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Ciudad y Territorio

En Manizales las ventas informales reducen calidad del espacio público

    La crisis económica provocada por la pandemia aumentó el comercio informal en las ciudades colombianas, y Manizales no es la excepción. Aunque hay 700 vendedores autorizados, alrededor de 1.500 convergen solo en el centro -carrera 23-, una situación que afecta al negocio formal e incrementa la desorganización vial, la contaminación auditiva y la inseguridad. El análisis de 39 módulos de ventas evidenció que la calidad del espacio público está muy relacionada con su diseño.

    En su trabajo de grado, Paula Andrea Aristizábal Giraldo, del programa de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, propone fusionar la importancia que tiene el puesto ambulante, junto con el entorno donde está ubicado, de manera que se obtenga provecho económico y también estético, visual.

    Afirma que, “la planeación urbanística de las ventas ambulantes autorizadas no es la más adecuada y debería abordarse más allá de un tope de autorizaciones”. Ello a pesar de estar acogidos por los decretos 12 de 2013 y 801 de 2022, que les permite ocupar y ofrecer productos en un espacio público, bajo autorización local y departamental, junto con apertura de un registro en la Cámara de Comercio y cursos de manipulación de alimentos.

    Según la investigadora, para que la planificación urbanística sea eficaz es necesario tener en cuenta tres dimensiones de la formalización de los vendedores en Manizales. La primera es estructural, es decir, cómo está conformado (tamaño y espacio); físico, lo que lo compone (sombrillas, sillas, cilindro de gas o estantería); y estético, cómo se ve (qué tan agradable son sus productos y el módulo de venta).

    “Al identificar si es un puesto metálico, de madera o más rudimentario -carretillas o canecas-, es posible generar una transformación completa y necesaria para los vendedores en proceso de formalización o los que ya están autorizados.

    Para la arquitecta, “los pagos que hacen los vendedores a la administración, deben reinvertirse en fortalecer su entorno de trabajo como pintar las paredes, poner sillas, adecuar el estand que se les entrega para los productos, equiparlos con servicios como gas, agua y luz y romper con lo rudimentario”.

    Comercio callejero, un desafío

    Para la investigación se realizó en primer lugar una búsqueda de información donde el objetivo principal fue identificar y ubicar cada uno de los comerciantes informales que actualmente cuentan con permiso de ocupación del espacio público, los cuales han sido otorgados por la Alcaldía de Manizales.

    Para esto, se tuvieron en cuenta datos relevantes como lo fueron: dirección dentro del perímetro urbano, tipo de venta informal, clasificación del producto (perecedero o no perecedero) y estado de contrato (vigente o no vigente).

    En segundo lugar, se procede a registrar y digitalizar los datos encontrados mediante el sistema de información geográfica QGIS Desktop 3.24.2 (SIG), con el ánimo de geolocalizar dentro del perímetro urbano cada uno de los 30 barrios seleccionados para el estudio, enlazados a la base de datos que permitió generar mapas para su respectivo análisis.

    En tercer lugar, se elaboró una base de datos que contiene una tabla de atributos y que presenta como finalidad llevar el registro detallado de cada vendedor informal de de Manizales.

    “Dicha tabla permite articular la información brindada por la Alcaldía con cada punto geo-localizado en el perímetro urbano, de esta manera se dejan de entender los datos como información aislada, y se comienza a entender a través de mapas que permiten vislumbrar de forma urbanística cómo se relaciona el comercio informal con respecto a los espacios públicos y con respecto a la forma de habitar de los ciudadanos”, anota.

    En este proceso se recolectaron datos de los 700 vendedores ambulantes, identificando dos tipos de ventas, las de productos perecederos (fruta, comidas rápidas y empaquetados), y los no perecederos (forros para celular, llaveros, juguetes, manillas, entre otros).

    Con la vista del mapa y la clasificación se determinó que las zonas más usadas por las ventas ambulantes son: hacia el occidente: Alcázares, villa pilar, La linda, La Francia, Centenario. En el centro San Joaquín, San Antonio, Galerías. Y al oriente: Milán, El Cable, Laureles, La Rambla, Alta Suiza, Sultana.

    Los puntos de ventas informales se agrupan dentro de dos grandes grupos: libre y módulo. Además, los espacios que más ocupan son parques, plazas y plazoletas.

    Los resultados de este trabajo sirven como precedente para futuras investigaciones enmarcadas en el tema de aprovechamiento económico de los espacios públicos.