con la pandemia de Covid-19, que la agenda (discusiones y propuestas) aumentó entre los movimientos sociales de mujeres y la institucionalidad. 

    “Los avances han sido tan lentos, que los cuidados cotidianos siguen sin nombrarse explícitamente en la planificación de la ciudad, lo que a su vez dificulta responder a las demandas de las cuidadoras y a la necesaria redistribución de las cargas”, agrega la magíster.

    El cuidado y las ideas de progreso

    La investigadora Arango se propuso analizar la situación de las mujeres en Medellín, su mercado laboral y las disposiciones de los planes de ordenamiento territorial entre 2005 y 2020, con el fin de aportar una visión más integral (que incluya diferencialmente a las mujeres) y que incida en futuras políticas públicas.

    Para ello tuvo en cuenta que tanto el trabajo remunerado (quienes se dedican a la primera infancia o a los adultos mayores, por ejemplo) como el no remunerado (quienes se dedican a los oficios del hogar y el cuidado de otros sin recibir pago) facilitan el desarrollo y el mantenimiento de la ciudad como se la conoce hoy.

    “Es gracias a las labores de cuidado –recargadas en las mujeres– que espacios como las ciudades pueden mantener sus valores de productividad, sus ideas de progreso neoliberal y de acumulación de capital”, señala.

    La planificación urbana perpetúa la desigualdad

    Para su trabajo, la investigadora realizó entrevistas, cartografías, y análisis estadísticos y socioespaciales, y además tomó información de entidades como el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la Secretaría de Mujeres de Medellín y sindicatos como la Unión Afrocolombiana de Trabajadoras Domésticas (Utrasd). 

    Así llegó a uno de los aportes principales de la investigación, relacionado con que Medellín es una ciudad planificada a partir de la categoría de clase. “Las tendencias son muy marcadas: las mujeres que menos ingresan al trabajo formal son las que viven en el norte de la ciudad, mientras que las que viven en el suroriente tienen aseguradas las oportunidades laborales, aunque también siguen teniendo desventaja frente a los hombres que viven en esa misma zona”, puntualiza.

    Con respecto a cómo se relacionan las condiciones urbanísticas con las condiciones de las mujeres, la magíster encontró que en el norte, donde las mujeres tienen más carga de cuidado no remunerado, existen proyectos inmobiliarios que atentan contra sus viviendas, pues se demuelen casas y otras estructuras para construir torres o desarrollar procesos de expansión urbana.

    “Aunque se trata de más equipamiento urbano, este ha ido en detrimento de su tejido social y de estrategias de cuidados comunitarios que permitían, por ejemplo, dejar a los niños en una actividad en una biblioteca pública, redistribuir cargas y reunirse ellas a estudiar o conversar”, anota la magíster Arango.

    El estudio aporta un análisis diferenciado a propósito de las condiciones de las mujeres en Medellín y abre caminos para futuras investigaciones que además del sexo como categoría contemplen otros conceptos como clase y raza. 

    “También corroboramos que las mujeres empobrecidas están excluidas de los procesos de planeación territorial, que los arreglos de cuidado están recargados en ellas, y que paradójicamente, aunque la reproducción del espacio se da a partir de la reproducción del capital, esto pondría en jaque la reproducción de la sociedad en su conjunto”.

    La investigación, dirigida por el profesor Luis Daniel Sanatana Rivas y codirigida por la profesora Laura Carla Moisa Elicabide, ambos adscritos a la UNAL Sede Medellín, fue calificada como “Tesis meritoria” por el jurado evaluador.